NBA: loa al scouting internacional

Es 28 de junio de 2002, viernes, y los Grizzlies de Memphis creen estar en lo cierto. Aquel Draft se celebró dos días antes, así que los movimientos en los rosters de las franquicias NBA están en plena ebullición. Los San Antonio Spurs proponen a Memphis un intercambio que, a estos últimos, les parece ser demasiado bueno para ser verdad: los derechos del croata Gordan Giricek por nada más que una segunda ronda del Draft de 2004 y algo de cash.

“¿Cómo pueden los Spurs ser tan estúpidos?”. En los despachos de los Grizzlies se debió reflexionar al respecto pero, rápidamente, se firmó el acuerdo. Giricek, entonces con 25 años, pasaba a formar parte del equipo de Tennessee a precio de ganga. Ya se podía sacar el champán de la nevera, había que celebrar.

Diez años, después, sin embargo, miramos atrás y levantamos una ceja. Giricek lleva ya cuatro años fuera de la NBA y en aquella temporada 2002-03 jugó para los Grizzlies tan solo 49 partidos, para nada lo previsto de quien se esperaba que fuera una futura estrella de la Liga tras su espectacular temporada en Moscú con el CSKA.

Aquel golpe maestro de los Spurs es solamente uno de tantos en la franquicia de Texas, que siempre ha estado a la cabeza de los equipos con mejor scouting internacional. En este caso, nada tenía que ver con el bueno de Giricek, para nada. A los Spurs les gustaba el croata, pero para aquel verano de 2002 San Antonio tenía mayores planes que el de incorporar a un prometedor jugador de cartel envidiable. Aquel era el año previsto para incorporar a otro jugador en plantilla.

¿Su nombre? Emanuel David Ginobili. Léase, Manu Ginobili. Quizá hayamos oído hablar de él últimamente, sí.

Hoy en día, Ginobili jamás podría ser el secreto que fue en 1999, cuando los Spurs le draftearon con la elección número 57. El velo de la distancia como causante de una información incompleta en el scout internacional ya no existe, y se dan ya muy pocas sorpresas. Hoy en día, el conocimiento y la capacidad de relacionarse son, en este aspecto, claves; y lo que a finales de los ’90 solo lo tenían algunas pocas franquicias como los Spurs en la NBA, es hoy condición necesaria para poder competir. No en vano, existen actualmente cinco equipos de la Liga con cuatro o más internacionales en su payroll.

En esta NBA moderna, el talento es el talento. No importa de dónde venga.

Los jugadores internacionales han formado parte de la NBA casi desde su nacimiento, pero el scouting internacional tan solo se ha convertido en un fenómeno en las dos últimas décadas, desde la disolución de la antigua URSS y la actuación para la historia del Dream Team americano en los Juegos Olímpicos de Barcelona’92. Explorar el mundo en busca de potenciales grandes jugadores de baloncesto es hoy un nicho que no fue fácil de explotar al principio, cuando tan solo unos pocos scouts lideraban el  nuevo camino. Ha sido necesario el paso de unos cuantos años para que su conocimiento se expandiera sin freno, así como para que las franquicias asumieran y superaran algunos primeros fracasos.

El trabajo que hoy escenifican mejor que nadie los Minnesota Timberwolves (en los que Ricky Rubio, Nikola Pekovic y Andrei Kirilenko jugarán muchos minutos, y Alexey Shved empezará a desarrollar un rol de creciente importancia) tiene como pionero en Estados Unidos a Donnie Nelson (hijo del mítico entrenador Don Nelson, recientemente Hall of Famer).

Estando Nelson todavía en el college en la década de los ’80, el actual General Manager de los Mavericks de Dallas viajaba a menudo por Europa como miembro de Athletes In Action, un equipo de baloncesto de raíces profundamente cristianas. En 1985, su equipo se enfrentó a un tal Sarunas Marciulionis, que anotó 40 puntos en aquel partido. Nelson quedó completamente hipnotizado por lo que vio sobre un parqué del Este de Europa, y su figura fue capital para que Marciulionis firmara por Golden State Warriors convirtiéndose en el primer soviético en jugar en la NBA.

Nelson es todavía hoy uno de los mayores nombres en lo que a scouting internacional se refiere, y hace aproximadamente un año y medio, sus Mavs ganaron el primer anillo de la historia de la franquicia tras los pasos de su máxima estrella, jugador franquicia y también internacional Dirk Nowitzki.

Nowitzki no deja de ser un alemán corriente: piel clara, pelo rubio, tono vocal grave y acento marcado. Pero es que, además, hablamos casi con total seguridad del mejor europeo que jamás haya jugado en la NBA. Dicho de otra forma, la piedra preciosa de Donnie Nelson en lo que a scouting internacional se refiere. La mejor prueba, al fin y al cabo, del impacto positivo que influencias internacionales han tenido y seguirán teniendo en la Liga.

El scounting internacional profesional es un movimiento de bases que trata, principalmente, de construir relaciones. Los scouters conocen los lugares, las personas, y las mejores maneras de congraciarse consigo mismos. Aún siendo todavía una paliza de trabajo, se ha convertido en algo más “sencillo” últimamente. Hoy en día, existen cientos de webs donde cualquiera puede escribir una opinión sobre un jugador. El talento difícilmente queda escondido.

La NBA, afortunadamente, es ya algo global. O nada sin el fenómeno internacional asociado. Para la gran mayoría de franquicias de lo que se trata es de conseguir el mejor jugador posible. Punto. Y el proceso que años atrás empezaron Donnie Nelson y algunos otros es ahora un círculo cerrado.

Este año, sirva de contrapunto y de representación de la fortaleza del baloncesto internacional dentro de la NBA, el primer jugador internacional en el Draft de 2012 hay que ir a buscarlo hasta la elección número 20 (el francés Evan Fournier). De hecho, es el número más alto con el que se elige a un jugador de fuera de los Estados Unidos desde que Dragan Tarlac fuera seleccionado con el número 31 del Draft de 1995.

Así que casi resulta injusto (además de irreal) hablar del scouting internacional como de una cierta tendencia. Al contrario. Vino no tan solo para quedarse sino para, en todo caso, crecer durante los próximos años. Es ya una pieza comúnmente aceptada dentro de la rutina NBA y su impacto algún día se dará por fin por hecho. Hasta entonces, seguiremos disfrutando de lo que nos aporte.


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