El fracaso que vuelve

Pongámonos en situación: Es difícil de recordar, pero hace tan solo cinco años los Atlanta Hawks estaban a un nivel de inutilidad parecido al que hoy en día tienen los Sacramento Kings. Simplemente, eran horribles. Y lo eran siempre.

En 2004, Atlanta terminó la temporada con 28 victorias. En 2005, hicieron descender su registro hasta un ridículo número 13, que consiguieron doblar en 2006 (26). En total, tras la etapa Dominique Wilkins, casi una década sin una temporada con más victorias que derrotas y sin ninguna presencia en Playoffs. Irrelevancia.

No fue hasta 2008 que las cosas empezaron a mejorar, consiguiendo 37 victorias y, lo que fue más importante, una sorprendente presencia en post-temporada. Pero el mayor cambio llegó en lo que hace referencia a la mentalidad de los propietarios. En lugar de seguir siendo un equipo vendedor, se convirtieron en una franquicia dispuesta a comprar, empezando con el traspaso de Mike Bibby (procedente de Sacramento). La idea, que funcionó, era tratar como fuera de llevar al equipo por primera vez en muchos años hasta los Playoffs. Lo que ya no estaba en el plan, que también sucedió, era llevar a aquellos Celtics (que llegaron a la post-temporada con 66 victorias en temporada regular) hasta el séptimo partido en primera ronda.

Ese fue el auténtico comienzo. En realidad, antes de la aparición de los Oklahoma City Thunder como modelo a seguir en lo que a reclutamiento de joven talento se refiere, los Hawks ya habían apostado por seguir el mismo camino, y con éxito. En 2009 Atlanta terminó la regular season con 47 victorias y una cuarta posición en la Conferencia Este, una menos que el año pasado, cuando acabaron terceros con 53 victorias. Con un roster construido a través de Joe Johnson (llegado de Phoenix), Josh Smith, Marvin Williams, Al Horford (los tres llegados vía Draft) y Jamal Crawford (fichado en su condición de agente libre), los Hawks podían por fin presumir de tener un equipo ganador.

Pero hay un serio problema: están estancados. También en esta temporada, el equipo de Atlanta parece atascado, sin ir a ninguna parte. Como quién, en un gimnasio, va a toda velocidad sobre una máquina de correr. No avanzan. Cuando llegan los Playoffs, llegan los problemas. En la temporada 2008-09 consiguieron tan solo una victoria en primera ronda ante Miami Heat. Al año siguiente fueron barridos también a las primeras de cambio por los Cavs de LeBron. Y finalmente, en la temporada anterior, primero sudaron sangre para deshacerse de los Bucks en primera ronda, para que, después, los Orlando Magic les sometieran a una de las peores humillaciones que la NBA recuerda en unas Semifinales de Conferencia.

Atrapados en el tiempo, los Hawks parece que vuelven a encontrarse con viejos fantasmas ahora que queda un mes para el final de la regular season. Tomemos el partido del viernes pasado como mejor ejemplo: los Hawks, quintos en la Conferencia Este, llegaban a Chicago ya tras tres derrotas consecutivas (las tres en casa). Pero enfrentarse a la nueva potencia de su misma conferencia debía ser una oportunidad única de hacer una declaración de intenciones sobre la fuerza de la franquicia de Georgia, aunque solo fuera para que se lo creyeran ellos mismos. En vez de eso, Atlanta solo fue capaz de anotar 26 puntos (¡¡26!!) en toda la segunda mitad, en ruta hacia una derrota 94–76 ante los emergentes Bulls. Fue tan solo el último contratiempo de una temporada llena de ellos.

Rick Sund, su General Manager, sabía que esto pasaría. Sabe, de hecho, el temblor de piernas que le llega a la franquicia siempre a estas alturas del año, cuando menos se requiere. De hecho intentaron contratar a toda costa el pasado verano a un complemento de garantías de Horford para el juego interior cuando éste descansara. Shaquille O’Neal era la opción, pero al final nada pudo concretarse. En el último mercado de fichajes de este pasado mes de Febrero, Sund vio la necesidad de traspasar a Bibby y adquirió a Kirk Hinrich en el intercambio. Pero el problema sigue ahí: Hinrich no es el tipo de jugador que te hace llegar a unas Finales de Conferencia, pues ni tan solo soluciona el ya demasiado largo problema enquistado que Atlanta tiene en el puesto de base, a pesar de la últimas buenas actuaciones de Jeff Teague.

Joe Johnson no puede trasladar a la pista la enorme carga que lleva su altísimo contrato, así que resulta evidente que para esta próxima primera ronda de Playoffs que ya llega en 4 semanas (presumiblemente, de nuevo, contra Orlando), los Hawks necesitan una ayuda que jamás llegará. ¿Cómo va a llegar nunca algún refuerzo de calidad al equipo cuando el 80% de tu payroll se lo llevan solo tres jugadores?

(¿Es aquí donde hay que mencionar que los Hawks dejaron pasar a Chris Paul y Deron Williams en el Draft de 2005 para acabar eligiendo a Marvin Williams?).

Es curioso, Atlanta es hoy en día mucho mejor franquicia de lo que era tan solo hace cinco años. Tienen un grupo de jugadores jóvenes y con talento que les hacen ganar partidos de manera consistente. Seguro que cualquier fan del equipo prefiere esta situación a aquella con campañas miserables como la de las 13 victorias de la 2004-05. Pero con todo, esta temporada tiene escrito ya el mismo final que aquellas: el fracaso.

Sí, seguro que van a vender algunos tickets para dos o tres partidos en casa en los próximos Playoffs, pero los Hawks están atascados. Simplemente no tienen los elementos que les puedan hacer llegar allí donde quieren llegar. De alguna forma, un proceso de reconstrucción necesita antes de una construcción, y la excusa de la juventud, en este caso, ya no sirve más.


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