Draymond Green calla más que habla

Os lo creáis o no. Han sido afirmaciones que han salido de su boca. ¿Necesitáis alguna evidencia más para saber que son reales? Porque cuando Draymond Green habla, habla de verdad. Sin embargo, hoy he leído algo que me ha dibujado una sonrisa de «¡Si, claro!». Pero es que han sido palabras de Green, un ser que tiene un índice de correlación nulo con los comentarios bien queda, los cumplidos protocolarios y las mentiras piadosas.

El líder emocional de los Golden State Warriors habla mucho, pero, al parecer, calla más que habla. Si no, Dios sabe con qué se deleitaría la prensa sensacionalista, y de qué nos tacharían en nbamaniacs con nuestros titulares, que tratamos de no serlo —anzuelo clickbait, digo— jamás.

Aquí se cruzan dos elementos necesarios en esta historia. Uno es su madre, y el segundo su madurez. Vamos con el primero.

«Mi madre. Creciendo junto a ella, siempre nos enseñó a decir lo que fuese. En plan, ‘Si piensas algo, dilo. No te muerdas la lengua por la gente'», ha revelado Green en una entrevista al medio ESPN. «Creo que hay una línea muy fina en ese sentido, pero soy un firme defensor de que sea tu mente la que hable —te creemos Draymond, en serio—. También es parte inherente del lugar en donde crecí. Si no hablabas [si no te plantabas firme], estabas condenado», justificaba el jugador.

«Un par» de ejemplos

Episodios nos sobran. Ejemplos para llenar una pequeña biblioteca. Green se despacha a gusto desde que se empezó a convertir en un elemento importante en esta liga.

Así, revisando a vista de pájaro nuestro historial, rescato, de más a menos recientes, el incidente con Harden y la kinesiología, su euforia post-mates,  lo cómodo que siente en su papel de equipo de villanos, LeBron James y él jugando al Twister en el parqué y sin círculos de colores, su fallido intento de provocación sobre Duncan, sus más y sus menos con O.J. Mayo o el reconocimiento público de ‘provocador’ que le otorga toda una eminencia de este deporte como es Kobe Bryant. Y cortamos aquí el sermón porque si no, no comulgamos nunca.

Un extraño autocontrol

En resumen, queda claro que Green es un hijo bien educado que hace caso a su mamá. Y sin embargo, como él mismo asegura, en ocasiones se muerde la lengua. Desde luego, su baremo de la permisividad propia está bastante alejado del resto de los mortales. Pero ahí está. Qué perlas nos brindaría en caso de que este bozal invisible no interviniera de vez en cuando, es algo que me encantaría conocer.

«Hazme caso. Créeme. Hay muchas cosas en las que me echo para atrás», aseguraba Green con una sonrisa difícil de etiquetar. «La mayoría de las veces es sólo porque es lo mejor para mi equipo. En ciertas situaciones, sobre todo cuando juegas en un deporte de equipo, debes tener en cuenta lo que los demás pueden soportar. No tiene que ser necesariamente lo mismo que tú estás dispuesto a aguantar. Y sé que algunas cosas de las que diría probablemente serían una distracción, así que me mantengo alejado de ellas. Definitivamente, me contengo en ocasiones», concluye Green.

Una liga con guión propio

¿En cuantas declaraciones post partido, ruedas de prensa o entrevistas breves en los descansos de los encuentros podríamos anticiparnos a la respuesta de los jugadores/entrenadores tras escuchar la pertinente pregunta? Ya os lo digo yo. Cientos. Green, no falla al calificar la liga como algo «en la que ya está todo escrito». No hay margen para la sorpresa.

«La liga tiene un guión, cuando los chicos hablan, es como, ‘Di esto'». Pero Green no. Él no es esa clase de tipo que se doblega a ciertos protocolos no optativos. «Voy a decir lo que está en mi mente, voy a decir lo que está en mi corazón. Soy un orador genuino. Pero hay muchas cosas alrededor de esta liga. Estás entrenado para decir esto o alguien te dijo que digas esto otro».

Desde luego, Green no es de aquellos que renuncia a sus principios por política de empresa. Genuino, único, inmutable, para lo bueno y para lo malo. Draymond Green. Y eso que a veces, no lo olvidemos, se corta un poco.


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