La venganza de LeBron James

Tendréis que ir a otro sitio para encontrar artículos sobre el orgullo, coraje o ambición de los Celtics. O sobre que la serie está todavía abierta porque a estos Celtics nunca conviene darlos por vencidos.

Aquí solo vais a encontrar la verdad: los Celtics murieron el pasado lunes con la derrota (90-98) en el Garden del Game 4 de la serie contra Miami Heat.

Dicen que en la cena del día antes de ese partido, LeBron James y Dwayne Wade se conjuraron para ganarlo; no en vano se trataba sin duda del partido más importante que afrontaban juntos desde aquella histórica Final de los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008. Tras una temporada más que bacheada, una victoria en el TD Banknorth Garden que decantara definitivamente la serie de semifinales de Conferencia ante los Celtics representaba, como poco, un test de entereza para ellos. Sino una breve, pero pura bocanada de venganza.

Los fracasos del pasado colgaban del techo del pabellón, junto a las 17 banderas de campeones de los Celtics. Miami bien podría haberse llevado la serie sin ganar un solo partido en Boston, pero sin embargo era imperativo tomar el control absoluto de la situación mediante una buena sacudida a los Celtics en su propia casa. Por todo lo sufrido, había que liquidar al rival y había que hacerlo ante toda su gente.

La noticia que todos los haters de los Heat no querían que llegara parece que ya está aquí, pues este mismo partido, (como demuestran los más que regulares porcentajes de tiro de James o Wade y, sobretodo, el enésimo balón decisivo perdido por Bron a falta de 20 segundos del último cuarto) hace tan solo unas pocas semanas, lo habrían perdido. Pero la victoria ante los C’s al final de la temporada regular quitó los miedos, mientras que las dos primeras de la serie en Miami certificaron el cambio. Los Heat son ahora aquel equipo que todos esperábamos que fueran: los favoritos al anillo.

Fue necesaria una prórroga, sí. Pero ésta solo sirvió de testigo de excepción de que estos Celtics están demasiado cansados, demasiado desgastados y son demasiado incapaces de llevar más lejos en esta serie a los Heat del nuevo Big Three. Miami, y todos los espectadores de cualquier parte del mundo, vio como Doc Rivers pedía tiempos muertos simplemente para que sus jugadores pudieran descansar, vio a Kevin Garnett desfallecer como nunca en el juego interior y en su acierto en el tiro, y vio como no tan solo el maltrecho codo de Rajon Rondo le impedía jugar con la inteligencia y destreza con la que suele.

Cuerpos fatigados y espíritus venidos a menos en Boston. Juntos, los Heat firmaron el testamento de los Celtics. Juntos, Miami ha llevado a Boston allí donde deseaba desde que Wade, James y Chris Bosh se unieron a este megaproyecto allá por el mes de Julio. LeBron James consiguió 35 puntos y 14 rebotes en ese ya definitivo Game 4, pero también una importante inyección de moral en forma de alivio que seguro le vendrá de maravilla cara al Game 5 de esta próxima madrugada, primera opción de billete para los Heat hacia las Finales del Eastern, y con menos desgaste del esperado.

Enfundado en una camiseta verde, alguien gritaba “nos vemos el viernes!” a los jugadores de los Celtics sin encontrar demasiada respuesta, mientras éstos enfilaban el túnel de vestuarios abatidos tras la derrota en el Game 4. Éste no es precisamente el lugar donde los equipos veteranos y cansados quieren estar. Para vencer ahora tres veces seguidas a Miami Heat se requiere de un colapso total de los de Erik Spoelstra. Pero tienen demasiado talento, mucho dominio y aún más bocas que callar para que tal catástrofe pueda darse por posible.

Para James, quedan saldadas las (muy) dolorosas derrotas en post-temporada en ese mismo pabellón pero con el uniforme de los Cavs. Ahora, junto con Wade y Bosh, King James tiene por fin ante sí una posibilidad real de ganar el anillo. Lo sucedido en el Oeste con Spurs y Lakers ayuda sí, pero no menos que ver el estado físico y mental con el que los Heat han llegado al momento más importante de toda la temporada. Ahora James ha aprendido que el pasado también puede ser vengado, al tiempo que puede comprender que esto no significa nada más que el hecho que lo mejor está todavía en el futuro, con lo que solo hay que intensificar el trabajo y no dejarse llevar.

Estamos a punto de ser testigos de cómo un Big Three da el relevo a otro. En la derrota y en la victoria, máximos honores para ambos.


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