Para triunfar en la NBA hay que llevarlo en los genes. Eso es lo primero que pensaría uno si ven a Bol Bol, el hijo del mítico Manute Bol.
Es cierto que el trabajo duro y la constancia son un imprescindible para hacerse un hueco en este deporte, pero medir 2’10 metros con solo 15 años de edad es indudable que ayuda un poco. Si a ello le sumas que, además de la grotesca estampa de verle correr la cancha como lo haría Gulliver en el país de Liliput, tiene un manejo de balón excelente y comparable al de muchos bases, las expectativas, ya de por sí altas por ser hijo de quien es, se disparan.
18 años de ventaja
Cuando Manute Bol, fallecido en 2010, debutó en la NBA, se convirtió automáticamente en el jugador más alto de la historia de la liga, con sus 2’31 metros de altura. No obstante, como varios gigantes africanos reclutados por ojeadores de la liga, Bol no tocó un balón de baloncesto hasta los 18 años de edad. Aún así, se las arregló para labrarse un nombre gracias a su enorme capacidad intimidadora, y en su año novel ya promedió 5 tapones por encuentro. En este caso, su hijo, criado en EE.UU, ya le lleva ventaja. En plena etapa de instituto, lleva desde pequeño perfeccionando sus habilidades y el tremendo potencial que le ha dado la naturaleza.
Bol Bol juega actualmente en el Bishop Miege High School, en Kansas City, y cada encuentro disputado es un auténtico espectáculo. Es difícil saber que impresiona más, si su impacto en el juego, su gran altura, su extrema delgadez o su inusitada plasticidad. Lo que es un hecho es que a sus 15 años es capaz tanto de machacar a placer como de distribuir juego y lanzar desde la línea de tres con certera puntería, aunque con una mecánica de tiro que recuerda a la del recién retirado Shawn Marion.
Lógicamente, su evolución ya está siendo observada con lupa por todos los analistas del país, y en el Ranking de ESPN de 2018 —año de su presunta graduación— ocupa a día de hoy el puesto 19.