El mejor cuento de Navidad se escribe en Memphis

Es época de luces brillantes, cotillón y regalos caros. Es momento de fraternidad y hermandad, de comunión y reunión. Las fiestas de Navidad son la mejor excusa para dar lo mejor de nosotros, tengamos las herramientas que tengamos para hacerlo posible.

Disney nació y vivió para estos días, para estas recreaciones. Las televisiones se llenan de películas con su sello y otros que fueron a la zaga en aquello de contar las historias dulcificadas con las que muchos crecimos. Relatos tomados de las verdaderas estrellas sin bombilla pero con la mejor luz, los Charles Perrault, Hans Christian Andersen, Robert Louis Stevenson, Edgar Allan Poe, Mark Twain o los hermanos Grimm.

En la NBA hay mucho foco y mucha estrella que se trasluce en ellos, pero hay equipos más oscuros cuyo brillo sí es verdaderamente real y puro, sin artificio. Memphis Grizzlies, un equipo que tal y como está construido jamás irá a la moda, es de esos outsiders. No suelen ocupar las portadas de las revistas, no suelen aparecer en las recopilaciones con las mejores jugadas de cada jornada, no suelen encabezar las clasificaciones individuales, pero son el conjunto mejor conjuntado de toda la liga.

Más que cifras

Tengo un amigo… Sí, os lo voy a contar. Tengo un amigo al que no le gustan los Grizzlies. Nada. La palabra que utiliza para definir su juego es «coñazo«. Lleva pocos años viendo NBA, es consumidor ocasional y es muy de Curry y LeBron. Vamos, enamorado del ‘bling-bling’. Un saludo desde aquí, Alberto.

No es casual, por eso hago énfasis en ello. Lo de ir hacia la luz y dejar lo oculto de culto. A todos nos gustan los mates trabajados, los tapones fuertes y las asistencias enrevesadas, pero quedarse sólo con eso sería mantenerse en la superficie y no sumergirse en el epicentro de este bonito juego que esta semana cumple 125 años de edad.

Se entiende, eh. Los Grizzlies son esa persona de la que no te enganchas a primera vista pero de la que te acabas enamorando. Son el equipo con peor porcentaje (41,4%) y eficacia (46,3%) en tiros de campo y al que más tapones (5,7) colocan, y en ratio ofensivo sólo los 76ers están peor posicionados que ellos (102). A priori parece un desastre, pero es que el baloncesto no sólo son números.

Una filosofía que perdura

¿Dónde nació el grit ‘n’ grind de estos Grizzlies? Ni ellos mismos lo saben. Son una de las franquicias jóvenes de la Asociación, aún no ha llegado a cumplir las Bodas de Plata. Pero en la ‘Marc-Era’, que llegó después de la ‘Pau-Era’, es donde se ha hecho reconocible.

Lionel Hollins, un veterano siempre alineado en segundo plano, tomó las riendas como otros asistentes habían hecho ya en este mismo equipo años atrás. Pero él dio con la tecla: fiarlo todo a la defensa, sin mirar más atrás. Lo curioso es que después vino Dave Joerger, un coach eminentemente más ofensivo, pero no tocó los cimientos. Y David Fizdale, el actual, tampoco se atrevería a experimentar con el sanctasanctórum de los Grizzlies.

Ya es cultural, es patrimonio de la ciudad. No a la altura de la música, eso es más que obvio, pero esta forma de jugar a baloncesto está calando hondo en lo que rodea a esta organización. El resultado final es lo que les otorga ese poso de grandeza.

Fundamentos para una estructura de calidad

Actuando como si fuera El Grinch, aquel personaje del Dr. Seuss que quería robar la Navidad a los que habitaban con él, los Grizzlies utilizan métodos pocos finos y sin alardes ni ornamento, le ponen dureza y brega, juegan con una red que ya se encargan ellos de construir.

  • El culo, abajo. Así tiene que estar si quieren que les salga bien lo que planean. La estadística sí les da la razón aquí, ya que tienen el mejor ratio defensivo y son el 2º equipo que más rebotes coge y que más balones roba. Esto último les lleva a provocar que el rival dé pocas asistencias (2º de la liga) debido a las dificultades en el movimiento de balón. Asfixia pura y dura.
  • Los contraataques. Ya vimos cómo en conjuntos como los Wizards el contragolpe es importantísimo, pero no aquí. Robar muchos balones les sirve para recuperar la pelota y ya. No cambia más allá de eso, no se traduce en puntos que viene por esa vía (27º de la liga). Posesiones muy largas aunque exista esa ventaja inicial.
  • Cortar el juego. Son el equipo que más faltas hace de la liga, más de 24 por partido. Algunos pensarán que eso es tomar el camino fácil, pero no deja de ser un camino viable y con salida al final. Con ello controlan perfectamente el ataque rival cuando tratan de sorprenderles.

La épica

En la relación anterior faltaría un punto: la piña. En los equipos deportivos se nota cuando un grupo unido se convierte en algo más que un conjunto de jugadores con una vestimenta uniformada. Memphis Grizzlies es un buen ejemplo.

Han sido apaleados por las lesiones. El año pasado batieron el récord de fichas de inscripción de jugadores en una temporada (28) dado que la enfermería estaba de bote en bote. Fue un esfuerzo titánico en el que salieron incluso reforzados, ya que con un equipo de circunstancias alcanzaron igualmente los Playoffs.

Esta temporada han ido por el mismo sendero. Con Gasol saliendo de su peor lesión y Brandan Wright perdido para la causa, Carter, Conley y Parsons han hecho saltar las alarmas. El componente de edad en el equipo puede traer estos problemas adicionales, que así se traducen. Poco ha importado, ya que 18-12 de balance es para celebrarlo por todo lo alto. La épica del cuento infantil más primigenio perdura en estos Grizz.

Autores materiales

A los protagonistas ya les conocemos, pero no está de más poner más luz sobre la sombra que ellos mismos proyectan para protegerse. Y como si de los personajes de fábula se trataran, que más o menos en eso podríamos traducirlo viendo las circunstancias a las que se enfretan, qué menos que repasar su papel en la obra.

  • El Rey León – Marc Gasol. Decía Fizdale que su equipo no tiene un líder. Un día después, 38 puntos de Big Spain. Se equivoca de vocablo: no tienen estrella, pero sí un líder. La lesión ha cambiado su forma de jugar, adaptándose a un rango mucho más extenso y con más armas con las que pegar. Lo diseccionó Mariano Galindo en esta web, por cierto.
  • La Bella y la Bestia – Zach Randolph. Los dos personajes en uno. Con los problemas de conducta que tuvo Z-Bo en sus años mozos es un soplo de aire fresco verle como gran motor de un vestuario. Su vuelta al equipo tras la muerte de su madre fue un momento definitorio. Y saliendo desde el banquillo está haciendo daño e historia -de las buenas- a partes iguales.
  • Cenicienta – Mike Conley. El zapato de cristal se lo podrá comprar él mismo con su lucrativo contrato, el mayor en la historia de la NBA hasta el momento, pero esto es algo que también pone de relieve el poco dinero que ha hecho falta invertir en construir un equipo para pagar tanto a un jugador infravalorado. Una metáfora perfecta. Cuando faltó Conley, hubo nervios.
  • Peter Pan – Vince Carter. Quiere seguir siendo un niño. Roza los 40 años y sigue con las mismas ganas que el primer día. En lo que ha podido participar sigue aportando un toque único. Sólo el físico le aparta de la realidad de su equipo, pero aporta lo que otros no.
  • Tod y Toby – Los Troy, Daniels y Williams. Uno en ataque, otro en defensa. Son nuevas piezas que sumar y se han integrado perfectamente.
  • Dumbo – JaMychal Green. Surca los aires, de los pocos que pueden jugar por encima del aro en este equipo. Compacta genial con el renovado Marc, despistando por líneas de fondo y muy seguro en el rebote, haciendo lo que se le pide. Y mejorando día a día en eso de controlar sus tiros.
  • El Jorobado de Notre Dame – Chandler Parsons. Quizás es el punto negro. Los problemas con las lesiones han hecho de la desconfianza la tónica habitual cuando se habla de él. Sigue teniendo el potencial, la afición espera poder ver lo que prometía (jugando los mismos partidos que Douglas, un temporero). En Dallas ya lo comprobaron.
  • Robin Hood – Tony Allen. First-Team All-Defense. Una versión nueva: roba a todos y se lo da a los suyos.
  • 101 Dálmatas – Los novatos. Son el futuro y se han rodeado de los mejores maestros. Deyonta Davis y Wade Baldwin se van introduciendo, pero Harrison ya está dentro y con una participación más que notable para un rookie (26,7 minutos de media).

[No se tomen esto en serio, es sólo baloncesto]


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