Clippers: cuando el infortunio es tradición

Siempre gusta escribir cuando las letras vienen dadas por una hazaña, un récord, una retirada histórica… Pero el caso que me ocupa hoy es otro, es el de un equipo cuyo cariño adquirí de la mano de la generación de ‘Al salir de clase’, esa que encabezaban los Lamar Odom, Darius Miles, Elton Brand y Quentin Richardson, y que una vez más —esta vez por las lesiones de Chris Paul y Blake Griffin, que no jugarán en lo que esta de Playoffs— ve como su temporada ‘acaba’ antes de tiempo.

Los Angeles Clippers. Ese equipo que empezó su historia en 1970, en Buffalo, y bajo el apodo de los Braves. Ese equipo que se trasladó seis años a San Diego antes de convertirse en el hermano pobre de Beverly Hills. Ese equipo que parece haber sido hechizado en Hogwarts bajo el conjuro del infortunio.

Remontándonos a sus inicios en la liga, lo cierto es que no hacían presagiar que su recorrido —hasta la fecha— sería tan fatídico. Con sólo seis años de vida, los por entonces alojados en New York, contaban hasta tres de ellos como presencias en Playoffs. Era la época de Bob McAdoo, del primer MVP del equipo. La época que dio paso al deambular por el desierto. Digo desierto y no es para menos. Desde 1976 a 2005 sólo aparecieron tres veces en la postemporada; o lo que es lo mismo, de 29 intentos hubo sólo tres que dieron en el blanco.

Dejando de lado números y estadísticas, y porque la actualidad manda, empezaré la enumeración de ‘desdichas Clippers’ por el tema lesiones, esas mismas que amenazan con dejar a la mejor plantilla que han tenido sin alcanzar el éxito.

Corría el año 1988 cuando unos Clippers que venían de ganar 17 partidos seleccionaban en el nº1 a Danny Manning, un talentoso alero sobre el que pensaban iniciar un proyecto ganador. Nada más lejos de la realidad, el sueño les duró 30 partidos, justo el tiempo que tardó en romperse el ligamento cruzado anterior tras un salto.

Un año después, intentando de nuevo salir de esa ya histórica dinámica perdedora, se hiceron con los servicios de Ron Harper, quien llegaba tras tres fantásticas temporadas con los Cavaliers. Poco duró este segundo invento, ya que cuando mejor iban las cosas se destrozó la rodilla en un contraataque. Tal fue la lesión que en sus dos primeras temporadas sólo pudo jugar 62 partidos.

Ya en el siglo XXI, la fortuna siguió dando la espalda a los californianos. Lamar Odom, quizás el jugador más talentoso de aquella ‘generación juvenil’, acabó saliendo del equipo tras algunos problemas extradeportivos, pero sobre todo por constantes lesiones de rodilla que le impidieron progresar como se esperaba. Tras él, en 2007, peor fue la situación que se vivió con Shaun Livingston, un base capaz de dirigir y jugar al poste, y que tras dos temporadas repletas de problemas físicos, sufrió una espeluznante lesión de rodilla que no le dejó jugar mas que 48 encuentros entre el mencionado año y 2010.

Luces y sombras en el draft

Si las lesiones han ido mermando la moral en diferentes momentos, el draft tampoco ha sido un gran aliado para los Clippers. Acertando con Terry Cummings en 1982 (fue rookie del año) y con Benoit Benjamin en 1985, sus siguientes selecciones de Top-3 no les dieron tanto rédito. Primero fue Manning (nº1) quien se lesionó de gravedad en su año de novato. Al siguiente, en 1989, Danny Ferry (nº2) prefirió jugar en Italia antes que hacerlo con el conjunto californiano…

La situación no mejoró en los 90. Después de traspasar en 1995 a Antonio McDyess (nº2) a cambio de Rodney Rogers y una ronda que acabó siendo Brent Barry, los Clippers tuvieron el nº1 de 1998, el cual emplearon en hacerse con Michael Olowakandi, una de las mayores decepciones de la historia del draft. El siguiente en la lista, Darius Miles (nº3) estuvo dos años sin cumplir con las expectativas y fue traspasado. Mejor les fue en 2001, cuando intercambiaron a Tyson Chandler (nº2) por Elton Brand. El último, Blake Griffin (nº2), no admite discusión

Pudieron tener a Jordan

Si los Clippers s0n sinónimo de derrota, al escuchar Michael Jordan los recuerdos son bien diferentes. Tanto como pudo serlo la historia de los californianos, que en 1984, atendiendo al interés de los Bulls por hacerse con Terry Cummings, negociaron a tres bandas -incluyendo a Dallas- para cerrar un trato que hubiese llevado la tercera elección de Chicago a San Diego, donde probablemente hubiesen elegido a Jordan.

No fue esa la única oportunidad en la que pudieron hacerse con el ganador de seis anillos. En 1988, antes de que los de Illinois fuesen un equipo ganador, y según afirma Sam Smith en el libro The Jordan Rules, los Clippers ofrecieron cualquier combinación de cinco jugadores y/o elecciones de Draft. Chicago dijo no.

45 años sin final de conferencia

Dentro de los récords negativos que manejan al lado blanco y rojo del Staples Center, hay uno que se resiste estoicamente a caer, el de ser el equipo con más años en la liga sin alcanzar una final de conferencia. Para ser exactos, los angelinos suman 45, o lo que es lo mismo, desde su fundación. A ellos se unen Pelicans (antes Hornets), Hornets (antes Bobcats) y Raptors, si bien estos han disputado menos temporadas.

Ese muro ha cobrado mayor relevancia en los cuatro últimos cursos, ya que hasta en tres ocasiones han perdido en semifinales de conferencia. Especialmente dura fue su eliminación la campaña pasada, cuando fueron apeados por los Rockets tras ir ganando 3-1. Esa fue una de las únicas nueve veces que se ha levantado una ronda de Playoffs de esa manera.

Llegados a este punto, no me cabe duda de que los Clippers hace tiempo que decidieron que su historia debía cambiar, y lo han hecho en parte —llevan cinco apariciones consecutivas en Playoffs—, pero ni con ese plus de determinación han llegado a la meta deseada.

Han cambiado el logo. Pusieron en el banquillo a Doc Rivers. Taparon en 2013 los títulos de los Lakers en el Staples, como si ese gesto fuese a cambiar su suerte, pero la realidad es que los años pasan, hace cinco que Chris Paul aterrizó en la ciudad, y parecen abocados a ser el eterno contender condenado a quedarse con la miel en los labios.


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