Una estampida pasó por Brooklyn. Chicago se paseó en su visita a los Nets en una espléndida exhibición ofensiva que mantiene a los Bulls entre los privilegiados invictos de la NBA. El resultado final, 88-118, no dejó demasiadas dudas sobre la diferencia entre un equipo que ha encajado pronto sus piezas y otro más sobrado de voluntad que de ideas. Los hombres entrenados por Fred Hoiberg rompieron el partido en un primer cuarto antológico (38 puntos, su máxima anotación tras 12 minutos desde 2009) que acabó siendo decisivo.
Sentenciando desde el principio
This. So much this. pic.twitter.com/dtxPot6Fxs
— Chicago Bulls (@chicagobulls) October 31, 2016
La combinación entre su trío de exteriores All-Star formado por Rajon Rondo, Dwyane Wade y Jimmy Butler siguió funcionando de forma fluída, destacando un contraataque lanzado por un rebote defensivo de Taj Gibson y culminado por un alley-oop de Butler, a la postre máximo anotador con 22 puntos. Los secundarios, como el propio Gibson (14 puntos y 10 rebotes), Nikola Mirotic (16 puntos, con 4 triples, y 10 rebotes) y Isaiah Canaan (13 de sus 15 puntos en la primera mitad) ayudaron a crear diferencias insalvables.
El 3-0 con el que Chicago abre su temporada se convierte de esta forma en el mejor inicio de la historia de la franquicia en exactamente 20 años, cuando los Bulls de Michael Jordan empezaban en 1996-97 con buen pie en su carrera hacia su quinto campeonato.
Debilidades en Brooklyn
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— Brooklyn Nets (@BrooklynNets) November 1, 2016
Por parte de Brooklyn, ahora con un balance de 1-3, su rudimentaria defensa nunca fue obstáculo para Chicago, que terminaría con un 50,6% de acierto en tiros de campo. El trabajo de jugadores como Jeremy Lin, Bojan Bogdanovic o Brook Lopez fue insuficiente para contrarrestar a unos Bulls que han resuelto muchas de las dudas creadas en pretemporada. Su único punto negativo fue la lesión de Michael Carter-Williams, quien sufrió un esguince en su rodilla izquierda y se someterá este martes a una resonancia magnética.