Nowitzki y los Mavs, camino de la redención

Partidos como el Game 1 de las Finales de la Conferencia Oeste son un recordatorio. Actúan como aviso al resto de la Liga por parte de Dirk Nowitzki: “sigo aquí”. Sí, Derrick Rose es el MVP, y tanto Kobe Bryant como LeBron James tienen tantos seguidores como la distancia en metros que hay entre Los Angeles y Miami. Llevan a Nike o Adidas bajo el brazo… y en los bolsillos. ¿Nowitzki? Cierto, algún banco alemán le da apoyo en forma de patrocinio, pero poco más. Nowitzki anota jump-shots, no vende zapatillas.

Pero sus Mavs todavía siguen vivos y ganando partidos (7-0 es la racha actual de Dallas en estos Playoffs), como se probó el pasado martes en el 121-112 para Dallas contra Oklahoma City, con 48 puntos en tan solo 15 tiros (quince!) del alemán. Ese encuentro sirve ya de modelo de precisión quirúrgica del tiro, del aprovechamiento óptimo del mejor recurso de uno, del juego del perfecto cuatro. Al final del partido, eran menos los jugadores de los Thunder que no habían sido superados por el ataque de Nowitzki que los que sí lo fueron. Él solito se encargó de tan solo errar 3 de los 15 tiros de campo que intentó, al tiempo que cargaba a todo el frontcourt de Oklahoma City (Perkins, Ibaka y Collison) de personales, para meter además los 24 tiros libres que intentó. En una palabra: exhibición.

Y eso que los fantasmas del pasado todavía persiguen a Nowitzki, motivo por el cual a veces le cuesta cumplir con su cometido en pista. Es un antiguo MVP, 10 veces All-Star y un jugador único en el sentido más amplio y positivo de la palabra. Pero también fue el líder de un equipo que se dejó remontar un 2-0 en las Finales de 2006, y máximo responsable al frente del primer equipo en la historia de la NBA que perdía en una primera ronda a siete partidos de unos Playoffs ante el octavo clasificado de su Conferencia. “No sabe ganar” es una frase que a menudo ha venido acompañando a Nowitzki a lo largo de estos últimos años.

Pero va camino de eliminarla de su particular hoja de servicios, mientras afronta sus primeras Finales de Conferencia en cinco años, y muestra su más amplia diversidad de habilidades ofensivas ante, precisamente, un equipo y un jugador (Durant) al que muchos han designado como su sucesor. En privado, los responsables de la franquicia de los Thunder desean con todas sus fuerzas que Kevin Durant llegue a jugar algún día como lo hace hoy Nowitzki. Muy a menudo Nowitzki es catalogado como un especialista en el tiro, un muy dotado 7 pies que anota triples demasiado arqueados. Pero ésta es solo una pequeña parte de lo que Dirk Nowitzki es como jugador y, en realidad, casi la menos prominente.

Nowitzki es un jugador de poste bajo. Y uno de muy bueno. Serge Ibaka es un 2’08m y 106kg de fibrado músculo, con el que el alemán jugó como quiso en el Game 1. Si Ibaka saltaba, Dirk le superaba por ambos lados. Si Ibaka le dejaba 10 centímetros, pasito atrás y jump-shot imparable e infalible. Durante esta temporada, el ya completo juego de Nowitzki se ha expandido exponencialmente. El pasado martes, Scott Brooks intentó frenarle con big mens (Ibaka, Perkins, Collison), con pequeños (Sefolosha, Harden) y hasta con alguna rareza (Durant). Nada funcionó.

Los compañeros de vestuario del alemán, hablan de una mirada distinta en los ojos de Dirk Nowitzki, del deseo de escribir el más exitoso capítulo de su ya muy exitosa carrera en la NBA. Y por ello le siguen ante tal voluntad. Marion (11 puntos, 7 rebotes) luchando con la nariz ensangrentada, Terry (24 puntos) y Barea (21) manteniendo al equipo desde el banquillo y Kidd (3 puntos, 11 asistencias) con su crucial defensa sobre Westbrook (20 puntos, pero con un 3 de 15 en tiros de campo), vital para el éxito de la franquicia en el primer partido.

Sin embargo, no será una serie fácil para Dallas, y ellos lo saben. A pesar de toda la magia de Nowitzki, del 53,4% en tiros de campo, del 39,1% en triples y del 94,4% en tiros libres, Oklahoma City estaba solo cinco abajo muy entrado ya el último cuarto. Nadie de los Thunder va a tirar la toalla. Este equipo, a pesar de su extrema juventud, no ha llegado a estas sus primeras Finales de Conferencia con la actitud del “felices de estar aquí”.

Debemos jugar mejor”, remarcó Rick Carlisle justó después del partido. Lo que significa controlar a Durant (40 puntos) de mucho más cerca, y evitar que los Thunder acudan tantas veces a la linea de tiros libres (43). Carlisle sabe, además, que en el partido de esta próxima madrugada, los Thunder enfrentarán aún más a Nowitzki y tratarán de sacarlo de la zona como sea. Nowitzki también lo sabe. Y lo disfruta, ansioso como está ante un reto de tal magnitud.

Los fantasmas del pasado se están ya desvaneciendo, un poquito más a cada victoria. Tres faltan para que Nowitzki se vea de nuevo en unas Finales, siete para alcanzar el hasta ahora escurridizo anillo. La redención está ya en la palma de su mano.


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