Golden State Warriors: en busca del broche de oro

No habría nada más justo ni más bonito que un título de los Warriors.

Calidad, esfuerzo, plasticidad, técnica, compromiso, equipo y muchas cosas más. Ya nadie se resiste a los encantos de los Golden State Warriors.

Un entrenador novato con ganas de demostrar su valía ha guiado a una plantilla completísima hasta la cima en tan solo 82 partidos, y batiendo unos cuantos récords por el camino. A Steve Kerr se le ha escapado el premio al Entrenador del Año por los pelos, pero él tiene su objetivo claro, y no es otro que el campeonato.

El gran valor de estos Warriors no reside solo en su aptitudes para jugar al baloncesto, sino en los sentimientos que son capaces de despertar en todo aquel que se sienta cada noche en un sofá y piensa: «No puedo perdérmelo«.

Evidentemente, han sido sus famosísimos triples los que nos han enganchado a ellos, pero los de Oakland ya son mucho más que eso. Un equipo que sabe a lo que juega, en el que sus estrellas (sí, en plural) han aprendido y crecido pasándose el balón entre ellos. Stephen Curry es la cabeza visible de un elenco de jugadores que atacan y defienden con el cuchillo entre los dientes.

El concepto del compañero elevado al máximo exponente. No existen egoísmos ni orgullos que se interpongan en el camino hacia el bien común. Al fin y al cabo, los Warriors no dejan de ser una familia con diferentes apellidos.

Una mano en defensa, un dos contra uno bien ejecutado, un bloqueo perfecto, un pase extra que encuentra una camiseta amiga con un tiro liberado. Detalles sobre una cancha de baloncesto que los de la bahía han convertido en rutina. Detalles que, pese a estar en la sombra, tienen un valor fundamental en la química de vestuario. Detalles que hacen equipo y que en ocasiones ganan campeonatos.

Las barbaridades estadísticas

Hasta 67 victorias han acumulado en la Temporada Regular (el mejor equipo de toda la liga) mientras dejaban exhibiciones aquí y allá para que no dejáramos nunca de disfrutar. Un total de 16 triunfos más que el curso pasado (51) con el que podrán disfrutar de la ventaja de campo durante toda la post temporada. Un dato que se presume más que importante si reparamos en que en el Oracle solo han concedido dos derrotas en 41 partidos.

Los Warriors han liderado la campaña 2014-15 casi de principio a fin, y lo han hecho dominando la liga en casi todas las categorías estadísticas: su ataque vertiginoso les ha llevado a anotar 110 puntos cada noche (1º), su generosidad con el balón ha hecho que sumen 27,4 asistencias de promedio (1º), su esfuerzo defensivo ha resultado en que sus rivales tengan un 42,8% de acierto en los tiros (1º), con su capacidad para ejecutar en ambos lados de la cancha han logrado una media de más de 10 puntos de diferencia sobre sus rivales (1º), y, por supuesto, su capacidad para lanzar y anotar desde cualquier lado de la cancha (sí, cualquier lado) les ha llevado a liderar la liga en porcentaje de tiros de campo (47,8%) y en efectividad desde el triple (39,8%).

A todos los guarismos mencionados hay que añadir varias clasificaciones más en las que han destacado durante el presente curso baloncestístico. Por ejemplo, han sido sextos en la captura de rebotes con 44,7 rechaces por noche (empatados con Nuggets y Wizards), cuartos en robos de balón (9,3) y segundos en tapones (6 por partido).

Dominio total.

Un sinfín de armas

Todas esos números respaldan a un gran equipo que, además, posee algunas individualidades que no tienen nada que envidiarle a nadie.

Curry es el mago, el ejecutor y el MVP de estos Warriors, y puede que de la temporada. Sus 23,7 puntos y sus 7,7 asistencias no reflejan la magnitud del jugador ante el que nos encontramos. Un estrellón, un rompe partidos y, por encima de todo, un auténtico espectáculo. Sus 286 triples anotados son una nueva marca personal y un nuevo récord de la liga (dos conceptos que empiezan a significar lo mismo).

Klay Thompson era el escudero del mago hasta que aprendió a poner el balón en el suelo. Un tirador excelso, una metralleta sin igual (21,7 puntos por partido). Ahora penetra, anota para abajo, contra tabla e incluso asiste. Y todo eso mientras sigue mejorando en su papel de SplashBrother (43,9% desde la línea de tres, solo a 0,4 del 44,3 de su compañero de backcourt) y sigue pasando cientos de bloqueos persiguiendo a los mejores jugadores del conjunto rival. Ha batido junto a Curry el mejor registro de triples anotados por unos compañeros de equipo con 525. Juntos han encestado más lanzamientos desde la línea de 7,25 que cinco equipos NBA al completo (Hornets, Wizards, Kings, Grizzlies y Timberwolves).

Tras sus dos principales estandartes nunca se esconde la ambición sin fronteras de Draymond Green, quién probablemente sea segundo en las votaciones de dos premios individuales: Mejor Defensor (ya lo ha sido, por detrás de Kawhi Leonard) y Jugador Más Mejorado (lo normal es que se lo arrebate un tal Jimmy Butler); tampoco la juventud y el gran margen de mejora de un Harrison Barnes que cada día sube un escalón más; ni la veteranía y el liderazgo defensivo de Andrew Bogut y Andre Iguodala, o los grandes minutos desde el banco que suelen brindar Shaun Livingston, Leandro Barbosa y Marreese Speights.

El objetivo es el cielo

Con el final de la Temporada Regular llegan las felicitaciones, los abrazos y sobre todo la presión. Son el conjunto a batir. Lo saben y no rehuyen el papel de favoritos. Empezaba lo bueno. Empezaban los Playoffs.

La primera ronda ya es historia (para ellos). Los New Orleans Pelicans no han sido rival para unos Warriors que, pasando los momentos justos y normales de nerviosismo (con la prórroga del tercer choque incluida), han sabido sacar adelante los cuatro primeros partidos y ya descansan esperando adversario con la confianza por las nubes.

Grizzlies, Spurs, Clippers, Rockets, Cavaliers, Hawks o Bulls podrían acabar cruzándose en su camino pero, ¿alguien puede frenar a estos tipos?

Una frivolidad de Curry, una racha de Thompson, un tapón de Bogut, un mate de Iguodala, un contraataque de Barnes, un bandeja de Barbosa, un tiro de cuatro metros de Speights, un balón a Livingston en el poste y cualquier cosa que haga Draymond Green. Porque no habría nada más justo ni más bonito que un título de los Warriors.


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