Horford: «Estoy aquí para ganar el campeonato»

Omitiendo el caso de Kevin Durant, insuperable, sin duda el de Al Horford por los Boston Celtics pudo ser el fichaje del verano. Tras nueve temporadas en los Atlanta Hawks y de Playoffs inenturrimpidos —excluyendo la 2014— el pívot dominicano daba un paso hacia un proyecto ligeramente más ambicioso.

Dominantes en el Este

Mientras parecía que el plan de los Hawks había tocado techo en 2015, llegando a finales de Conferencia, en Massachusetts se encuentran en pleno desarrollo. Con Brad Stevens, un entrenador joven y ambicioso al mando, Isaiah Thomas adentrándose en categoría All-Star, y otras piezas magníficas en la rotación —Bradley, Smart, Crowder, Olynyk— sólo les faltaba esa estrella que les diera el salto que necesitaban para empezar a soñar. Danny Ainge trató de soñar a lo súper grande, trayendo de una tacada a Horford y también a Durant. No pudo ser con el de OKC, pero eso no hizo el proyecto menos apetecible.

Los del trébol avanzan terceros y con paso firme en el Este, con su aliento calentando el cogote de los Raptors y a sólo tres victorias de los Cavaliers; de lejos, el equipo de su lado del país a batir.

Esta tarde, el center ha tenido a bien participar en una videoconferencia de prensa online para medios internacionales, entre los cuales ha estado nbamaniacs. Desde las oficinas de los Celtics y gracias al gran rendimiento de la App Zoom, nos hemos sentido casi sentados a la misma mesa en la que se acomodaba jugador, quién ha sido durante todo el rato, hay que remarcarlo, educación, buenas maneras y, lo que más nos gusta, sinceridad sin apenas tabúes ni exceso de protocolo o previsibilidad en las respuestas.

De chapó Al, en una entrevista a múltiples bandas que no podía venir más a pelo; pues, precisamente, ayer se reencontraba por primera vez desde su salida con su antigua afición. Los Celtics ganaban a los Hawks en un partido discreto de Horford y sensacional, nuevamente, de Isaiah Thomas, respecto al cual han girado varias de las preguntas de hoy. Os resumimos lo más interesante de lo que esta agradable charla ha dado de sí.

Nuevo coach, nuevos compañeros, nuevo rol

El cambio de aires lleva varias cosas implícitas. Más aún si aterrizas en un conjunto como es el del revolucionario Brad Stevens, que llegó a la NBA con hambre y ganas de cambiar cosas. Transcurridos casi tres meses de temporada, podríamos decir que Horford empieza a concluir su periodo de adaptación. Porque aunque en Boston se siga viendo rodeado de grandes jugadores, la aclimatación es una fase imposible de esquivar. Además, como él mismo nos cuenta, su rol está cambiando…

Que Stevens no estuviera entre los cinco mejores entrenadores de la temporada pasada tras ser, sin duda, una de las revelaciones, colocando a un equipo sin superestrellas en Playoffs, fue un palo. Sin embargo, es de lejos uno de los coach con más proyección de la liga, y sumamente joven además (40 años). Tampoco venía Horford de ser entrenado por un becario precisamente en Atlanta. Mike Budenholzer —de la escuela Popovich— es otro magnífico técnico.

Un pívot ‘todocanchista’

«Lo mejor de Stevens es su capacidad para hacer ajustes durante el partido, especialmente en el ataque. Ve cosas que nadie más ve en la cancha», nos ha revelado el pívot.

En este mismo contexto hemos querido preguntarle por su rol, por su lugar en el equipo, ya que además de nuevo técnico sus compañeros de pintura han cambiado —a priori, la parcela en la que más ha perdido al irse de Atlanta, ya que compañeros como Millsap en los tableros pocos hay. Amir Johnson, Olynyk o Zeller simplemente están muy por debajo—. «Ahora juego mucho más de tres, creo más jugadas y pasa mucho más el balón el balón por mis manos. Especialmente en los los últimos 15 partidos me he empezado a sentir más cómodo con mi rol, y voy entendiendo lo que Brad quiere de mí».

Lo cierto es que gracias a su buena muñeca, Horford está entre esos pocos pívots que puede adaptarse a la nueva corriente del ‘5’ exterior y tirador, que además de por dentro no le tiene alergia a jugar por fuera y no se lo piensa a la hora de ensayar de tres si se presenta la ocasión. Cousins, los Gasol, Hawes, Towns, Embiid, él y pocos más. En lo que llevamos de curso ha lanzado casi 140 triples —4,5 por partido—, y con un porcentaje de acierto aceptable: 33,6%.

Justo aprovechando este dato, el de su nuevo papel en los Celtics, ha respondido el jugador a la pregunta de un compañero, el cuál le interrogaba sobre su descenso en el número de rebotes —6,8 este curso—. «El descenso en mis capturas es algo que, de hecho, empezó hace cuatro años. El baloncesto está cambiando mucho, y ahora juega menos en la pintura. Antes tenía el deber de rebotear mucho más, pero con Budenholzer comencé a jugar más por fuera, perdiendo así oportunidades de rebotear. Ahora, además, juego menos minutos. Pero es una estrategia para poder reservarme para final del curso».

Aspiraciones

Reservarse para el final del curso. Bien. Entramos en terreno interesante. Todos asumíamos, o dábamos por hecho en los prolegómenos de la temporada, que los Celtics serían ese equipo regular que se clasificaría para la postemporada sin apuros y, casi con seguridad, entre los caciques del Este. Su techo en Playoffs, ahí ya comenzábamos a diferir. Pero Horford lo tiene claro.

«Sé que siempre se habla de picks (del draft), de reconstrucción… Sin embargo yo quiero competir ya, ganar pronto. Son diez años los que llevo en la NBA».

Por si quedan dudas, al ser preguntado sobre qué siente al ser el fichaje más caro de la historia de los Celtics no se ha andado con rodeos ni cumplidos. «Estoy contento por el esfuerzo que ha hecho la franquicia por tenerme, pero lo que yo quiero es ganar, y para eso he venido a los Celtics. El objetivo es el campeonato», ha afirmado con rotundidad. Sobre si llegada la hora de la verdad, la de cruzarse con los Cavs de LeBron, Irving y Love, podría terminar el sueño del Larry O’Brien, Al ha asegurado que «tendrán su oportunidad».

No obstante, ninguna franquicia es perfecta y todas pueden mejorar sus quintetos. Incluso los Warriors del inminente All-Star Zaza Pachulia. A Horford le hemos preguntado qué tipo de jugador sería el que implicaría una mejora inmediata en su alineación, a lo que nos ha contestado que estaría encantado si su equipo se hiciera con los servicios de «un tirador; un jugador atacante». Curioso, porque esta temporada, el shooting guard titular de los Celtics, Avery Bradley, además de brutal defensor también está en los mejores porcentajes de tres puntos de su carrera, con un 40,9%. Otro par como Crowder (42%) y Olynyk (38%), tampoco se están mostrando mancos de 7,25 precisamente.

Isaiah, All-Star con sangre de MVP

El jugador de Puerto Plata sabe de sobras lo que es ser All-Star. Hasta en cuatro ocasiones (2010, 2011, 2015 y 2016) ha sido llamado a la cita para el partido de las estrellas. Este año lo tiene muy difícil, por no decir imposible. Sin embargo, tiene un compañero en el equipo que se puede hinchar. Isaiah Thomas ya debutó en dicho escenario el curso pasado, y en éste directamente la polémica es sobre si debe jugar o no como titular. Los 28,4 puntos y 6,1 asistencias que está promediando el pequeño base, son un disparate.

«Es un All-Star, no hay duda de eso. No quiere meterle presión, pero si sigue por esta línea y creciendo en este sentido, podrá tener la oportunidad de estar en el debate por el MVP y aspirar a muchos campeonatos.  Su último mes y medio está siendo espectacular, y es un gran culpable de que estemos terceros en el Este», afirma el pívot.

Los compañeros de prensa han tratado de sacarle el titular de cuál es el mejor base con el que ha jugado nunca. «He tenido mucha química con Jeff Teague, que es con el que más he jugado. Schröder también es muy buen jugador, pero me fascina la habilidad para anotar que tiene Isaiah Thomas; ahora estamos empezando a conocernos y entendernos en pista».

La selección

En el combinado nacional lógicamente ha sido la gran referencia durante la última década. Nos asegura que no ha cerrado ese capítulo, y que no descarta para nada, a sus 30 años, unirse a las eliminatorias para tratar de clasificar a su selección para la próxima Copa Mundial de Baloncesto FIBA, sita en China en 2019.

No obstante puede respirar tranquilo; su posición está a buen —inmejorable— recaudo. Karl-Anthony Towns, el pívot de los Timberwolves, nº1 del draft y de partida de nacimiento norteamericana pero con sangre dominicana, optó por el país caribeño y la defensa de sus colores y también de sus tableros.

Ambos han compartido ya madera con la selección. Un Horford en su cenit conocía en 2011 a un Towns adolescente pero que ya era lo suficientemente bueno como para ser reclamado por sus compatriotas. «Era muy jovencito, pero se veía ese potencial, aunque me sorprende lo rápido que ha mejorado. Es muy trabajador. Pero se ha establecido muy bien en la NBA. En cuanto a si estoy convencido de que jugará siempre con los colores de mi país, en fin, las reglas FIBA son muy estrictas. En el caso de Roy Hibbert, que debutó con Jamaica, luego no pudo pasarse al ‘Team USA’ cuando jugó al nivel que le brindó esa oportunidad. Además, percibo que Towns se siente muy contento de representar a la República Dominicana».


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