Nets: algo pasa donde nunca pasa nada

Tanto el multibillonario propietario de los Nets, Mikhail Prokhorov, como el General Manager de la franquicia, Billy King, saben muy bien el tamaño de las expectativas que su equipo ahora aglutina por el simple hecho de la transición geográfica de Newark a Brooklyn de este verano.

Con poco tiempo para trabajar en ello, los Nets deben encontrar la manera de dar a los todavía escépticos fans de un nuevo mercado, un producto por el que valga la pena identificarse. Y deben hacerlo (más que probablemente), sin el dulce caramelo que representaría poner la cara de Dwight Howard a la ahora franquicia de New York. Nada fácil. Pero tres días y 230 millones de dólares después, el ejecutivo agresivo y el despilfarrador ruso parecen haberlo conseguido.

Los Nets quizá no han caído en las redes de la Free Agency de la forma que muchos esperaban o anticiparon, pero con un puñado de astutos movimientos durante los primeros días de tal periodo, ya han logrado transformar a uno de los rosters más insípidos de la Liga en una de las alineaciones más interesantes de la NBA.

Deron Williams, Joe Johnson y Gerald Wallace. Todos estarán a bordo cuando la nueva nave de los Nets despegue en el impresionante Barclays Center el próximo otoño, dando por fin a los nuevos fans de Brooklyn y a los viejos de Newark algo de lo que sentirse orgullosos, en busca de un cambio en el destino.

El primer paso en la construcción de este nuevo rumbo se dio el pasado domingo. Aquel día, pocas horas después de la apertura del periodo de agentes libres, los Nets cerraron un acuerdo por 4 años y 40M$ que mantenía a Gerald Wallace con el uniforme de los Nets. A un alto precio, todo sea dicho. Tan alto, que uno no puede más que preguntarse cómo los Nets no le han firmado directamente este verano sin tener que perder la lottery pick (a Portland) de la que se desprendieron para traerle tan solo unos meses antes (en marzo). Pero a lo hecho, pecho.

El siguiente movimiento se produjo un día después, cuando King cerró un acuerdo con Atlanta para traerse el pesado contrato (4 años, 90M$) de Joe Johnson a la ciudad. A cambio del ya seis veces All-Star, los Nets se desprendieron de cuatro contratos que expiraban, de DeShawn Stevenson y de una futura elección protegida de primera ronda.

Ambos movimientos de Wallace y Johnson pretendían además, colateralmente, formar parte de un esfuerzo para alejar a su estrella, Deron Williams, de los ecos que irremediablemente le llevaban a su Dallas natal para enrolarse en los Mavericks. No fueron en balde, y el mismo martes vía Twitter, el propio D-Will comunicaba que la decisión de quedarse en Brooklyn (mediante contrato por 5 años y 98M$) estaba tomada y era definitiva.

Así, tras la confirmación de la superestrella, los Nets tienen su propio trío de All-Stars ligados a Brooklyn y representando el núcleo del equipo para los próximos años. De acuerdo, no es exactamente un Big Three, pero no anda demasiado lejos. Williams, Johnson y Wallace son, por sí solos, razón suficiente como para pensar que los Nets pueden estar metidos en la lucha dentro de la competitiva Conferencia Este. Llamémosle PlayOffs.

Pero si algo hemos aprendido de los recientes esfuerzos de montar plantillas en base a apresuradas contrataciones de estrellas (sirva de mejor ejemplo el reciente primer anillo de los Three Amigos de Miami), es que un equipo necesita de un banquillo para ganar. Y los Nets, tal y como están ahora, tienen ahí su gran punto débil. Traer a lo que ya se ha traído no ha sido precisamente barato, así que queda poco dinero en la caja para completar un sólido roster.

El bosnio y exACB Mirza Teletovic y Reggie Evans (procedente de Clippers) ya están en nómina para tal cometido. Pero tras ellos, su particular “Big Three” y el guard de segundo año MarShon Brooks, el vacío. Y el vacío hay que rellenarlo con tan solo poco más de 20M$, de los que, además y supuestamente, hay que sacar el dinero para pagar la continuidad de Brook López.

De logro se puede catalogar que, hasta estas líneas y en una columna que habla de los Brooklyn Nets, el nombre de Dwight Howard haya aparecido solamente una vez. Y con ésta van dos. Pero es que con lo que queda ofertable en la “cesta” de los Nets, tan solo un acuerdo que mandara a Brook López, Kris Humphries (del que Brooklyn debe desprenderse) y alguna futura elección de Draft, haría posible traerse a Superman a New York. Y parece claro que Orlando puede conseguir mejores intercambios que éste por su todavía jugador franquicia.

Eso, o permitir que los Nets se adentren profundamente en el territorio de la luxury tax salarial. Para el que, por cierto, no va nada mal tener de propietario no tan solo a un magnate ruso que tiene el dinero como castigo, sino también a un ambicioso personaje que no dejará pasar la oportunidad, si se le presenta, de poder iniciar la dinastía que representaría tener en el mismo vestuario a Williams, Johnson, Wallace y Howard.

De vuelta al presente, nadie en estos Nets puede prometer un anillo. Pero incluso sin Dwight Howard, estamos ante un equipo de nuevo competitivo y divertido de ver jugar. Y dado que la actual encarnación de este roster en Brooklyn no es otra cosa que el resultado de una precipitada ejecución de un Plan B, ya es más de lo que cualquiera hubiera podido esperar.


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