NBA: algunas crudas realidades

Ricky Rubio trajo consigo la esperanza instantánea a Minnesota. Y no solo para el futuro, sino para esta misma temporada. Jugaría al lado de Kevin Love, quizá el mejor power forward de la Liga, entrenados ambos por un coach con experiencia en Finales como Rick Adelman y con el añadido de Derrick Williams, el número dos del último Draft de la NBA.

Durante un tiempo, hubo excitación. Los Timberwolves, tras quedarse fuera de los Playoffs en las últimas siete temporadas, volvían a ser relevantes. En los medios, pero también sobre el parqué.

Pero entonces llegó el All-Star break y, tras él, la grave lesión de Rubio que le dejaba fuera para el resto de su primera temporada al otro lado del charco. A pesar de que el rendimiento de Love (ahora también lesionado) no dejó de crecer, Williams nunca ha dejado de jugar como lo que en realidad es: un rookie.

En aproximadamente el último mes, y dadas las ausencias, Minnesota ha empezado a parecerse al grupo de inexpertos jugadores que realmente son. Y a pesar de las 11 derrotas consecutivas que acumulan en su casillero, no es éste un gran problema. En realidad, pocos esperaban de ellos que aspiraran a una posición en Playoffs esta misma temporada. Así que, en todo caso, han conseguido algo más de lo que se podía esperar. Su futuro parece estable.

No es el caso, sin embargo, de todos aquellos equipos que se han venido abajo en el momento más decisivo de toda regular season, el mes de marzo. Entre ellos, Sixers, Blazers, Magic, Cavs y, por supuesto, unos Bobcats que empezaron ya muy mal y han conseguido progresar todavía peor.

Empezando por Philadelphia, empezaron los Sixers la temporada tan fuertes que pareció que sus más seguidos rivales de la División Atlántica (Boston y New York) serían meras comparsas en la lucha por la segunda posición en la misma. Y todo eso sucedió justo después de que este mismo equipo apareciera por sorpresa (y por méritos propios) en la post-temporada pasada, atrayendo al más agnóstico gracias un joven y dinámico equipo liderado desde el banquillo por un entrenador tan veterano como apasionado.

Pero de repente, y todavía sin explicación convincente, los Sixers cayeron en picado. Empezaron la temporada con un impresionante 10-3, para llegar al parón del All-Star con un todavía digno 20-14. El 11-16 que acumulan desde entonces no solo ha hecho que los expertos Celtics les superen en su División sino que, además, ha permitido a los Knicks avanzarles. El peligro de quedarse sin Playoffs, por increíble que parezca, está ahí.

La historia de Portland Trail Blazers en el Oeste es más fácil de comprender. Había expectativas razonables de que entraran en Playoffs con suficiencia en este curso pero, con el devenir de las semanas se ha demostrado que, al final, las incorporaciones de Raymond Felton y Jamal Crawford no han dado buenos resultados.

Lo que llevó a la franquicia a pensar que quizá lo mejor era desprenderse de ellos antes del deadline del pasado 15 de marzo. En vez de eso, fue al hasta esta temporada fiable entrenador Nate McMillan (con 20-23 en su balance victorias/derrotas este año) a quien se le abrió la puerta de salida. Tras la lesión de su jugador-franquicia LaMarcus Aldridge también para el resto de la temporada, los Blazers están obligados a competir sin nada en juego.

De vuelta al Este, los Magic esperaban que sus problemas terminaran de una vez por todas cuando pasara el 15 de marzo y Dwight Howard permaneciera en el equipo. De hecho, antes de esa fecha límite, Howard firmó una extensión de su cuantioso contrato con Orlando por un año. Desde esa día, en cambio, Orlando ha cosechado un doloroso 8-10 en su marcador de victorias/derrotas, haciendo que estén ahora situados en la sexta posición del Eastern cuando se suponía que debía tratarse de la tercera potencia de la conferencia tras Chicago y Miami.

Pero eso no es todo. Terminado el culebrón Howard, Stan Van Gundy soltó públicamente para sorpresa de todos los involucrados que el propio Howard le quiso fuera de su puesto de entrenador jefe. El jugador lo negó de inmediato, pero desde entonces, todo ha ido cuesta abajo en la franquicia de Florida. Tanto, que todo lo que no sea una nueva eliminación en primera ronda de los próximos Playoffs sería una sorpresa.

En Cleveland la situación es mucho menos compleja. El buen inicio de la franquicia esta temporada (4-3) fue abruptamente interrumpido por la lesión de Anderson Varejao, el center titular de un equipo ya desde el principio falto de fuerza interior. No es que el 13-18 con el que llegaron al All-Star break fuera demasiado halagüeño, pero el 7-22 desde entonces es de lo más descorazonador. De aspirantes (remotos) a Playoffs a buscadores de fortuna en el Lottery Pick, en menos de lo que tarda en decirse “caída en picado”. El año II post-James tampoco ha sido en Cleveland el de la resurrección.

Y los Bobcats. Habrá que acordarse de ellos también más allá de linkar siempre su nombre al de Michael Jordan, ¿no?

No es que nadie pensara que ésta iba a ser una buena temporada. Para nada. Ya desde el primer día, la mayor parte de su roster estaba formado por jugadores que en otras franquicias estarían mayormente sentados en el banquillo. Desafortunadamente para Paul Silas, en Charlotte son titulares. Solo queda la esperanza para la franquicia de poder hacer llegar a finales de junio vía Draft a alguna de las perlas que atesoran todavía los Kentucky Wildcats recientemente campeones de la NCAA, y rezar para que Jordan no sea el que elija jugador. Quien no se conforma es porque no quiere.


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