El Staples Center de Los Angeles volvió a asistir ayer a una fiesta absolutamente multitudinaria, y aunque no fue precisamente por el baloncesto, una de sus máximas estrellas sí que tuvo algo que ver.
La cantante Taylor Swift, reconocida seguidora (y a menudo espectadora) de los Lakers, celebraba ayer un nuevo concierto en pleno sagrario púrpura y oro. El lleno era absoluto y los fans estaban viviendo una noche mágica. Lo que no sabían esas miles de personas, era que aún se escondía una sorpresa más entre bastidores.
En plena interpretación del tema «Style», una peana emergía de una zona del escenario con nada menos que el As, por derecho, de ese pabellón, Kobe Bryant, posado sobre ella.
Los miles de ojos y cientos de móviles giraron en redondo para enfocar al ’24’ mientras recorría la plataforma para abrazar a T-Swizzle. Pero la función del escolta no había terminado y aún reservaba un paquete por desenvolver. Si bien la cantante está acostumbrada a compartir escenario con otros famosos (Julia Roberts, Serena Williams, Caroline Wozniacki), no esperaba el truco final. Un rincón en el cielo del Staples.
Mientras Kobe apuntaba a lo más alto del graderío, una Taylor emocionada comprobaba como se desplegaba su nombre junto a los eternos banderines que reflejan los títulos de la franquicia angelina. Swift tenía escrita su propia hazaña: récord de conciertos seguidos en el Staples con todas las entradas agotadas. Nada menos que 16 actuaciones. Y Kobe estuvo ahí para, como anfitrión, dirigir el homenaje. Un extra genial, que no aparecía en el cartel.