Los Raptors tampoco detienen la euforia de Philadelphia

Joel Embiid está consiguiendo lo imposible. Los 76ers, tras varios años más vistos como un extraño experimento organizativo que como una franquicia competitiva de baloncesto, se han convertido en uno de los equipos de moda en la NBA. Su nueva hazaña fue derrotar por 94-89 al segundo mejor equipo del Este, Toronto, alargando su espléndido momento de forma que les permite no descartar todavía pelear por los Playoffs.

Proceso histórico

El triunfo supone la séptima victoria en nueve partidos de Philadelphia, una racha impensable hace unas semanas para un equipo que volvía a coquetear con el último puesto de la liga. El gran artífice de este cambio radical es Joel Embiid. Ya superada su adaptación a la NBA, especialmente en los momentos calientes, el pívot camerunés se está convirtiendo en uno de los jugadores más determinantes del momento.

Ante Toronto, Embiid volvió a hacer un partido soberbio en poco tiempo: 26 puntos y 9 rebotes en menos de 27 minutos jugados. Su productividad anotadora con tan poco tiempo jugado como novato solo es superada por Wilt Chamberlain (28,2 puntos por 36 minutos jugados para Embiid, por 29,2 puntos en 36 minutos para Chamberlain en 1959-60). Solo el límite de minutos impuesto por precaución por su propio equipo es hoy por hoy capaz de controlar su dominio en la cancha.

Insuficientes Lowry y DeRozan


Los Raptors contrarrestaron con su dúo de All-Stars. DeMar DeRozan (25 puntos, 14 en el último cuarto) y Kyle Lowry (24 puntos) lideraron de nuevo al equipo canadiense, pero la especialmente activa defensa de Philadelphia, bien dirigida por su entrenador Brett Brown, dejó al vigente finalista del Este sin demasiadas ideas. Para colmo, una fea caída de DeMarre Carroll, un pulmón importante de Toronto, le dejó sin poder finalizar el partido.

El otro gran cambio de Philadelphia, clave para su espléndida forma, ha llegado en los finales de partido. Los 76ers aguantaron a la perfección a los experimentados Raptors en los momentos calientes, pese a algunas precisas posesiones de DeMar DeRozan. La pasión de Joel Embiid en defensa, y su frialdad desde la línea de tiros libres, donde recibió cantos de «MVP, MVP», sentenciaron. Fue la rúbrica para unos Sixers que ven ya la luz al final del túnel.


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