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Serbia 60 – España 90
Cualquier sinónimo de «aplastar» valdría para explicar lo que hoy ha hecho la selección española con Serbia. Era el día para demostrar todo lo que se le presuponía a los de Juan Antonio Orenga, y lo hicieron de la manera más contundente posible ante un conjunto balcánico que desde el primer segundo no pudo oponer resistencia.
Con el primer cuarto casi habría bastado. España, con una actitud totalmente distinta a lo que se ha visto desde el comienzo del torneo, le imprimió mucha más intensidad al juego y ya desde esos iniciales diez minutos se percibió quién se llevaría el duelo. Esa perfecta puesta en escena se contraponía con la ofrecida por los serbios, a los que no les salía nada de lo que intentaban.
La batuta en anotación que dejó Rudy Fernández en el primer período la tomó Sergio Rodríguez después, echándose al equipo a la espalda e impidiendo que una Serbia algo más centrada que al principio pudiera recortar distancias. Para entonces, el encuentro había quedado resuelto con diferencias en el marcador que sobrepasaban los 35 puntos a favor del equipo español.
El discurrir hasta el final no tendría más historia; sería una lucha por limar o mantener tal distancia en el electrónico, aprovechando España para darle minutos a todos sus hombres y para no perder las buenas sensaciones creadas de cara al siguiente enfrentamiento en las semifinales. Su rival saldrá del encuentro que se disputé esta misma noche entre Francia y Eslovenia.