Heat: urge iniciar la temporada

Quizá las auténticas víctimas de las disputas laborales que todavía tienen cerrada a la NBA no sean los jugadores, o los propietarios. Quizá tampoco los fans. Puede que los mayores perjudicados por este eterno lockout sean los Miami Heat.

Suponiendo que la temporada debía de haber empezado el pasado 1 de noviembre, y sin noción alguna de cuándo finalmente comenzará o ni tan solo si lo llegará a hacer algún día, es Miami quien más tiene a perder en este escenario. Su necesidad de volver a las canchas y redimirse del desastre del pasado mes de junio en las Finales es tan fuerte, su deseo de volverlo a intentar tan poderoso, que a su propietario, Micky Arison, le ha costado medio millón de dólares expresarlo en su cuenta de Twitter.

Recientemente, en respuesta a un fan que llamaba “cerdos avariciosos” a los propietarios, Arison encendió la mecha con una cándida brevedad: “estás ladrando al propietario equivocado”. Lo que, traducido, significa principalmente, dos cosas: la primera es que los propietarios también están divididos (que los jugadores lo están resulta a estas alturas una evidencia), con algunos de ellos (Arison, por ejemplo) dispuestos a cerrar un acuerdo ya y empezar a jugar cuanto antes. Y la segunda es que los Heat en particular no pueden esperar más a que esto termine y empezar a redimirse de las estupideces, falsas esperanzas y explosión final que significó la temporada 2010-11.

LeBron James necesita como el aire que respira tener la oportunidad de demostrar que su increíble talento y su superdotada condición física pueden ayudarle a superar sus ahora ya claros problemas a la hora de cerrar los partidos. Sus desastrosas desapariciones en los últimos cuartos de los partidos del pasado mes de junio no solo le costaron a su equipo el anillo. También alentaron el pensamiento de aquellos que opinan que la mejor etapa de juego de LeBron ya pasó, y que su alineamiento con otras superestrellas en el mismo vestuario aminora su rendimiento personal, en vez de engrandecerlo.

Ganar el anillo conseguiría para siempre eliminar esta narrativa. Pero será realmente difícil de conseguir sin temporada 2011-12.

Y lo mismo ocurre con los que le rodean. Dwayne Wade cuenta ya con 29 años. Es, de hecho, el mayor de los miembros del Big Three (Bosh tiene 27, James 26). El tiempo es algo finito, y las oportunidades no entienden de negociaciones, mediadores o BRI’s. Los tres serán testigos pasivos de cómo su ventana se cierra un poco más si finalmente se pierde la temporada, pero Wade en particular tiene poco tiempo que regalar. Sensiblemente más bajo que los otros dos, Wade tiene un estilo de baloncesto ofensivo así como una personalidad competitiva insaciable que les está costando un alto precio a su cuerpo. Más tarde o más temprano (seguro, más temprano que sus compañeros), Dwayne Wade empezará a romperse más a menudo. Por ello, su momento, también, es ahora.

Y después está Chris Bosh, que simplemente anhela que llegue la temporada para autoconvencerse de que su sitio es ese, entre las superestrellas del equipo.

También Erik Spoelstra necesita de nuevo subirse al tren de la regular season cuanto antes. Su caso es el del único entrenador que empieza las temporadas con su puesto pendiente de un hilo, pero lo ocurrido en las pasadas Finales (con el colapso de LeBron) puede que le de más margen para ejercer más influencia como entrenador sobre su equipo. No es el suyo un papel agradable: fue superado como coach claramente en las pasadas Finales, su equipo se hundió, su estrella desfalleció y al final fue él quien tuvo que responder a todo ello. Y tendrá que seguir haciéndolo, siempre que haya partidos por jugar.

Incluso los fans de los Heat, tan despreciados por las multitudes que celebraban sus derrotas, han sido dejados en un estado de perene letargia del que solo el inicio de la rutina de los tres o cuatro partidos semanales les puede sacar. Necesitan convencerse de que el equipo que aman, aquel que al final les llevó a dar la razón a todos sus enemigos, puede hacerlo mejor. Ningún fan de ninguna otra franquicia NBA puede hablar de victimismo de la forma como pueden hacerlo los fans de los Miami Heat.

Porque, en realidad, la NBA, como cualquier otro negocio deportivo construido para los fans y para su dinero, es un bien lujoso. No un derecho preconcebido o una necesidad vital diaria. Y como sucede en la mayoría de los bienes lujosos, cuando temporalmente son retirados del mercado y después devueltos, algunos vuelven a consumirlo; pero algunos otros, simplemente prefieren gastarse su dinero en otra cosa.

Todos echamos de menos algo mientras la pesadilla del lockout no termina. Pero son los Miami Heat los que están anclados en el infernal universo que ellos mismos crearon. Aquel de The Decision, el de “no uno, no dos, no tres… anillos”, todo el odio, todo el ego, la negación, la debilidad y el colapso. Y solo hay una vía de escape: la de ganar de una vez por todas ya el anillo de campeones de la NBA.

(Lo que, por cierto, es completamente imposible mientras no haya competición).


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