Que Kevin Durant decidiese sacar el pañuelo al viento en Oklahoma no fue decisión fruto de un verano agitado. De solo una negociación. Parece que el movimiento que ha transformado la NBA actual por completo vivió una línea de tiempo culminada en el «sí, quiero» del jugador a Golden State. Las dudas para con los Thunder venían de bastante tiempo antes.
Los cortocircuitos de Kevin Durant con su amor por los Thunder empezaron en su segundo año en la liga (2008-09, cuenta este domingo ESPN, retomando la historia después del enrarecido enfrentamiento entre Warriors y Thunder de anoche.
Las desavenencias entre Durant y los conceptos tácticos de su equipo fueron in crescendo año tras año. Particularmente, el alero deseaba más innovación en el juego ofensivo; más movimiento de balón en los paseos de OKC camino del aro rival. Y es bien cierto que los Thunder tuvieron etapas de juego realmente brillantes. Sin embargo los reiterados retrocesos y la ausencia de Finales y anillos terminaron por desbordar el apego del ahora alero de los Warriors.
Durant deseaba que sus Thunder jugaran más y mejor. Con mayor motivo teniendo espejos en la Conferencia Oeste como los Warriors campeones en 2015. Pero la inconsistencia y un juego menos colectivo del que él demandaba acampaban en Oklahoma.
Todo el mundo sacrificó y se esmeró en la mejora grupal; no obstante, después de nueve años en la franquicia, Durant dejó de tener fe en la transformación. Y esa fue una gota del charco que aguó las posibilidades de los Thunder de retenerle.
Contra OKC
Anoche, en el duelo entre Warriors y Thunder, Durant jugó en Oklahoma por primera vez después de su partida. Tanto la afición como los propios jugadores de OKC le enseñaron los dientes en reiteradas ocasiones.
Tuvo sus más y menos con los que hace unos meses eran fieles gregarios. Sin embargo, al final se impuso la aplastante superioridad de Golden State.