D-League: C.J. Williams, el chico que no quería trabajar en una oficina

Si ustedes leen entrevistas a jugadores estadounidenses, tienen la ocasión de hablar con ellos o de interactuar de alguna manera, siempre una frase florecerá por encima del resto: “Mi sueño es llegar a la NBA”.

C.J. Williams (Carolina del Norte, 1990) no es una excepción, si bien él ha estado mucho más cerca que otros compatriotas que simplemente no han sido realistas con sus deseos. Porque este escolta de 1,96 metros sabe lo que es trabajar sin descanso cada verano en busca de algunos minutos en la NBA. En ese empeño, ha vestido la camiseta de diferentes franquicias en las Summer League y hace unos meses se quedó en el corte de los Mavericks para la plantilla final. Pero optó a ello y es ese punto, el hecho de estar en la terna, lo que alimenta un sueño al que cada vez le queda menos recorrido.

Con 27 años recién cumplidos, C.J. Williams dispone de la edad perfecta para seguir ganando dólares con el baloncesto. No le ha ido mal, nunca le ha faltado un empleo desde que se graduara en la Universidad de North Carolina State, en 2012. Sin embargo, una cosa es que tengas por delante una década en activo y otra bien distinta es que la NBA vaya a estar ahí para siempre. Conforme pasan los cursos, y salvo milagros o jugadores contrastados en Europa, la NBA te mira menos, o ni te mira, sobre todo si nunca has formado parte de ella y ya enfilas la treintena.

Pero C.J. Williams no se puede quejar, él mismo lo decía cuando en ese 2012 se embarcaba rumbo a Chipre, para firmar por el entonces campeón nacional, el Etha Engomis.

Un año antes, en North Carolina State, Williams era un jugador discreto, de esos de 20 minutos por partido y 4,3 puntos de promedio. Suficiente para mantenerse en el plantel, pero quizá corto para buscar ganarse la vida con la pelota naranja.

En 2011 el escolta afrontaba un futuro incierto y se preguntaba si realmente valía para un nivel profesional. Transformar la mente fue su llave al éxito, porque le endureció y cambió el discurso. Antes de marchar a Chipre recordaba para Fayobserver el último curso que varió todo. “Pasé de preguntarme si servía para ser profesional a decirme: ‘voy a lograrlo, voy a conseguirlo’”.

A esa dinámica nueva contribuyó el fichaje para la 2011/12 de Mark Gottfried para el banquillo de North Carolina State. Williams habló rápido con él y le mostró toda la disposición para ser alguien importante en la plantilla.

En abril de 2012, C.J. cerraba su etapa en las aulas doblando sus promedios de puntos y casi multiplicando por dos su presencia en pista. De hombre de rotación a puntal clave en los éxitos de  North Carolina State, que jugó el Torneo de la NCAA por primera vez en seis años y alcanzó el Sweet 16.

Ni hablar de oficinas

Williams era un jugador mejor, alguien que creía y sabía que definitivamente su lugar estaba en el baloncesto profesional. Su idilio con los veranos, su relación de trabajo en ese periodo de descanso para muchos jugadores, empezó precisamente en 2012, cuando recién graduado probó suerte en entrenamientos previos al Draft con los Hawks y con los Bobcats.

No tuvo suerte, no salió su nombre elegido en la noche donde el protagonista nº1 fue Anthony Davis y C.J. Williams pensó que la mejor forma de testar si de verdad estaba ante la vida que quería era salir al extranjero.

“Para mí es todavía un poco surrealista que vaya a llevar comida a la mesa y cuidar de mi futura familia a través del baloncesto. Por supuesto que mi primer sueño es la NBA, pero como de momento no funciona, puedo hacer dinero trabajando en el baloncesto, que es lo que deseo, en lugar de estar en un sitio cerrado, en una oficina, que no lo quiero para nada”.

Williams se embarcó en septiembre hacia Nicosia, para firmar por el el Etha Engomis, con el que jugaría además la Eurochallenge, entonces tercera competición europea. Pensaba que así podría tener algo más de exposición, sirviendo para un torneo plurinacional. Pero más allá de eso, de lo que se trataba era de huir de los cubículos de trabajo, de los horarios cerrados de lunes a viernes, de la vida de otros. Williams quería la suya, ya fuera de jugador, que lo estaba logrando, o de entrenador, opción que se planteó justo antes de encarar su cuarto curso universitario.

En Chipre terminó como el máximo anotador del equipo y aquella experiencia le sirvió para volver a los Estados Unidos y merodear de nuevo con su sueño: la NBA.  Eso sí, lo tuvo que hacer a través de la D-League, donde debió entrar vía tryout con los D-Fenders. Allí consumió toda la 2013/14 para después encadenar un año en Italia, en la Lega, y otro en Francia, el más reciente. Ambas estancias en las primeras divisiones italianas y francesas.

Y entre un avión y otro, entre un destino y otro, Williams tuvo que bajar al barro en los veranos, porque nunca daba de lado la puerta de la NBA. En 2014, Liga de Verano de Las Vegas con los Minnesota Timberwolves; en 2015, mismo escenario, pero con los Bucks; en 2016, doblete con los Spurs: Las Vegas y Salt Lake City. Seguramente, esta última prueba fue la más satisfactoria y la que le permitió, a mediados de septiembre, acercarse más que nunca  a la NBA. Los Dallas Mavericks le firmaban para la pretemporada, con los que jugaba cinco partidos y promediaba 3,4 puntos y 1 asistencia en 10 minutos por choque.

Sin muchas esperanzas de ser contratado desde que se unió a la entidad texana, a nadie sorprendió que fuera uno de los cortados por la franquicia el 22 de octubre. Había que aligerar excedentes y Williams era uno de ellos.

¿Consuelo? Ser uno de los jugadores afiliados de los propios Mavericks en su equipo de la D-League. El 24 de octubre C.J. Williams se convertía en agente libre y pasaba a enrolarse en los Texas Legends, donde ha mantenido su puesto a pesar de fichajes de ilustres como DeJuan Blair, Ben Gordon o Gary Neal, a pesar de las actuaciones brillantes de Pierre Jackson o de Manny Harris y a pesar de que la D-League es una competición que ofrece de todo menos estabilidad.

Williams promedia casi 13 puntos cada vez que salta a la pista, ha protagonizado alguna canasta ganadora y fue uno de los más notables de los Legends en el D-League Showcase, donde de verdad hay que brillar por si algún ojeador NBA se prenda de ti.

La ansiada llamada de la NBA no llega. Williams sobrevive en la D-League apurando opciones mientras ve cómo a otros sí les llaman. El escolta extremadamente tímido, que sólo habla fluido cuando se siente cómodo con su interlocutor, apurará el baloncesto hasta que aguante el cuerpo, ya sea en los alrededores de la NBA, en Europa o donde el deporte le quiera llevar. Eso sí, para él, lo que venga siempre será mejor que estar en una oficina, de 9 a 18 horas. Es cuestión de elegir. C.J. Williams lo hizo en 2012. Y mantiene su apuesta.


EXTRA NBAMANIACS

Nuestro trabajo en nbamaniacs es apoyado por lectores como tú. Conviértete en suscriptor para acceder a beneficios exclusivos: artículos especiales, newsletter, podcast, toda la web sin publicidad y una COMUNIDAD exclusiva en Discord para redactores y suscriptores.