¿Son mejores los Bulls sin Rondo?

Ya no es si los Chicago Bulls salieron ganando con el «trueque» entre Derrick Rose y Rajon Rondo. Una estrella que amenazaba con no volver a despuntar por otra venida a menos. Dos grandes playmakers, con dos formas de entender el baloncesto diametralmente distintas. Rondo es el paradigma del base clásico; el que se está perdiendo. Rose fue el germen del que hoy domina; el explosivo, el brutal penetrador. Ambos válidos; sendos cracks.

Pero, como os decía, aquí el debate no gira sobre si en la Windy City navegan mejor con el nuevo timonel; con la nueva forma de peinar la madera. No. Esto trata de algo más preocupante. Sobre si los Bulls, contando sólo a su actual tripulación, tienen al mando al timonel adecuado.

Por más que el perímetro de Chicago no sea el más demoledor desde la línea de tres, nadie duda que la terna es intocable. Rondo-Wade-Butler son los titulares. No pueden serlo otros, pues no hay otro trío mejor. ¿Seguro? Centrémonos en ése que el año pasado fue el líder de la NBA en asistencias por partido (11,7). Centrémonos en Rondo.

La oscura estadística

Sólo son números. Pero números bastante reveladores. Porque si bien Rondo no es de esos jugadores de los debas esperar unos números personales espectaculares, sí juegas con la baza segura de que hará mejores a sus compañeros. ¿O ya ni eso?

El net rating. Ese que nos da la media entre los puntos anotados y recibidos por cada cien posesiones. El definitiva, una extensión del clásico +/-.

El quinteto inicial definido por Fred Hoiberg para este arranque de temporada  —los tres mencionados más Gibson y RoLo— son la configuración más estable en cancha en cuestión de minutaje. Sólo estos cinco superan los 50 minutos jugados juntos en lo que llevamos de campaña. Pues ahí va el dato. Con sus «mejores cinco», los Bulls sólo superan a sus rivales en el marcador por un +6.0.

¿Qué ocurre, por ejemplo, si sustituimos a Rondo por el ex de los Knicks, Jerian Grant? Pues que ese rating da un salto hasta los +28.0. El tamaño de la muestra es pequeño, ya que llevamos poco de temporada recorrido todavía. Pero si uno echa para atrás la cabeza, comprueba que esto no es sino una reminiscencia de los últimos años del que ha sido uno de los mejores point guard en la historia reciente de la NBA.

En la 2014-15, tanto en Boston como en Dallas, sus equipos eran mejores sin la privilegiada visión de juego del base en pista. Incluso el curso pasado, cuando recuperó parte de lo que fue, los Sacramento Kings se mostraban más eficientes con Darren Collison acaudillando el parqué.

Y ahora, sin tratarse de una diferencia abismal, chirría que los Bulls carburen mejor con Grant e incluso con Isaiah Canaan en la dirección que con el supuesto vigente rey de la misma.

Bajón de sacrificio

He leído opiniones para absolutamente todos los gustos. Desde excelso defensor hasta mediocre estafa. Los galardones hablan de que un cono, al menos no es. Figurante en dos ocasiones en el ‘Mejor quinteto defensivo de la NBA’ (2010, 2011) y otras dos en el  ‘Segundo’ (2009, 2012). Asimismo lideró la liga en robos en el curso 2010. Algo, se ve, entiende de eso de proteger la fortaleza. O entendía al menos.

El problema es que no siempre se puede vivir de los robos. Rajon, además de flirtear durante una década con los dos hurtos por partido, destacaba por una intensidad que rozaba el parasitismo. Un rápido flash-back por recordar de lo que era capaz este jugador por hacer suyo un balón dividido.

Ahora, Rondo, no es ni la sombra de lo que fue. Y a sus todavía 30 años, debemos exigírselo. Morir atrás no es cuestión de talento. El oponente anota 13,1 punto más por 100 posesiones con Rondo que sin él. Una alegría para el contrario recibir su marcaje. Tampoco Wade, presa de la edad, es un bastón en el que apoyarse en esta faceta, pero su impacto es claramente «menos malo» que el del base. Realmente, aquí es Jimmy Butler quién rema por los tres.

El complejo de sanguijuela que tenía el ‘9’ con su marca se ha perdido. Ya no aprieta hasta la asfixia. Y cuando sabemos que tirar no es su fuerte, y las que son sus fortalezas ya no lo son tanto, toca hacer balance. En 14 partidos de regular season, los números de Rondo son de 7,7 puntos, 7,4 asistencias, 6,6 rebotes y 1,3 robos en algo más de 30 minutos. Y seamos serios; en Chicago no ficharon a este señor para atrapar balones del aire.

Su porcentaje de tres se mueve en sintonía con el manejado en su carrera. Desastroso 27% (lejos del 35% de sus dos últimos años). Y en tiros de campo, viendo su eficiencia del 36,6%, entran ganas de flotarle seis de cada cinco ocasiones

¿El más adecuado?

Verle jugar sigue siendo una delicia. Pero también iría a Valdebebas sólo por ver hacer a Zidane un par de controles con pantalón largo. El trote, la clase, la elegancia, el tempo no se pierden. El impacto en el juego sí; y Rondo, debe ponerse las pilas.

Si no, un George Hill, un Patrick Beverley, un 3&D en el puesto de base podría empezar a merodear las cabezas de los directivos de los de Chicago; porque, visto lo visto —y muy a mi pesar porque soy un enamorado del aquí menudo—, sería justo lo que Hoiberg necesita.

Y todo esto, no lo olvidemos, con una franquicia que está sorprendiendo (10-6). Imaginemos con un base que hiciera aquello por lo que beben los Bulls; defender y tirar. No obstante, romántico que soy, yo aún apostaría por recuperar al mejor Rajon, y si éste vuelve, me resbalan sus porcentajes de tres. Me lo quedo.


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