Green habla sobre Durant y el periodo de aprendizaje

El año pasado hicieron lo que parecía imposible. Tras un comienzo de ensueño, los Warriors se convertían en el mejor equipo de la historia en temporada regular al finalizar con un récord de 73-9, batiendo así a los Bulls de Michael Jordan, que se tuvieron que ‘conformar’ con un 72-10.

Para hacerlo, el desgaste físico y mental fue tremendo, algo que quedó patente en esos últimos partidos que -con el primer puesto de la conferencia Oeste asegurado- se convirtieron en un suplicio ante la que era ya una obligación. Bien. Lo consiguiero. Pero no se llevaron el anillo, y aunque fue por una canasta -Kyrie Irving mediante-, en Golden State viven agradecidos con que el actual curso sea más amable con ellos.

Justo de eso, de esa necesidad de ganarlo todo que han dejado atrás, habla Draymond Green en USA Today. El All-Star de los de Oakland tiene claro que en esta campaña el trabajo está siendo diametralmente opuesto, ya que lo que era una rueda de basket que giraba siempre en línea recta, se ha convertido ahora en un laboratorio de experimentos que, a su parecer, les viene genial.

«El año pasasdo intentábamos ganar cada partido, cada noche. Este año estamos intentando más cosas, buscamos combinaciones diferentes y trabajamos con más chicos para encontrar cómo funcionar con ellos. Creo que eso es bueno. Pienso que ha sido bueno para nosotros. Y pese a todo, hemos sido capaces de ganar a un ritmo muy alto».

La diferencia de la temporada 2015-16 con respecto a la 2016-17 se mide así a estas alturas: 36-2 por 32-6. Sin embargo, y aun soltando el acelerador, poseen el mejor récord de la liga; es decir, la reflexión de Green -acertada-, es que todo lo que se haga ahora en la línea de probar cosas -en parte obligados por la llegada de Kevin Durant, dará sus frutos en el momento de la verdad.

«Hemos experimentado con quintetos, con rotaciones, con jugadas… todo para ver qué funciona. El año pasado fue todo: ‘Sabemos qué hacer. Vamos a hacerlo’. Ha sido como una tonelada de experimentos respecto al año pasado. Obviamente hay partes del juego que son como siempre, pero diría que al menos la mitad -incluyendo subtituciones, quintetos y jugadas marcadas- ha sido experimentación».

Un juego interior nuevo

Hablar de aclimatación es poco. La franquicia californiana removió todo su armario para poder incorporar a Durant. Cierto es que el nucleo duro -línea exterior- ha continuado, pero no lo es menos que la pintura ha cambiado completamente. Así, si el año pasado jugaban teniendo por dentro a Festus Ezeli, Maresse Speights o Andre Bogut, en el presente tienen que moverse con David West, Zaza Pachulia o JaVale McGee.

Con todos esos cambios, y aunque todos sabemos que el juego de los Warriors se baja en los ‘splash brothers’, más Durant, más ‘hago de todo’ Green, encontrar los caminos para que esas nuevas piezas funciones en circunstacias de necesidad se antoja innegociable. Si consiguen involucrarlos sin fisuras, tendrán mucho terreno ganado ante sus principales rivales.

La relación con Durant

Jugar con el ex de los Thunder es fácil, obvio; pero eso no quita que por medio haya un periodo de aprendizaje. Cuestionado por ello, y en concreto por una acción en la que Durant se abrió y Green le pedía un pick-and-roll, el ala-pívot afirma que situaciones como esa, en las que su ‘reprimenda’ es entendida, son las que demuestran el gran jugador que es KD.

«Eso es lo que le hace especial, lo que le convierte en una estrella increíble. La mayoría mira cómo dices algo y no lo que estás diciendo. Obviamente él me conoce muy bien. Tenemos una gran amistad y sabe lo apasionado que soy en todo. Llegué a ver algo que decía: ‘Draymond y Kevin se ensarzan en una discusión’. En momentos como ése, acalorado por la jugada, no se mide el mensaje. Así tienen que ser los compañeros de equipo. Si tienes que adivinar la conversación con un compañero nunca funcionará. En ningún momento pense: ‘Tengo que darle un tono concreto’, expresa antes de recalcar lo unido que se siente a su nuevo compañero.

«Tenemos una relación muy cercana. Es difícil decir cuánto. Pero hablamos de la construcción de una relación que va mucho más allá del baloncesto, como cerrar juntos el verano. Es algo especial. Es una relación especial», sentencia.


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