Derrick Rose. Nueva York. Los Knicks. Ingredientes no faltan para que la nueva aventura del MVP de 2011 sea tan seguida como esperada a la sombra de la Gran Manzana. Su tiempo en los Bulls parecía acabado, lesiones mediante, y ahora se abre una nueva perspectiva en la que el ídolo de Chicago ha descargado de ladrillos la mochila de su carrera.
«Siento que no estoy acabado. Es un nuevo comienzo. Me siento rejuvenecido y cuando estamos todos juntos, cuando coincidimos por la pista, no sé hasta dónde podemos llegar. Simplemente me estoy preparando para algo grande. Creo que tenemos la oportunidad de ganar cada partido y eso es algo raro», expresa ilusionado en declaraciones a Yahoo! Sports.
Esa felicidad que ahora traslada cada vez que es preguntado no fue así hace dos meses, momento en el que el equipo de su vida, los Bulls, le enviaron a los Knicks.
«No lo podía creer. Me sentí un poco herido en el primer momento. Vienes de tu ciudad natal y eres traspasado. Estar lejos de mis hijos y de mi familia, eso es algo que cuesta sea quien seas. Es algo que te trastoca emocionalmente».
El mejor destino
En cuanto a lo que no alberga duda alguna es sobre la idoneidad de su nuevo hogar, el cual, más allá de sus conocidos atractivos, lo ve perfecto respecto a su carácter sobre la cancha. «Voy a un gran mercado, a una ciudad en la que aman el baloncesto y en la que lo entienden como una cultura. A ellos les encanta los jugadores duros y creo que mi personalidad encaja en ello. Soy alguien que jugará duro y dará todo lo que tiene».