Si en la NBA actual existe una comunión basada en la necesidad más imperiosa, ésa es la que dibujan los New Orleans Pelicans en torno a Anthony Davis.
El joven ala-pívot sigue haciendo trizas marcas y expectativas. Hasta ahora, su obra deja tras de sí 25,4 puntos, 11, 2 rebotes, 3,4 tapones o un mutante, dado la altura de sus cifras, 56 por ciento en tiros de campo por actuación.
Su temporada es ya, con menos de un mes consumido, digna de estar en el corral de gallos que pelearán por el MVP. No obstante, se da el caso de que su equipo depende de él en exceso. Y es que cuando el nuevo mesías de la pintura NBA no llega a los 20 puntos en producción, los Pelicans hincan la rodilla. Ciencia pura. Y bastante dura para New Orleans.
Tres veces
Davis tan solo faltó a su cita con los dígitos encabezados por el número ‘2’ tres veces este curso. Y, sin ser casualidad, su equipo fue borrado del mapa en todas ellas. La última, anoche ante los Kings, cuando la superestrella más joven de la liga –21 años todavía– se quedó en 14 puntos. Resultado: para casa con la mochila vacía.
Antes, había ocurrido lo mismo el 21 de noviembre ante Denver –18 puntos– y el 3 del mismo mes ante Memphis –14 tantos–. En el resto de encuentros, los que Davis desmelenó su juego, New Orleans solo se agachó tres veces y ganó siete.