Tyronn Lue y la nueva dimensión de los Cavaliers

El 22 de enero, el día después de una brillante victoria de Cleveland ante los Clippers que les afianzaba en el primer puesto del Este, la franquicia sorprendía a la NBA anunciando el despido de su entrenador David Blatt. Tras haber metido a los Cavs en las Finales de 2015 y mantener la hegemonía en su conferencia, la noticia pilló a todos con el paso cambiado. A todos menos, seguramente, Tyronn Lue.

Un inicio polémico

El que había sido durante temporada y media principal asistente de Blatt en Cleveland (y, a la vez, el finalista por el cargo de entrenador jefe en verano de 2014) fue inmediatamente nombrado nuevo técnico del equipo. Además, al contrario que en otros casos similares, sin la etiqueta de «interino» que sugiere una búsqueda más exhaustiva al siguiente verano. Lue era claramente el elegido para ser el entrenador de futuro de los Cavaliers, algo que la franquicia ya sabía seguramente incluso antes de la destitución de David Blatt.

Aparte de resolver algunos problemas de química en el vestuario, los Cavaliers buscaban con Lue un estilo diferente al de Blatt, más flexible y alegre en la cancha que con su predecesor. Cleveland era un equipo efectivo, pero lento, sin aprovechar al máximo la velocidad de estrellas como LeBron James y Kyrie Irving y sin un factor diferencial que les permitiera ser favoritos en una hipotética final del Oeste ante Golden State o San Antonio, aún teniendo suficientes mimbres para dominar en el Este. La experiencia de 2015 aún dolía. Cleveland era un equipo plano, gris, con un talento desbordante pero sin el factor de genialidad mostrado por las potencias del Oeste. El trabajo de Lue fue eliminar la previsibilidad de un equipo que parecía unidimensional ante la riqueza táctica de los otros grandes favoritos.

Paso a paso

Los Cavs tardaron en pillar el ritmo, sufriendo incluso más de la cuenta ante Toronto para retener el primer puesto del Este al final de la temporada regular. Pero, aún en el principio de la era Lue, se notaba un cambio importante. Pese a que el porcentaje de victorias bajó tras el cambio de entrenador, su ataque dio señales de mejora. Desde el parón del All-Star, ya con Tyronn Lue plenamente instalado en el cargo, los Cavaliers pasaron de anotar 106,9 puntos por cada 100 posesiones a 110,3. De ser el cuarto mejor equipo en este departamento pasaron a ser el segundo, solo por detrás de los propios Warriors.

Aún así, el cambio radical no llegó hasta los Playoffs. Pese a algunos apuros ante Detroit que no impidieron la barrida, los Cavaliers mostraron la envidiable amplitud de recursos que no se vieron bajo la dirección de David Blatt. Cleveland aprendió a ganar de diferentes formas. De un juego algo más lento pero tremendamente eficiente ante los voluntariosos Pistons pasaron a una exhibición de circulación de balón y triples ante Atlanta. Por su parte, durante las Finales del Este ante Toronto su fuerte estuvo en la defensa y, pese a algún partido puntual de Bismack Biyombo, en su dominio en el rebote.

Velocidad terminal

Ante Golden State, por contra, los Cavaliers estrenaron un recurso nuevo, infrautilizado con David Blatt y poco explotado hasta las Finales por Tyronn Lue. Aprovechando la fatiga que unos Playoffs más exigentes habían dejado en el cuerpo de los Warriors, agravada por el físico algo delicado de jugadores como Stephen Curry, Cleveland explotó su velocidad con todas las consecuencias. El equipo que había sido el 12º por la cola en puntos anotados en transición durante la temporada regular, e igualmente mediocre durante el resto de rondas de Playoffs, brilló de forma especial en los últimos partidos de las Finales.

Ni en temporada regular ni en ninguna serie de Playoffs, los Cavs habían promediado al menos 15 puntos por partido anotados al contraataque. En las Finales, su media fue de 16,3, con unos descomunales 21,7 en los tres partidos que cerraron la eliminatoria. Tyronn Lue dio rienda suelta a su equipo para aprovechar las debilidades físicas de su rival. Incluso pese a añorar el acierto exterior de su serie contra Atlanta, Cleveland se recuperó a la perfección de su mal inicio de serie y consiguió una remontada inédita, de 1-3 a 4-3.

De esta forma, Tyronn Lue se convierte en el tercer entrenador de la historia que lleva a un equipo al título tras hacerse cargo a media temporada, tras Paul Westhead y Pat Riley (en dos ocasiones). Por supuesto, los titulares y los honores se los llevará con todo merecimiento LeBron James, con una mención muy especial a Kyrie Irving. Pero, a la vez, en una eliminatoria donde la diferencia acabó siendo los escasos 4 puntos que separaron a Cleveland y Golden State en el séptimo partido, el factor Lue acabó siendo más importante de lo que hubiera parecido a finales de enero. Su gran mérito fue dotar de una dimensión extra a los Cavaliers. Sus estrellas hicieron el resto


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