Un cambio para José Calderón

No son buenos tiempos para el vecino más internacional de Villanueva de la Serena. No tiene sitio en la NBA a día de hoy. José Manuel Calderón, curtido en mil batallas, coronado por las más brillantes medallas, tiene que abrirse paso en uno de los equipos más reconocibles de la liga, los Lakers, como si fuera un rookie.

Acabó allí como resultado de una de esas carambolas de traspasos y ninguneos en las que se convierte la vorágine de esta competición algunas veces. Nada que no sepamos, por otra parte. Viajó de Nueva York a Chicago y luego a Los Ángeles, un rodeo veraniego por tres de los mercados más importantes que tiene Estados Unidos. Se vio mareado ante tanto cambio, sobre todo para alguien que en lo que destaca es en regularidad y estabilidad.

El reto era bueno pero engañoso. Luke Walton llegaba al equipo tras ser aclamado por su papel en los Warriors y soplando aire fresco tras el paso de Byron Scott. Equipo construido desde cero tras la retirada de Kobe Bryant pero con piezas muy jóvenes y enorme potencial. En este escenario se suponía que Calde debía ser la batuta, el hombre fuerte dentro del vestuario, el estandarte veterano junto a Luol Deng, pero no.

Imposibilidad manifiesta

Resulta duro adivinar quién es el que en este caso de verdad está en la encrucijada. ¿Jugador o entrenador? Como en tantos otros casos, la planificación de la plantilla es la que es razón y solución para este embrollo. Mitch Kupchak, el mánager general de la franquicia, es el que tiene la patata caliente sobre las manos.

Estos Lakers tienen un backcourt muy bien definido, y en él Calderón no ha encontrado sitio. Repasemos:

  • D’Angelo Russell. Es el base titular. Mucho más liberado del yugo del año pasado, aunque sin la confianza de sus compañeros. La esperanza de la reconstrucción empezó con él. El que más tiros se juega del equipo y el segundo que más puntos acierta a meter.
  • Nick Young. Sea desde el banco o en el quinteto inicial, está en una de sus temporadas más acertadas. Es el 6º con mejor porcentaje en tiros de tres puntos (44,9%), pero es el 2º de ese top-10 que más encesta en total. Por lo que, si alguien quería rebajarle los minutos de juego, va a tener que esperar un poco más.
  • Lou Williams. La sorpresa positiva de lo que va de temporada. Se está saliendo, simple y llanamente. Es el jugador de la liga que más puntos anota saliendo como suplente y está en mejores números que la campaña en la que ganó en Toronto el premio a Sexto Hombre de Año.
  • Jordan Clarkson. Sigue jugando de manera estable, con la 5ª mejor anotación esta temporada de un jugador desde el banquillo (14,1), y viene con el bagaje de ser el sostén del equipo en estos últimos años vagando por el desierto. Walton ha dejado caer además que no quiere romper la pareja que hace con Williams.
  • Brandon Ingram. Sí, también aunque sea alero. Walton quiere que desarrolle su manejo de balón y para ello le prueba como base en situaciones específicas, aunque sí que es verdad que esto no afecta a los puestos ni a los minutos (sólo al porcentaje de dirección que ejerce).
  • Marcelinho Huertas. Está en el mismo punto que Calderón. Es el mismo perfil, mucho menos experto en el baloncesto de EE.UU. pero con el mismo mandato en estos Lakers.

Desolador para Calderón, que ante esta situación poco puede hacer, aunque inmejorable para Walton, que tiene donde elegir.

La realidad es la que es, cruda. Su participación no ha sido regular desde un principio, aprovechando bien la baja por lesión de Russell pero teniendo la mala suerte de quedarse parado por una lesión propia que le rompió el ritmo. No llega a 14 minutos de media -y son racheados- cuando en sus primeras temporadas en Canadá no bajaba de la veintena por partido. Con el de anoche en Portland son siete partidos seguidos en los que está en la lista de activos pero no disputa minutos. Choca ver a un profesional con el palmarés de José Manuel Calderón en un puesto totalmente residual.

Walton pelea por él

Cuando el pasado verano el extremeño aterrizó en California, tenía muy claro el papel que iba a desempeñar. Lo definía en ese primer corrillo del ‘media day’ como un «nuevo reto». Sabía que iba a ser diferente a Nueva York, donde ejercía ya ese tipo de rol y seguía jugando 30 minutos por noche, pero anhelando esperanzas de que no se convirtiera en lo que se ha convertido.

La cabeza de Luke Walton cortocircuita cuando este tema merodea por ella. No ha sido capaz de hallarle una minutada considerable. El coach lo ve «complicado», pero no se rinde: «Si vemos la oportunidad para que juegue, le daremos los minutos a él», ha declarado recientemente.

Las miradas también se centran en los despachos, donde un Kupchak de dedo flojo puede acabar dando con un intercambio forzado antes de que acabe el periodo de traspasos. Algo que, en todo caso, tampoco le iría mal a nuestro protagonista. Un cambio es necesario, y aquí la dirección es secundaria.

¿Dónde?

Con el panorama tan negro, la pregunta a hacerse es qué será lo próximo para Calde si no continúa o si lo hace en estas mismas condiciones.

Él mismo ha descartado volver al Viejo Continente europeo. Su mujer Ana y los tres hijos que tienen en común están perfectamente acomodados en Estados Unidos y él tiene reputación suficiente en la NBA como para revertir la situación. Se da a sí mismo «tres o cuatro años más» de juego, especificando que le gustaría cumplirlos allí. Si no fuera así y decidiera regresar, Alicante, Fuenlabrada y Vitoria ya saben de lo que es capaz.

No son pocos los equipos que buscan base. Sin ir más lejos, los campeones Cavaliers. Pero hay una etiqueta que echa por tierra las esperanzas de verle en ese y otros equipos, la de su precio. Son más de siete millones los que percibe esta temporada. ¿La vía de escape? Que su contrato acaba en julio de 2017, en el próximo mercado de verano. Veremos si ahí llega el cambio.


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