Seth Curry: el peso de un apellido

En julio de 2015, con la temporada recién terminada y los Warriors coronados como campeones, nadie desconocía quién era Stephen Curry, reciente ganador del anillo, MVP de la Liga Regular y campeón del Concurso de Triples del All-Star, entre otros logros cercanos. Por esas mismas fechas, alguien con el mismo apellido y una trayectoria menor, peleaba cada segundo de su trabajo veraniego para ganarse un empleo de verdad en el baloncesto llegado el otoño. Ese alguien era Seth Adham, de nombre; Curry, de acompañamiento. Ni más ni menos.

¿Cómo se puede vivir a la sombra de uno de los mejores jugadores del momento? ¿Cómo se asimila que, a la vez que tu hermano mayor triunfa, tú únicamente sumes cuatro partidos en la NBA en dos cursos, tres franquicias, algunos acuerdos de 10 días, muchas pretemporadas y demasiados contratos cortados? Pero por encima de todo, ¿cómo se sobrelleva esa frase tan manida de “no va a llegar” o aquella de “está ahí por ser el hermano de Curry”, que no pocos dejaron caer cuando trabajó en el training camp de los Warriors en 2013?

Llevar el apellido de tu hermano mayor quizá sea una losa, pero si encima es Curry y a ti no te terminan de ir bien las cosas, el peso puede ser matador.

Antes de sobresalir en la Liga de Verano de Orlando con los Pelicans, antes de firmar 24,3 puntos en esos días de julio de 2015 donde buscaba un futuro que le sacara de la D-League, Seth Curry sólo era “el hermano de”.

Los Kings, al rescate

El 22 de julio, desde Sacramento, anunciaban la contratación del base. Se trataba de una operación de bajo riesgo, apenas 1 millón de dólares comprometidos para la 2015/16 por parte de los Kings. No era ninguna locura, tampoco el currículum de Seth Curry, nacido en 1990, licenciado por Duke en 2013 y que no vio su nombre elegido en el Draft de ese año, merecía mucho más. De momento. Porque de momento Seth no era más que el hermano de Stephen, el hijo de Dell, otro ilustre de esto, que lo trajo al mundo en Charlotte, cuando servía para los Hornets.

Durante la mayor parte de la campaña 2015/16, Seth dio la razón a quien buscaba en su apellido Curry las razones para defenestrarle. No fue hasta el 26 de febrero de 2016 cuando pasó por primera vez en la temporada, y en su trayectoria profesional, de los 10 puntos en un partido de la NBA. Se fue hasta los 19 tantos en 25 minutos ante los Clippers. Aquello se convirtió en una amenaza de lo que podía ser, rasgos de un anotador intenso, detalles de lo visto por las canchas de la D-League. Pero todavía era insuficiente.

Sacudirse el apellido Curry

Dicen que California es la tierra de la primavera eterna y que Sacramento es uno de los mejores lugares para vivir en todos los Estados Unidos. Del 25 de marzo al 13 de abril, en la recta final del curso para los Kings, Seth Curry aprovechó para sí mismo esos momentos de las temporadas donde está todo sentenciado. Estrenó titularidad en la NBA y formó parte del quinteto inicial de los Kings en nueve de los últimos once partidos. Únicamente en una de esas noches bajó de los 10 puntos, registró hasta un doble-doble (20 tantos y 15 asistencias) e hizo suya la primavera californiana, la misma que le sirvió para hablar por sí mismo, para que empezaran a señalarle más allá de Curry, de su hermano, de su padre. No era cuestión de renunciar a quien te cuida y te da la vida, pero los caminos se tienen que andar solos, saben mejor así.

En Dallas es Seth

El verano pasado, los Mavericks se hacían con los servicios del exterior, quien había salido al mercado de agentes libres tras renunciar él mismo a la player option para seguir en los Kings en la 2016/17. Seth creía que merecía mejores realidades, más provechosas y garantizadas y firmó por la franquicia de Dallas y 6 millones de dólares por un par de campañas. Mucho más que el millón por el que renovaría en los Kings, quienes facilitaron el camino al base para que dejara de ser agente libre restringido.

Medio año después de ese fichaje, los Mavericks no han perdido opciones a los playoffs. Los Mavericks siguen siendo los de Dirk Nowitzki, pero últimamente son los de Yogi Ferrell, los de Seth Curry e incluso, con fogonazos, los de secundarios como Salah Mejri.

Desde que Curry es titular, realidad que se empezó a dar de forma continuada a partir del 12 de enero, la franquicia de Dallas ha firmado un formidable 9-3 de balance, lo que le hace soñar con algo más grande que finiquitar en abril la temporada. Seth registró un 50% en tiros de tres en el mes de enero y, tras la jornada del viernes 3 de febrero, aventajaba a su hermano Stephen por una décima en porcentaje de acierto en triples (41,9 % frente a 41,8 %). Ni tan mal.

En esos doce recientes partidos en los que Seth Curry ha sido titular de manera consecutiva, ha promediado 16,1 puntos por duelo y ha dejado patente que tiene un nombre y un sitio propio en unos Mavericks que han tenido las bajas de Barea, Williams y Harris, pero que, gracias a tipos como el mediano de los Curry, aspiran a seguir vivos cuando la NBA adopte el lenguaje de los playoffs.

Y si no es así, Seth tendrá una cosa segura: lleguen o no los texanos a las eliminatorias por el anillo, nadie puede discutir que este base de 26 años merece un sitio en la NBA. Y no precisamente por ser hermano de.


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