Cuando en 1985 Manute Bol pisó por primera vez una cancha de la NBA en partido oficial, rompió muchos hitos y prejuicios en el camino. Quizás el más resaltable fue que se convirtió en el primer jugador africano en formar parte de la mejor liga del mundo, y eso es algo que nadie podrá quitarle jamás.
Los Bullets de Washington le seleccionaron para jugar con ellos en ese primer año, convirtiéndose en el rookie con más tapones – nada más y nada menos que 387; casi 5 por encuentro –, y haciendo que cada partido en el que jugaba se convirtiera en un reclamo por una altura que hoy día sigue impresionando: 2 metros y 31 centímetros.
Su artritis, su afán por ayudar a su país con todo lo que tenía y el impacto de su muerte son cuestiones que siempre han cargado el aura de su figura, pero ese ya es otro gran tema de análisis y exploración. Esta vez hemos querido rescatar unos instantes de su vida, los de su comienzo profesional. Como un inicio de la emocionante carrera e historia que comenzaría justo en ese instante.