James Harden promedió 16,8 puntos, 4,1 rebotes y 3,7 asistencias en su último año como jugador de los Oklahoma City Thunder. Partía como sexto hombre, pero su minutaje era de componente del escuadrón titular: 31,4 minutos por encuentro.
Por su parte, Klay Thompson parte de inicio en el puesto de escolta del mejor equipo del momento, los Golden State Warriors. El año pasado, con un tiempo en pista similar, 31,9 minutos, sus números fueron de 21,7 puntos, 3,2 rebotes y 2,9 asistencias.
Aunque ambos, equiparándolos en un mismo limbo atemporal, eran y son grandes jugadores, mientras que Harden tenía a Durant y Westbrook por delante, Thompson disfruta del básket a la sombra de Curry.
Harden, llegado el momento de la extensión de contrato, oferta que por supuesto recibió de OKC, la declinó y optó por el traspaso a un equipo donde él, y solo él, sería el auténtico líder. Ya son tres las campañas al mando de los Houston Rockets. En ese tiempo no solo ha demostrado que es el capitán, timonel y contramaestre del navío, sino que el último curso su nombre sonó hasta la photo finish para llevarse el MVP.
Thompson, que por estadísticas e impacto en el juego podría seguir un sendero parecido, que no igual, ha sido interrogado por Chris Mannix, de Sports Illustrated, sobre la tentación de dejar el grupo y triunfar como solista.
«Ganar es muy divertido, colega», fue la respuesta de Thompson. «Una cosa es hacer grandes números y ser el mejor jugador de un equipo y otra sacrificar eso y estar en el mejor conjunto de la NBA. Siempre me decantaría por la segunda opción. Tenemos un montón de jugadores en el vestuario que podrían ser jugadores franquicia en otros equipos. Eso no nos interesa. Al final sólo se recuerdan los campeonatos. De eso es de lo que se trata», concluyó el Splash Brother.