¿Por qué ahora, Rudy?

Nunca he tenido claro que es mejor ¿jugar en la NBA poco, en un equipo sin aspiraciones o jugar en la élite del baloncesto FIBA? Pudiera pensarse que esta es la duda que a día de hoy se le plantea a Rudy Fernández. Pues no, nada más lejano de la realidad.

Rudy Fernández emigró en plena fase de desarrollo, apostando a labrarse una carrera en la mejor liga del mundo, para la cual, estoy convencido, está perfectamente cualificado.

Ahora, justo a mitad de camino y cuando los vientos se tornaban en favorables, la tentación de la ACB se le presenta, y parece que esta vez si, puede regresar a Europa.

Lockout aparte, este medio camino recorrido por el balear deja una serie de sinsabores. Rodolfo se ha pasado tres años en los Blazers muy duros. En primer lugar porque llegó a EEUU y todos los aficionados tenían en mente aquel mate ante Dwight Howard en los Juegos Olímpicos de Pekín. Y por ello, lo adoraban. Nate McMillan, poco amigo de reportajes de mejores jugadas, dio poca cancha al español, le pidió mucho sacrificio defensivo y a cambio le dio pocos minutos y le acorraló en la esquina, desde donde Rudy se especializó (curiosamente) en el lanzamiento de tres. Habría que ver, y hacer algo de autocrítica, qué parte de este proceso (de idolatrado por las masas a encasillado por el técnico) es consecuencia del trabajo de Rudy, pero ese no es el objeto de este artículo.

En cambio, el ex-Joventut, se labró una imagen de debilidad mental e inconformismo poco acorde con el jugador mediano de la NBA. Quizás porque no quiso asumir ese papel de jugador que empieza o ser un juguete en manos de las franquicias, como la mayoría de los jugadores NBA. Así llegaron las peticiones de traspaso de su agente, y de él mismo, que le costaron un par de sanciones económicas. Cada verano, la cantinela del retorno a Europa, amplificado por la prensa, tan amplificadora y tan poco reflexiva, deportiva española.

Y llegó el draft del 2011, y en medio de una operación de segunda, Rudy Fernández apareció en el roster el equipo campeón. Además, para engorde de expectativas generadas, en una situación en la que, a poco que le sonría la fortuna (veremos qué pasa con las renovaciones de los Mavs), Rudy podría incluso ser el shooting guard titular. Más a su favor aún. Rudy llega a un equipo con un cierto estilo “a la europea” y su traspaso fue aplaudido por la santa trinidad tejana (Mark Cuban, Dirk Nowitzki y Rick Carlisle).

Una oferta mareante del Real Madrid, que le convertiría en el jugador mejor pagado del baloncesto europeo, puede acabar con la travesía de Rudy en la NBA. Cierto es que el cierre patronal deja en el aire el futuro inmediato de los jugadores, y que a nadie le gusta quedarse sin cobrar un año por mandato patronal. Pero no es menos cierto que Rudy tiene ante si una oportunidad única en la NBA, que le llega tras tres años de quejas, malestares e incomprensión.

Su regreso, sin duda, abriría una nueva vía. No es el regreso de Sergio Rodríguez, completamente estancado y olvidado en sus equipos. Tampoco el regreso de Navarro, que viajó siendo estrella, rindió bien y volvió por razones económico-familiares para seguir siendo una estrella. Ni siquiera el regreso de Garbajosa, limitado por una lesión importantísima. El regreso de Rudy sería admitir que no puede hacer una gran temporada en el mejor equipo de la NBA, para ganarse un contrato todavía mejor con el que Florentino Pérez le está tentando.

 


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