Puestos a volver a cambiar de aires, ¿por qué no volver al hogar del sufijo que le convirtió, de la noche a la mañana, en un fenómeno mundial?
Jeremy Lin, Linsanity hace cuatro años y medio, ha abandonado los Charlotte Hornets tras un gran año personal en el que ha aspirado al ‘Mejor sexto hombre del año’, para ser el timón de un equipo presuntamente a la deriva, los Brookyn Nets. Tan cerca pero tan lejos.
Su nueva casa no queda a mucha distancia de su viejo Olimpo, el Madison Square Garden. Y si alguno se preguntó si en su momento existió la posibilidad de que Lin retornara para seguir escribiendo su epopeya en donde derramó la primera gota de tinta del best seller, la respuesta es no.
La jugada, sobre el papel pinta fenomenal. En detrimento de Jeremy Lin los New York Knicks se han hecho con dos nombres cargados hasta las cejas de hype: Derrick Rose y Brandon Jennings. No seré yo quien venga aquí a hablar de las posibilidades/compromiso actuales de Rose como defensor, pero ese fue precisamente el factor que empujó a las oficinas knickerbockers a descartar a Lin de inmediato.
Un Lin diferente
Por fuentes de Brian Lewis, del New York Post, sabemos que los Knicks desecharon reunirse con el point guard nacido en California por su limitada capacidad para ejercer como un buen defensor. No obstante, las estadísticas hablan algo bien distinto.
El Lin que salió del Madison hace un tiempo poco tiene que ver con el que desembarca ahora en los Nets; físicamente mucho más fortalecido y mental y baloncestísticamente bastante más desarrollado.
Steve Clifford, técnico de Charlotte, es conocido por su alto nivel de exigencia, especialmente en la parcela protectora del aro. Y resulta que con Lin, saliendo desde el banquillo, los Hornets recibían tres puntos menos por cada 100 posesiones. A veces le cuesta aguantar a su marca en el primer paso —Wade le hizo un triple nudo en Playoffs— pero también recupera la posición rápidamente. Lin es ya un defensa sólido y capaz, aunque Phil Jackson y cía se cierren en banda a verlo.