Kobe Bryant: urge un cambio de enfoque

Antes incluso de que empezara esta temporada, la mayoría de los fans de Los Angeles Lakers ya tenían un objetivo al que apuntar ante los posibles problemas que el equipo pudiera tener: su nuevo entrenador, Mike Brown.

De hecho, muchos dudaban ya desde el breve training camp de diciembre que Brown fuera la respuesta que la franquicia necesitaba ante los interrogantes que dejaba la marcha del legendario Phil Jackson. Pero en lo que llevamos ya de regular season, no se puede decir otra que cosa que constatar el hecho de que Mike Brown ha estado espectacular.

Tras el adiós a los métodos del Maestro Zen, la urgencia de Brown y sus constantes recursos y cambios tácticos son, al menos, un cambio refrescante. Casi no hay una posesión de Los Angeles en la que Brown no esté alentando o corrigiendo a sus jugadores, ya sea a los que están en pista como a los que se sientan en el banquillo. El liderato que intenta imponer Mike Brown seguro gusta a los que mandan en la franquicia californiana. Así que los problemas con los que los Lakers han empezado la temporada deben atribuirse a otra persona.

Kobe Bryant.

Los fans longevos de los Lakers ya han tocado y bailado esta canción con anterioridad. Mientras la actitud de “me niego a cambiar mi forma de jugar” estaba muy bien cuando Kobe era joven, el actual Bryant debería ser más comprensivo. En este sentido, el #24 de los Lakers es casi una rareza: desea el éxito sin aceptar ninguna forma de sacrificio personal a cambio.

Otros, como por ejemplo Ray Allen, han aceptado que los números individuales pueden decrecer por el bien del equipo. Kobe Bryant niega la mayor. Paradójicamente, Bryant se queja a los que mandan en los Lakers si no le rodean de suficiente talento; pero, al mismo tiempo, rechaza delegar en pista a jugadores como Andrew Bynum y Pau Gasol. ¿Cambiaría esta dinámica si los Lakers consiguieran hacer llegar a su vestuario a Dwight Howard?

Mirando atrás, el problema que tuvo Kobe con Shaq fue que Bryant sintió que con O’Neal al lado no tenía espacio para crecer como jugador, pues debía poner el balón en demasiadas ocasiones en el poste para Shaq. ¿Cuánta hipocresía hay entonces en el hecho de negar a Bynum la misma oportunidad para crecer? Kobe Bryant debe darse cuenta que nadie más que él mismo se beneficiará del desarrollo de Bynum. Darse cuenta y aceptarlo.

Existen semejanzas entre lo que aquí se describe y cómo Allen Iverson dejó la NBA hace ya algún tiempo. Iverson, como Bryant, rechazó cooperar con los jugadores más jóvenes de Detroit o Memphis. Quemó tantos puentes que, aún admitiendo todos que podía seguir siendo un gran anotador, nadie deseaba compartir plantilla con él. La diferencia entre Bryant y Iverson en este caso es que Kobe todavía es uno de los mejores jugadores de la Liga y está en posesión de un contrato largo.

Kobe Bryant debería confiar más en sus compañeros y aceptar que puede que no siempre sea el protagonista del plan de juego ofensivo. De no hacerlo, de continuar dividiendo a sus compañeros y a la millonaria base de seguidores que tiene la NBA, su propio legado será el más perjudicado.


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