Han tenido sus idas y venidas. Hubo una época en la que no se podían ni ver, pero eso ya es cosa del pasado. A Kobe Bryant le cuesta tragar a todo aquél que no tenga una ética de trabajo que roce la obsesión. Podría decirse que Shaquille O’Neal se encontraba riéndose en el polo opuesto a esta idiosincrasia.
Los años, por suerte, han ido enfriando el magma hasta solidificarlo. Como es a día de hoy la amistad entre estos dos; férrea, sólida y nuevamente asentada. Formaron uno de los dúos más temibles que se ha visto en una cancha de baloncesto. Tuvieron su rédito: hasta tres campeonatos conquistaron juntos. Ayer, Shaq, a sus 44 años, cumplía el trámite con la historia; ya es un Hall of Famer.
Kobe, con el hacha de guerra profundamente enterrada, no sólo le felicitaba y reconocía su mérito, sino que, en su cuenta de Instagram, ha optado por ir más allá.
«Mis felicitaciones a mi gran hermano Shaq, el hombre grande más dominante de todos los tiempos que ha entrado en el Hall».
El pívot más dominante… el debate vuelve a estar servido una vez más.
¿Rey de reyes?
Kevin Durant reveló en exclusiva a nbamaniacs el que sería su mejor quinteto de la historia, y en él aparecía Shaq. ¿Sus rivales? los de siempre: Wilt Chamberlain, Bill Russell, David Robinson, Kareem Abdul-Jabbar, Hakeem Olajuwon…
ESPN, como no, sacaba a relucir a primeros de año su propio listado con los mejores jugadores de siempre, incluidas una serie de clasificaciones separando por cada posición. En la que correspondía a los pívots, O’Neal era cuarto, siendo Jabbar quien ocupaba el distinguido trono.
Ahora bien, puede haber cierta neblina en las palabras de Kobe. ¿Debemos entender dominante como un sinónimo de ‘el mejor’?. Porque sin duda, si hay un jugador que no ha parado de revolucionar el baloncesto durante su reinado ése ha sido Shaquille. Es inobjetable —incluso alterando sus reglas (los dos minutos finales que amparan a las víctimas del Hack-a-Shaq).
El más dominante, Andrés. La Ley Marcial —Hago lo que quiero, cuando quiero y lo que me da la gana—.
Y todo esto jugando sólo al 30% de sus posibilidades —hola, humildad—. No obstante, quedémonos con lo hermoso de todo esto más allá del siempre sano e insoslayable debate. Kobe & Shaq; Twister y La Mamba. Juntos y enormes, dentro y fuera de una pista de baloncesto.