Brandon Rush, el tirador que buscaban en Minneapolis

Ayer, Ricky Rubio repartió asistencias en transición a Andrew Wiggins y Shabazz Muhammad, vio culminadas sus cesiones al poste con gran acierto por parte de Karl-Anthony Towns, y se nutrió del clásico pick & pop que tan bien le funciona siempre con Gorgui Dieng.

Con este repertorio, el playmaker español se habría plantado anoche ante los Rockets entorno a las 12-13 asistencias. Pero terminó con 17, igualando su récord personal, merced a un socio poco habitual y al que no está muy acostumbrado. Ricky ayer tuvo un tirador siempre presto en una esquina, con las manos listas y esperando su pase para desenfundar. Hasta en cuatro ocasiones vimos repetida la misma acción. Prácticamente idéntica. Brandon Rush en la esquina y espacio aéreo despejado. El IQ del jugador del Masnou, hizo el resto.

En Minneapolis llevan años rezando por un tirador. Uno cuya especialidad sea especialmente esa y no otra. Buscar su esquina, pasar lo más desapercibido posible y amortizar esos pocos instantes para hacer lo que mejor saben: ¡chof! de tres. Desde la marcha de Kevin Love, quién no era precisamente alguien descuidado por las defensas, los Timberwolves no han gozado de un gran tirador desde 7,25.

El ansiado 3&D

No obstante, suele pasar algo con estos jugadores de tan fiable muñeca. Que lo que suman en esta faceta la restan en todas las demás. Limitados generalmente en cualquier otra parcela ofensiva que no sea la de lanzar de tres, se les suele exigir al menos que sean tenaces en defensa; el tan ansiado perfil de 3&D. No abunda demasiado. ¿Grandes tiradores y al mismo tiempo sobresalientes defensores? Veamos.

Empiezo a mirar en HoopsStats y parece que me estoy paseando por la estepa euroasiática. Jugadores que den el perfil de sanguijuelas atrás y además superen el 40% en triples, sólo estos: Danny Green (45,7%), Courtney Lee (45%), Jae Crowder (42,5%), Avery Bradley (41,4%), Kentavious Caldwell-Pope (40,4%), y un monstruo, que hace esto y mil cosas más, como es Kawhi Leonard (40,8%).

A Patrick Beverley o George Hill, ambos por encima del 40% y contrastados defensores, los descarto porque ejercen de bases y su misión suele ser más la de buscar al hombre sólo que la de tirárselas ellos mismos. Quizás el de los Rockets, por el nuevo rol de Harden como director, sí nos podría valer.

Otros, también con buenos porcentajes, no aprovechan todo lo que podrían sus virtudes físicas o defienden sólo cuando les apetece. Sea el caso de Nick Young, Allen Crabbe, Otto Porter Jr, o Jabari Parker —éste último más por un tiro de tres que, aunque hoy está en un 41%, necesito más tiempo y regularidad para tomarlo de aval—.

No defense, no party

En resumen, no hay más de 5-10 jugadores en toda la liga que merezcan superar los 20 minutos de juego en sus equipos gracias a estas dos condiciones. Dos buenos ejemplos clarificadores de ello son Kyle Korver y Steven Novak.

El primero ha sido un hombre importante, vital diría, en Atlanta, mientras su físico y entrega han aguantado. Con el declive propio de la edad, este año ha perdido protagonismo y veremos cuan importante es su rol en su nuevo equipo, los Cavaliers.

El caso de Steve es el paradigma de tirador de fábula que donde más acierta, sin embargo, es con el culo en el banquillo. Exceptuando aquellas dos surrealistas campañas en los Knicks, donde metía todo y más, nunca en sus diez años en la NBA ha rebasado los 18 minutos de promedio en pista. No defense no party.

Rush, ayer, más que un tirador

La corriente táctica en la NBA tiene una pega insoportable unida a una circunstancial bendición. Los entrenadores, entre la preseason y los primeros partidos de la temporada, suelen diseñar su tabla de minutaje. Cuál sera su rotación, en qué minutos hará los cambios y lo absolutamente irrelevante que les resulta todo lo demás. A veces, la testarudez de muchos coachs, por ser fieles a sus planes e ignorar lo que demanda el momentum —cada instante de cada encuentro—, es descorazonadora.

Pero a veces ocurre algo; generalmente una lesión. Entonces, en esos resquicios estratégicos, sí vale inventar. Y puede suceder lo que sucedió ayer en el Target Center. Que un jugador casi olvidado por Tom Thibodeau como era Brandon Rush, salió como titular ante la baja de su escolta predilecto, Zach LaVine.

Decía Calderon de la Barca que «dichas que se pierden son desdichas más grandes». Ayer Rush tuvo sus 36 minutos de dicha, y no los convirtió en desdicha sino en ventura.

Rush es un tirador; eso fue precisamente en los Warriors campeones y eso ha sido durante toda su carrera como atestigua su 40,3% en nueve temporadas en la NBA y su 43,5% en la presente. Ayer le entraron, 4-7, todos a pase del mismo, todos a pase de Ricky.

https://www.youtube.com/watch?v=NPMeRMggMFI

Pero ese no es el quid del post. Si fichas a un tirador, lo normal es que cuando las tenga pues meta casi la mitad de ellas. Eso lo hizo muy bien el shooting guard y es una pena que no lo hayamos visto hacer más a menudo en un equipo que no va sobrado de lanzadores.

El verdadero leitmotiv de estas líneas es todo lo que hizo cuando no estuvo plantado en su esquina esperando el balón. Lo que le hizo convertir la dicha en oportunidad aprovechada.

En el lugar adecuado con la defensa adecuada

Sabía que tendría esta y no más, o no muchas más. Una noche para ganarse sus minutos y quien sabe si un puesto de inicio. Por eso, anoche, Rush defendió como nunca. El escolta formado en la Universidad de Kansas nunca ha destacado por rebotear, asistir, robar ni taponar demasiado. ¿Desidia? Puede. Porque ante Houston demostró que condiciones no le faltan.

Ayer realizó tres robos y puso dos sensacionales —pero sensacionales, de los que hay que correr para atrás y no te esperas— tapones. Hay personas que funcionan así, que sólo reaccionan bajo presión y cuando empiezan a verle los cuernos al toro. Y Rush lleva muchos partidos viéndose a sí mismo sólo y sin sus tiros, calentando banquillo.

Un reciente campeón de la NBA, de repente sin minutos en un equipo de aspiraciones limitadas. Anoche se reveló, y lo hizo contra sí mismo. Queriendo demostrar que puede ser algo más que ‘3’… que también puede ser ‘la D’. Nunca será un DeMarre Carroll, pero nos conformamos con la versión de Nick Young de 2016-17, temeroso al repudio.

¿Reconfiguración del quinteto?

Un tiempo llevo pensando, y por lo que leo entre nuestros lectores no soy el único, que en el cinco titular de los Wolves hay demasiado gallo para tan poco corral. Lavine, Towns, Wiggins… demasiado. Y demasiado porque no son jugadores que se conformen con poco. Tienen a un tremendo playmaker, Ricky, y sin embargo quieren —o desde el banquillo les indican, vete a saber— amasar ellos bola también. Y por ahora, el talento se estorba.

LaVine, de hecho, es en mi opinión el mejor tirador de largo de los Timberwolves. Por delante de Rush, ya que Zach además de en estático tiene un talento enorme para enchufarlas también punteado y en movimiento. Pero la rotación actual no da resultado. Los de Thibodeau son el 5º peor equipo de la liga en porcentajes de tres, con un 35,1%.

Serían movimientos atrevidos. Manos a la cabeza, detractores y abucheos se extenderían entre los fans como una rebelión. Y quizás así, el técnico se ganaría mi respeto. Un Rush que se implicara como ayer directo al quinteto titular, un LaVine como inmejorable ‘Sexto Hombre’, con la batuta de la segunda unidad entremezclando momentos con la primera. También minutos para Tyus Jones, otro que sabe distribuir y también tirar (44%), y que podría contrarrestar, con control y tempo, el frenesí de LaVine.

Y así, por fin, los Wolves que aún hoy aspiran al 8º puesto del Oeste, estarían en condiciones serias de hacerlo.


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