El año de la reválida para Jeremy Lin

Absorbido, atenuado y hasta empequeñecido. Tres adjetivos que podrían usarse perfectamente para describir cómo quedó Jeremy Lin cuando el ciclón Linsanity pasó por encima de él. Su explosión meteórica de la noche a la mañana y su representación del manido sueño americano fueron las directrices marketinianas que se abrieron paso para coronarle como el nuevo príncipe mediático en la NBA.

Han pasado unos 18 meses de aquella vorágine. Tiempo en el que se han hecho biografías sobre su vida, documentales hablando de su salto al estrellato y, entre medias, la firma de un más que suculento contrato que le desplazó del lugar donde todo ocurrió hacia un nuevo escenario en el que demostrar su valía.

La llegada a Houston fue torpe, con sinceridad. La ciudad se engalanó para darle la mejor de las bienvenidas, y los focos se apresuraron a encenderse de nuevo para iluminarle. Visto con el paso del tiempo, todos estos preparativos, que por otra parte son absolutamente lógicos, quizás no fueron el mejor caldo de cultivo para cuidar la progresión del base.

Si ya había críticas a los puntos débiles de su juego, éstas terminaron por consumarse poco a poco. A medida que avanzaban los partidos en la pasada regular season, la figura de Lin iba difuminándose como si se aplicase carboncillo en un dibujo. Siempre producto de no poder cumplir unas expectativas situadas en lo más alto, las cuales le impidieron mostrar todo lo que hubiese querido enseñar en la cancha.

Debido a que las expectativas con la Linsanity son tan grandes y la sombra es tan grande…a veces tengo que dar un paso atrás y recordarme a mí mismo que el viaje acaba de comenzar“, explicaba Lin en una reciente entrevista, respondiendo a lo que le ha repercutido la Linsanity en su rendimiento como jugador. Inteligentes palabras ante una situación complicada de llevar cuanto menos.

Este verano ha sido muy diferente para los Rockets si se compara con el de hace un año. La organización texana no ha parado de zigzaguear en el mercado para intentar subir el nivel de lo conseguido la pasada campaña. Al poco de abrirse la agencia libre, lograron el estallido mayor. Cuando Dwight Howard comunicó su decisión de incorporarse al plantel de Houston, todos esos focos tornaron de manera automática hacia el center. Probablemente, aunque el mismo Lin no se diera cuenta de lo que estaba pasando justo ahí, su aura mediática pudo respirar con alivio.

El tándem Harden-Howard o incluso el tira y afloja de Omer Asik por irse a un lugar donde sea titular han copado muchas más líneas que la importancia de Lin en este equipo. Y no es que no la tenga, claro que no es eso. Simplemente su rol ha sido modificado en todos los sentidos. Su sustancial contrato sigue ahí, pero la presión individual sobre él ha disminuido.

El que los Rockets sean o no un contender esta temporada es otro tema bien distinto a éste. Si es manifiesto que el nivel general del equipo ha subido, así como las ganas por verlos en acción. Muchos analistas han destacado la opción de que lleguen más lejos y consigan más cosas en la temporada, y en ello la carga mayor de responsabilidad se ha movido de Lin a Howard.

La oportunidad de encontrar la estabilidad en su juego, sensaciones y números está ahí. Lin debe darse cuenta, en primer término, de cuáles son sus puntos fuertes, así como también de sus limitaciones; y en segundo lugar, de que aún tiene 25 años y no puede ahogarse ya bajo la presión de la élite.

El rendimiento conseguido durante esas soñadas semanas que tuvo en New York es un hito extremadamente difícil de alcanzar. Las cifras que lograba noche sí y noche también parecen ser ese cometa Halley que pasa cada 76 años, y no debe caer en la obsesión por igualar lo ocurrido en ese tiempo en los Knicks. Ése sería el peor de los errores.

La agudeza que ha presentado Lin en casi todas sus declaraciones públicas es el pomo al que agarrarse para pensar que conoce ya a la perfección su papel para este curso. También cuál puede ser su recorrido futuro en la liga, pero eso ya es más complicado de dilucidar. Lo cierto de todo ello es que el point-guard se encuentra en el año de su reválida, el año donde debe demostrar si es válido o no para remar a coro con las intenciones de los Rockets.

De no ser capaz de cuajar una buena temporada, la presión volverá a aumentar sobre sus espaldas, aunque esta vez de forma bien distinta; si hila fino y se adapta a ser un notable secundario, su equipo bien lo podrá agradecer. Y los aficionados también lo harán, pero con cuidado y sin remover otra Linsanity. No vaya a ser que se remueva el monstruo mediático y Lin vuelva a verse metido dentro de ese bucle perjudicial.


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