Los Lakers se llevan una paliza de Oklahoma City

El duelo en el Chesapeake City de Oklahoma City prometía morbo y emoción. Era el reencuentro de Metta World Peace con James Harden, al que propinó un brutal codazo en el último enfrentamiento directo entre Thunder y Lakers. Pero también era el primer partido de segunda ronda del Oeste, y la más igualada sobre el papel.

Pero Russell Westbrook (27 puntos, con un 10/15 en tiros de campo, 9 asistencias y 7 rebotes en sólo 27 minutos jugados) y Kevin Durant (25 puntos, 8 rebotes y 4 asistencias), sublimes, no tenían ganas de finales apretados. Los dos All-Stars de los Thunder dieron una auténtica lección de baloncesto a unos impotentes Lakers, muy lejos de la solidez del principio de su serie ante Denver, y más cercanos a la imagen que dieron en el 5º y 6º partido de primera ronda. Conclusión, un 119-90 demoledor para los hombres de Scott Brooks.

Los chispazos de Kobe Bryant (20 puntos) y un Andrew Bynum que cumplió (20 puntos y 14 rebotes) pese a la fortaleza de las torres de Oklahoma City fueron insuficientes. Metta World Peace, muy motivado al principio (dos triples en los primeros tres minutos) se fue evaporando, llegando a perder los nervios en una absurda falta sobre (¿quién si no?) James Harden, y Pau Gasol fue el de las peores noches, no fallón pero sí desaparecido, sin encontrar su sitio en la pintura a ambos lados de la cancha, con 10 puntos y 7 rebotes.

La imagen de la desesperación, pero, la protagonizó Devin Ebanks, quien ha pasado de la titularidad al ostracismo tras el regreso de Metta World Peace. El alero, sólo cuatro minutos después de salir en los trash minutes del último cuarto (su equipo ya perdía de 30 puntos), se metió en medio de una absurda trifulca entre Josh McRoberts y Royal Ivey, y acabó expulsado por decir algo que no gustó nada a los árbitros. Su salida al túnel de vestuarios, quitándose su uniforme y con golpeo a una silla incluída, recordó al del desquiciado Andrew Bynum en el último duelo de Playoffs del año pasado en Dallas tras agredir a J.J. Barea.

A diferencia de aquel pésimo recuerdo del que fue el último partido de Phil Jackson como entrenador, los Lakers tendrán posibilidad de redención, con «sólo» un 1-0 en contra. Para ello, pero, tendrán que superar las malas sensaciones del primer partido, encontrar al forma de detener a Westbrook y a Durant, recuperar a la causa a un Pau Gasol muy lejos del pivot dominador del Game 7 ante Denver, e involucrar a sus secundarios sin desquiciarles. Dura tarea para un Mike Brown que, pese a que su cargo de entrenador no peligra, empieza a ver como su capacidad de llevar a este equipo es cuestionada entre los aficionados de los Lakers. La respuesta, el próximo miércoles en el mismo escenario.


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