Joel Anthony, el ‘jornalero’ de la NBA

Si el 13 de abril de 2016 hubiera sido el último partido de Joel Anthony en la NBA, el pívot nacido en 1982 en Montreal, Canadá, podría haberse dado por satisfecho. Ese día, los Pistons vencían a los Cavaliers en un intrascendente duelo de regular season, antesala del enfrenamiento que iba a medir a ambas escuadras pocos días después en los playoffs por el anillo.

Anthony, que no entraba en los planes de los Pistons, jugaba esa jornada 35 minutos y firmaba 7 puntos, 4 rebotes y 8 tapones, su récord personal  histórico en este último apartado. Buena marca para cerrar una carrera deportiva. Porque el pívot canadiense disfrutaba ante Cleveland de su última experiencia con los de Detroit, que en febrero lo habían mandado a Houston, que a la vez lo había mandado a los Sixers. Pero ese traspaso en cadena se canceló después porque uno de los implicados, Donatas Motiejunas, no pasó las pruebas físicas.

Así que Anthony se quedó en Motown, sin impacto en la rotación. En los citados playoffs, los Cavaliers de su excompañero LeBron James barrieron a los Pistons (4-0). Anthony no pisó el parqué. En verano, quedó libre.

Todo un campeón de la NBA

A sus 34 años, con unos discretos promedios de 2,2 puntos, 2,8 rebotes y 1,1 tapones por partido en el total de sus temporadas en la competición, el de Canadá tenía que volver a buscar empleo.

Más allá de los números, Anthony tuvo su momento en la NBA, en los Heat de LeBron, Wade y Bosh que estuvieron presentes en cuatro finales consecutivas (2011, 2012, 2013 y 2014). El center jugó las tres primeras y puede sentirse  orgulloso de los anillos de 2012 y 2013. Sin duda, esos tiempos fueron los mejores de un hombre que se convirtió en  fundamental  en el éxito de 2012, con muchísima presencia en el quinteto inicial durante la temporada regular y labor de fontanería, que alguien tenía que hacerla.

Siempre contratos ‘discretos’

Anthony nunca disfrutó de grandes contratos, dentro de lo que es el contexto de la NBA. Recaló en los Heat en 2007 tras dos cursos en la Universidad de Nevada Las Vegas, donde dejó patente que si algo sabía hacer era taponar y que si algo podía evitar, era anotar.

No salió en el Draft de ese año y Miami fue su única franquicia hasta que le traspasaron a los Celtics en 2014. Jamás alcanzó los 4 millones dólares por año en ninguno de sus contratos y sus mejores estadísticas en un partido son las siguientes: dos dobles-dobles, 13 puntos como tope anotador, 16 rebotes como cima en esta clasificación y 3 asistencias y 3 robos como lo más notable en estos apartados.  Además de los citados 8 tapones ante los Cavaliers en 2016.

Vuelta al trabajo en San Antonio

El verano pasado, después de quedar libre y tras disputar el preolímpico de Filipinas con Canadá, selección a la que acudió casi siempre puntualmente y con la que jugó el Mundial de 2010, Anthony se entrenó para mantenerse en forma, dispuesto a volver a la vida bajo los aros. Los Spurs le extendieron una oferta para su pretemporada, pero fue cortado antes del inicio de curso.

Por primera vez en una década, Anthony no tenía empleo en la NBA. Pero seguía disponible para hacer lo que otros no hacen: no mirar al aro nada más que para coger rebotes, seguir dispuesto a que el ego sea cosa ajena a su figura, machacarse día a día por los demás.

Cuando Pau Gasol caía lesionado la semana pasada, Popovich no dudó en mirar al pasado reciente y llamar a Anthony para contar con alguien en las profundidades de la rotación. Los Spurs le dieron un contrato de 10 días, 82.000 dólares de nómina y la claridad de que sus minutos no serían nada del otro mundo. Anthony llegaba a San Antonio como parche temporal, como suplente de los suplentes. No pasa nada.

Debutó el 24 de enero en la paliza de los texanos a los Nets. Cinco minutos en el último cuarto, 4 rebotes y lo mismo de siempre durante toda su vida: labor en la sombra, dólar ganado en cada movimiento.

¿Cómo es posible que a un hombre con unas prestaciones tan poco visibles no le haya faltado casi nunca el trabajo desde hace una década?

Anthony es listo, sabe sus limitaciones y vive con ellas. Todavía ágil, inteligente, posee la experiencia suficiente para saber dónde colocarse en cada momento y defender el aro propio, intimidar y bloquear al rival en ataque, ser el hombre molesto que está para lo que está. Y asumir ese papel es el que le permite, de nuevo, ganarse el jornal y quizá terminar en alguna franquicia la que es su 10ª temporada en la NBA. Y dos anillos. Mucho más de lo que ciertas estrellas han llegado a conseguir. ¿La clave? Aceptar tu rol y no volverse loco. Ese es el éxito del canadiense.


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