Hay motivos para sonreír.
La salida de Kevin Love de Minnesota parecía situación más que suficiente para que cundiera el pánico dentro de la franquicia. Su jugador estrella se marchaba y ahora habría que rehacer la planificación.
Sin embargo, lo que ha llegado en lugar del ala-pívot ha devuelto la ilusión a los seguidores de los Timberwolves. Tanto Andrew Wiggins como Anthony Bennett y Thaddeus Young, además de Zach LaVine, son el impulso necesario para que el equipo luche por cotas mayores que las vistas hasta ahora.
Así, en la última semana se han vendido hasta 300 abonos completos para la temporada, lo que supone un nuevo récord en las ventas de los Wolves.
El tope estaba en 2011, cuando las ventas se dispararon después de que Ricky Rubio confirmara que dejaba Europa para enrolarse en el mundo de la NBA.