La extraña y mortal metamorfosis de los Cavs

Hasta la primera mitad del cuarto partido de las Finales, los Cavs hicieron un excelente trabajo para contener a Golden State. El 55-50 a su favor al descanso fue el resultado de una buena labor colectiva del equipo entrenado por Tyronn Lue. Con mejores porcentajes de acierto que su rival (46,5% en tiros de campo de Cleveland por 43,2% de los Warriors) y espléndidos en el rebote (10 ofensivos en la primera mitad), solo los triples de los Warriors evitaban que el resultado fuera más abultado.

Pero todo cambió tras el descanso. Hasta entonces, Kyrie Irving y LeBron James se habían combinado para 16 de los 43 tiros de campo intentados por los Cavs. Jugadores como J.R. Smith y Tristan Thompson eran parte integral del ataque, pero en la segunda mitad quedaron como meros comparsas. El resultado fue una dependencia destructiva en sus estrellas y un juego excesivamente previsible que acabaría siendo respondido con contundencia por los Warriors.

Cosa de dos

De los 38 tiros de campo intentados por Cleveland en la segunda mitad, 33 fueron obra de Irving o James, quienes no descansaron ni un segundo. Solo Kevin Love (que no pasó de 11 minutos) se jugó más de un lanzamiento, a los que añadió 4 tiros libres. Lo demás fue básicamente un monopolio de los dos jugadores. Sus porcentajes fueron más que aceptables (16/33 combinado), pero no lo suficiente para contrarrestar el acierto de Golden State en los triples.

La principal diferencia fue el valor de los intentos de cada equipo. A simple vista, el porcentaje en tiros de campo de los Cavs fue bastante mayor también en la segunda mitad (47,4% por 38,6%), pero los 9 triples de Golden State por solo 1 de Cleveland fueron la clave. Irving o James decidieron atacar la pintura prácticamente en cada posesión. De nuevo con relativamente buen acierto (13/23 combinado), pero insuficiente para contrarrestar el bombardeo desde fuera del arco de sus rivales.

Tiradores sin tiros

Quizás el mejor ejemplo de la falta de diversidad del ataque de los Cavaliers se encuentra en J.R. Smith. El escolta fue el jugador, empatado con Kyrie Irving, que más lanzó en la primera mitad (3/10 en tiros de campo). En la segunda, pese a descansar solo durante 5 segundos, no lanzó ni una vez. 0/0 en tiros de campo, 0/0 en tiros libres. Su única aportación estadística fue un rebote defensivo y tres faltas. Channing Frye, otro jugador que vive del triple, tampoco miró al aro en sus 4 minutos en cancha, sumando solo dos faltas personales.

Ni en los momentos calientes de Golden State en los que sumaban puntos de tres en tres, los Cavaliers buscaron contrarrestar con sus mismas armas. De los 9 triples que intentaron (7 de ellos de Irving y James), solo 1 fue desde las esquinas, el lugar estadísticamente con más probabilidad de acierto, por 7 lanzados antes del descanso con 4 anotados. Los intentos fueron más forzados y mejor defendidos por los Warriors. Sin circulación de balón para encontrar mejores posesiones o lanzadores alternativos, y con la batalla en el rebote perdida, la única esperanza de Cleveland era secar a Golden State. No ocurrió. La derrota acabó siendo inevitable y sus opciones de ganar el campeonato, reducidas al mínimo. Ser previsible nunca es una buena estrategia ante el vigente campeón.


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