Los Knicks convencen en su estreno en casa

No son los Knicks un equipo que despierten optimismo de forma general, pero su primer partido en su hogar del Madison Square Garden dejó una buena impresión sobre el potencial de su renovada plantilla. New York recibió con victoria por 111-104 a los Grizzlies con un buen juego de conjunto tras haber recuperado a Derrick Rose, ausente por sus problemas legales durante la gran parte de la pretemporada. Eso sí, el principal motor que hizo circular el balón para los Knicks no estuvo en la posición de base.

Un atípico director de juego

Joakim Noah jugaba como profesional por primera vez en su ciudad natal representando al equipo local. Su debut con New York era especial por partida doble, y su juego se elevó ante este escenario. El pívot francés, azotado por las lesiones en las dos últimas temporadas, recordó al de sus mejores años en Chicago. Eficiente en defensa ante Marc Gasol, y especialmente efectivo en el poste alto buscando a sus compañeros. Con 7 asistencias, Noah fue el mejor pasador del partido en ambas escuadras, y su presencia fue especialmente clave en el primer cuarto.

Acción y respuesta

Los primeros minutos ilusionaron al Madison Square Garden, con un juego alegre y colectivo raramente visto en los últimos años. Noah dejaba espléndidas oportunidades de anotar a un Carmelo Anthony que raramente ha tenido lanzamientos tan claros y especialmente a un Courtney Lee que fue mucho más jugador con el pívot buscándole. Memphis tardó en reaccionar, y cuando lo hizo el tiempo se le empezó a echar encima.

Las rotaciones y la necesidad de no cargar demasiado de minutos a Joakim Noah bajaron el peligro de los Knicks, algo que poco a poco aprovechó Memphis, especialmente gracias a un Marc Gasol liberado ante los pívots reserva de New York. Los 20 puntos del mediando de la saga, especialmente efectivo a la hora de forzar faltas, fue dejando el partido cada vez más igualado hasta llegar a un último cuarto con todo en el aire.

El unicornio letón

Y ahí apareció la gran esperanza de la ciudad que nunca duerme. Kristaps Porzingis despertó al Madison Square Garden con lo mejor de su repertorio, ya sea un control de balón inaudito para un jugador de su altura, su contundencia en la pintura o su elegancia en el tiro exterior. El letón, quien terminó con 21 puntos como máximo anotador, relanzó a New York hasta dejar la victoria en bandeja ante unos Grizzlies que habían gastado ya todo su combustible.

Los Knicks acabaron llevándose su primera victoria de la temporada y, aún más importante, dejando una sensación de que este año puede ser diferente. Para su sufrida afición, esa es la mejor noticia posible.


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