¿Qué será de Lin?

Es muy fácil agarrarse al hype que genera cualquier acumulación de impresionantes actuaciones seguidas en cualquier deporte.

Por ello, muchos rehusaron subirse a la corriente que estaba generando Jeremy Lin tras sus tres primeros partidos. Un número mayor de encuentros era aquí imprescindible para ver de qué estábamos realmente hablando, qué tipo de jugador saldría de todo esto a largo plazo.

Ahora, tras ya más de diez titularidades, su rendimiento ya justifica un poco más la expectación y el revuelo. Sigue siendo todavía un “ejemplar” pequeño, pero resulta obvio, visto lo visto, que Lin sabe jugar.

Puede que pierda demasiados balones, pero su tiro, pase, rapidez, agilidad, inteligencia y hasta su defensa equilibran su más importante deficiencia. Pero hay algo más. La energía con la que ha impregnado al Madison Square Garden alimenta cada partido a la afición allí presente, y el resto del equipo se beneficia de ello.

Al mismo tiempo, sin embargo, la gente debe definitivamente hacerse a la idea que el chico de Palo Alto no es para nada parecido a Derrick Rose, Rajon Rondo, Steve Nash, Russell Westbrook o Tony Parker.

La mayoría de las victorias de los Knicks con Lin de pointguard titular han llegado contra equipo de media-baja tabla como New Jersey, Toronto, Minnesota o Sacramento. Hay dos victorias importantes también, contra Lakers y Mavs, pero esas dos franquicias tienen en común a bases muy veteranos incapaces de seguir el ritmo en pista del eléctrico Lin.

A día de hoy, y con la cabeza antes que con el corazón, lo ofrecido por Jeremy Lin no justifica la hasta ahora incomparable expectación que entorno a él se ha generado. La ya mundialmente conocida Linsanity.

Ésta, sin embargo, tiene una presencia innegable y es, básicamente, una respuesta imparable que parte de la sociedad ha otorgado a Lin por sus orígenes humildes, por su licenciatura en Harvard y, sobretodo, por ser el primer norteamericano de ascendencia asiática en jugar a muy buen nivel en la NBA. Es por ello que será un All-Star fijo en los años que están por venir. Por el mismo motivo por el que lo era Yao Ming antes de su retirada.

Dicho esto, la contribución de Lin en pista será muy buena para su franquicia en esos mismos años. No será ninguno de los pointguards arriba mencionados, pero tiene mucho valor lo que Lin aporta en el juego de su equipo.

Hasta ahora existe un “área gris” de enormes proporciones en cualquier debate sobre Jeremy Lin. En vez de decir una verdad tan evidente como que se trata de un jugador sólido, la máquina ya imparable de nombre Linsanity (o cualquiera de las decenas de juegos de palabras que su nombre permite) parece solo interesada en hacernos creer que estamos delante del mejor jugador de la NBA. Y al contrario, aquellos que creen que es tan solo cuestión de tiempo que pase esta “moda”, argumentan que detrás tan solo hay otro jugador de nivel medio-bajo.

Ninguno de los dos argumentos puede darse, en cambio, por cierto. Este no es un debate de blanco o negro, simplemente hay muchos aspectos el juego que Jeremy Lin realiza muy bien, y otros por lo que está siendo exageradamente sobrevalorado.

Desde que llegó a la titularidad, como ya ha quedado dicho, los Knicks han ganado a algunos de los peores equipos de la competición. Sin embargo, es innegable que Lin pasa con nota el test de la visión de juego y que estamos delante de un auténtico facilitador. Es rápido, llamativo y su juego en general va a seguir mejorando de seguir teniendo muchos minutos.

El argumento de que el sistema de juego que durante su carrera como entrenador ha definido fuertemente a Mike D’Antoni ha favorecido a la explosión de la Linsanity, no debe aquí tampoco ser olvidado. D’Antoni ha hecho maravillas con Steve Nash o Raymond Felton en temporadas precedentes. Nash ganó dos MVPs bajo el sistema de D’Antoni y, con éste último, Felton promediaba más de 17 puntos en el breve periodo de tiempo que el ahora base de Portland tuvo en New York la temporada pasada. De hecho, tras ser Felton traspasado a Denver, su promedio de anotación por partido bajó a 11,5. Y este año en los Blazers, Felton está tan solo en 10 puntos por noche, y promediando tres asistencias menos que las que repartía bajo los sistemas ofensivos de D’Antoni en los Knicks.

Negarse entonces a que Mike D’Antoni tenga absolutamente nada que ver con el reciente éxito de Lin es de comportamiento ignorante. D’Antoni siempre ha sido un entrenador de mentalidad ofensiva, que utiliza al base como con soltura y alegre libertad. Pero tampoco eso significa que D’Antoni sea la única razón, aunque es parte inevitable de la historia.

Y esta es, todavía, una historia de claros y oscuros que nadie ha sido capaz de descifrar en su totalidad. Hay por un lado el talento y las habilidades del jugador. Por otro el sistema del entrenador. También entran en juego los oponentes con los que hasta ahora Lin se ha encontrado. E incluso cabe ponderar la confianza que uno adquiere cuando está en racha.

Cuando todo se tranquilice, tendremos ante nuestros ojos a un sólido facilitador de juego, promediando puntos en la parte alta del espectro que va de 10 a 20 y cerca de los dobles dígitos en asistencias por partido. Puede que Jeremy Lin sea capaz de sacudir tal previsión a la larga si continua a las órdenes de D’Antoni, pero lo que Lin realmente es, no va más allá de un buen base en la lista B de pointguards de la NBA.


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