Billy Kennedy: el hombre ante nuestros ojos que nunca vimos

El deporte profesional. Ese mundo sobre el que gira una vida en la que competir y ganar suponen tanto, que a veces no nos deja ver un rincón cuya atención se asemeja más a un escondite que al foco bajo el que camina.

Acostumbrado a ser un panal donde crecen héroes mitificados en la infancia, esos que nos hacen correr para estar a una hora exacta en nuestro asiento de la grada o frente al televisor, su telaraña tiene más aristas de las que se aprecian cuando un sobresalto, un estruendo de emociones, recorre nuestra garganta ante la ilusión de ver a nuestro equipo ganar, encestar, machacar…

Hay mucho más tras esas acciones, tras quienes las ven en primerísimo primer plano sin llevarse un aplauso. Hay personas con sus vivencias, con sus sentimientos, con sus dudas, con sus miedos y con sus deseos.  Y justo entre todos ellos, entre los ‘ocultos’, ha vivido su carrera de Billy Kennedy, un árbitro que lleva en la NBA desde 1995 y que desde hace meses, exactamente diciembre de 2015, cuando tras ser insultado por Rajon Rondo con un «puto maricón» declaró abiertamente su homosexualidad, pasó a estar ante los flashes, exactamente donde nunca se había encontrado o deseaba encontrar.

Tomando como hoja de ruta el fantástico artículo que nos ha dejado Kevin Arnovitz de ESPN, nos encontramos ante un hombre sencillo que nunca ha mentido, que nunca ha aparentado, y cuya personalidad se recoge en su Phoenix natal, en un karaoke que escucha su voz pero que no ve su interior, un escenario donde se expresa no siempre levantando la mirada, un lugar intimista y público del que a veces salía tan sigilosamente que ni sus allegados se daban cuenta.

Hablamos de un niño que siempre supo que quería ser de mayor. Monty McCutchen, árbitro de la NBA, cuenta como lo de Kennedy era verdadera vocación: «Él sabía con 10, 12 y 14 años que quería ser árbitro de la NBA». Tanto es así que en plena adolescensia, atento a la radio, esperaba a que se anunciasen los árbitros y, si ese día oficiaba Tommy Núñez Sr. -quien acabaría siendo su amigo-, cogía su bicicleta, se plantaba en el Coliseum y pasaba ayudado por un guardia de seguridad.

Hablamos de un hombre que no se escondía, que simplemente no quería la atención sobre él. En 2002 conoció a Craig Glover, con el que mantendría una relación de dos años y con quien en otoño de 2003 fue a Tokyo, donde arbitraría un partido de temporada regular. «Eso demuestra que tenía una gran confianza interior. A pesar de que tal vez no estaba listo para expresarlo al mundo, tenía sufuciente confianza para compartirlo con sus compañeros de trabajo, que no es poco», explica McCutchen, quien fue con su esposa a ese mismo partido.

La NBA, de puntillas en 1999

Para alguien cuyos pasos caminan por el asfalto de la calma y el anonimato, hay momentos que realmente te ponen entre la espada y la pared. Era 1999, Kennedy finalizaba su trabajo en el Palace of Auburn Hills de los Pistons, un chico esperaba en la barandilla a que le chocasen la mano, Billy lo hizo y tropezó con una acomodadora. La sorpresa llegó con la llamada de Rod Thorn, vicepresidente ejecutivo de la NBA de operaciones de baloncesto, quien le explicó que la chica le había acusado de tocarla inapropiadamente y que hasta nuevo aviso no arbitraría. «Pensé: ‘se acabó’. Tuve que comprarme el billete para ir de Atlanta a Phoenix y estuve todo el vuelo llorando».

La NBA dice que Thorn no tiene ningún recuerdo del incidente, la investigación o cualquier conversación asociada a ella, pero lo cierto es que una semana después Bill Kennedy estaba sentado en Nueva York con Howard Pearl, abogado de la Asociación Nacional de los árbitros de baloncesto, con quien sabía que debía sincerar su condición sexual, en pos de continuar con su pasión, aunque eso supusiese llevar sobre él el tipo de atención que quería evitar: «Eso es imposible que ocurra entre ella y yo. Simplemente no somos compatibles», dijo.

La respuesta de la liga fue encojerse de hombros. Kennedy pensaba haber roto una barrera y la NBA lo dejó en un simple: «Vale. Vuelve a la cancha y sigue haciendo lo mismo que antes de que esto ocurriese».

Su madre, la mayor influencia

Acostumbrado a que su madre fuese parte esencial en su vida, estuvo con ella hasta los 30 años mientras que su padre se ausentaba asiduamente desde que era pequeño, el respeto por ella fue el que le llevó a vivir más tiempo sin declarar abiertamente que es homosexual.

«Mi madre no quería que saliera. En un 75% es la razón por la que no lo hice antes. No quería decepcionarla o perturbarla. No quería que ella recibiera llamadas de personas preguntándole ni que se sientiese obligada a tener que dar explicaciones. No quería que ella sufriese daño alguno por mi culpa», explica Kennedy.

La decisión

Con varios momentos por el camino en los que pudo haberse sincerado publicamente, como cuando en 2010 el exárbitro Tim Donaghy dijo a un locutor en Boston que entre los árbitros sabián que era homosexual, Kennedy no sintió que debía hacerlo hasta el mencionado diciembre de 2015. Nada más acabar el partido, con el «puto maricón» de Rajon Rondo rondándole la cabeza, Kennedy pensó: «No está bien que esto le suceda a nadie ya sea en su lugar de trabajo u otro. Voy a decir algo al respecto».

El por entonces base de los Sacramento Kings se disculparía días después de la siguiente manera: «Mis acciones durante el partido fueron fruto de la frustración y las emociones, no hay más. Por supuesto que no reflejan mis sentimientos hacia la comunidad LGBT. No fue mi intención ofender o faltar el respeto a nadie».

Pese al impulso inicial, el particular temple de Kennedy le llevó a reposar las cosas, esperar a que la NBA tomase una decisión, que fue un partido de sanción para Rondo —algo que el sindicato de árbitros no entendió— y entonces… lo que nunca había querido, ser el centro de atención, ocurrió con la siguiente declaración a Adrian Wojnarowski de Yahoo! Sports: «Estoy orgulloso de ser árbitro NBA y estoy orgulloso de ser gay. Sigo los pasos de otros que se han definido con la esperanza de enviar un mensaje a los hombres y las mujeres jóvenes del mundo del deporte, para que nadie se sienta avergonzado de quien es”.

El partido más largo de su vida

Sus palabras fueron recibidas con los brazos abiertos por la NBA, tal y como dejó claro Gregg Popovich en el AT&T Center, cancha en la que arbitraría por primera vez tras su declaración: «Un insulto así es repugnante. Bill es un gran tipo, un ejemplo de clase dentro y fuera de la cancha. En cuanto a la orientación sexual, no es asunto de nadie», comentó sin calmar los nervios de un Kennedy que por primera vez, estando en su habitat natural, se sentía nervioso antes de coger el silbato e impartir justicia sobre la pista.

«Puse el móvil en silencio porque no daba a basto. Había demasiados mensajes, demasiadas cosas ocurriendo y tenía que trabajar», explica en relación a esos minutos que preceden al ejercicio de su profesión, esos que por primera le mantenían en vilo, como si las agujas del reloj trabajasen a cámara lenta esperando a que llegase el momento en que su caminar saliese del escondite para asomarse a ojos de todos. Tal fue su estado de exitación ese día que aún hoy confiesa que sus recuerdos se mantienen borrosos.

La liberación

Ahora todo es distinto. Tanto le costó llegar al foco de la libertad como cómodo se siente en él, en ese espacio que salvo que alguien de un paso al frente en los próximos días, le convertirá en el único árbitro o jugador abiertamente homosexual que pise una cancha de la NBA a partir de octubre. Pero no es algo que le preocupe. Ahora Billy Kennedy vive como quiere, tanto que le pudimos ver en la marcha por el orgullo gay en Nueva York en la carroza de la NBA —la primera de una liga deportiva profesional— acompañado del Comisionado de la liga Adam Silver. Y es que Kennedy hace poco que ha hecho la señalización de su vida.


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