Chicago Bulls o el miedo a uno mismo

Los Heat son batibles. Y en este sentido, poco importa el hecho que Miami derrotara a Chicago 85-75 en el Game 2 de las Finales de la Conferencia Este para empatar la serie a uno. LeBron James y Dwayne Wade destilan respeto pero jamás miedo en Tom Thibodeau ni en su elenco de talentosos jugadores, ni cuando anotan entre ambos 53 puntos (en un muy buen 20 de 37 en tiros de campo) o capturan 19 rebotes.

No, el enemigo de Chicago está lejos de ser cualquiera de los jugadores que viste de negro o rojo cuando visitan el United Center y que parece que vayan a cambiar el universo NBA en los próximos años. El enemigo de los Bulls, son ellos mismos.

El mismo enemigo contra el que lucharon ya en la primera ronda contra Indiana o en la segunda ante Atlanta, apareció el pasado miércoles ante los Heat, tras la muy convincente victoria en el Game 1 dos días atrás. Ese exceso de balones perdidos que dieron oxigeno a Miami cuando más lo necesitaba. Esa ventaja de 12 rebotes a favor de los de Thibodeau en el primer encuentro que se convirtieron en 4 en contra en el segundo. Esa sofocante defensa que en el Game 1 pareció asfixiar todas las aspiraciones de LeBron y los suyos de ser los próximos campeones y que, en el Game 2, se esfumó en el momento decisivo.

El segundo partido fue simplemente uno de esos días en los que las cosas con las que puedes contar y que te han llevado hasta aquí, simplemente no salen bien. Unos Bulls por debajo de su potencial.

Evidentemente no ayudó el hecho que el MVP Derrick Rose anotara tan solo 7 de sus 23 tiros a canasta en lo que era una oportunidad única de ponerse Chicago 2-0 en la serie, y forzar a los Heat a lograr algo tan inusual como histórico. De hecho, con empate a 73 y más de siete minutos todavía por jugar, no puede decirse que el 12-2 final para los Heat fuera en base a aciertos de Miami, sino a errores de Chicago.

Y cuidado porque en una serie tan presumiblemente igualada como es esta, éste puede ser el partido del que toda la franquicia de los Bulls, así como sus aficionados, se arrepientan si acaban viendo las Finales por la televisión. 16 de 26 desde la linea de tiros libres, 3 de 20 desde la de tres puntos y tan solo un 34,1% (28 de 82) en tiros de campo en total. Todo ello, más por la falta de concentración de Chicago que por el aumento de agresividad de Miami. Y eso es lo más preocupante.

Pocas palabras, pero muy claras; “Ellos (los jugadores) tienen mucho de lo que lamentarse hoy”. Son palabras de Thibodeau, o una acusación velada a sus jugadores de la que ahora más que nunca tratarán de resarcirse en el Game 3 de este domingo en el American Airlines Arena de Miami.

Solo los Bulls saben si pueden achacar la culpa a la fatiga, aunque cueste de creer teniendo Chicago como tiene tres días entre el segundo y el tercer partido. Hubo quizá más responsabilidad en las actuaciones de Luol Deng (5 de 15 en tiros de campo e incapaz de contener a James en defensa) o Carlos Boozer (7 puntos en un 3 de 10 en tiros de campo).

Miami Heat tiene ahora, además de lo que ya tenía, grandes esperanzas, tras batir a los Bulls por primera vez en cinco intentos en esta temporada. Mientras los Bulls, por su parte, que supieron eliminar desde el principio el factor miedo del nuevo Big Three de Miami, deberían temer a los acontecimientos que pueden precipitarse en el Game 3 y Game 4 a disputar en Florida. No en vano, los Heat (6-0 en casa en estos Playoffs) serán campeones de la NBA si no pierden ningún partido en Miami.


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