El hito de los Gasol en el All-Star; del músculo porque sí a la fuerza del todo

Quienes empezaron a seguir la NBA hace más o menos una década y media, se acuerdan del concepto de All-Star como un coto reservado a los físicos más trabajados, a los talentos salvajes nunca alcanzados por el vecino europeo. Un pucherazo solo en manos de jugadores americanos; de los mejores entre ellos mismos.

Quién no esboza una sonrisa cuando rebobina los recuerdos hasta el Concurso de Mates del 2000, con Vince Carter riéndose de la gravedad delante del mundo entero; o de los muelles de una bestia, coetánea de Pau Gasol, llamada Jason Richardson. Antes que ellos, para los un poco mayores, Kobe Bryant, Michael Jordan, Dominique Wilkins o Spud Webb habían dejado claro que a los focos del Concurso de Mates, en este caso, se iba con una invitación más física y explosiva que otra cosa. Casi algo extraplanetario visto desde fuera.

El All-Star Game, también, no era sino la representación más exuberante del poderío americano, en baloncesto, delante del mundo entero. Explosión sin techo de energía propia, de fuerzas sobrehumanas moldeadas a la luz de un gimnasio. Pero siempre de producto nacional, americano. Resultaba impensable que alguien fuera de tal onda se colase en la partida.

El cambio

El formato, como todo, fue evolucionando, hasta que un buen día, dos hermanos, de apellido Gasol, han volatilizado muchas reminiscencias de los All-Star Game del pasado. Si hace quince años, o menos, el músculo en bruto prevalecía sobre la habilidad no acompañada de un físico descomunal, la presencia de Pau y Marc Gasol en los quintetos titulares revela el cambio de enfoque en el espectáculo.

Jugador total

Pau y Marc representan el jugador total, que anota –hasta de tres–, defiende, rebotea, asiste, dirige, tapona, tira de lejos, inventa un pase de espaldas, o sin mirar, lidera, juega con el balón por debajo de las piernas… es decir, un talento genético que se impone sobre la fuerza «porque sí».

Hay que contar además que han sido los aficionados quienes han decidido que así sea. Es decir, la propia liga y el mundo entero han admitido su llegada al departamento más alto de la liga. Sin ser ya menos que otros.

En el All-Star ya no solo caben físicos de escándalo, como el de LeBron James, ahora la perfección estilística de los Gasol también copa titulares.


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