Turno de Ish Smith. El base viene de realizar una temporada más que decente en mitad de un erial, y sus pretensiones económicas no eran para nada altas. Así pues, ¿cómo iban los Philadelphia 76ers a apostar por él e invertir en su continuidad? Nada, el sentido común es cosa de otros.
En este caso, por ejemplo, son los Detroit Pistons quienes, en un mercado no muy abundante de point guards de nivel con el cartel de agentes libres, logran cubrirse pronto y a buen precio la dirección de su segunda unidad. Stan Van Gundy ha realizado una gran temporada —Playoffs conseguidos— en la Motown. Sin embargo lo ha pasado regular en un aspecto. Tras la salida de Brandon Jennings, los Pistons se han visto superados por sus rivales en 1,6 puntos cada 100 posesiones con su base titular en pista, Reggie Jackson, y por 3,7 cuando las riendas las tomaba el veterano Steve Blake.
Jennings, una vez vuelto de su lesión, ostentaba un rol demasiado importante como para aceptar un papel que no fuera el de titular. Ish Smith, por su parte, es un jugador que ha demostrado que sabe rendir desde el inicio siendo el líder total de los Sixers, pero que también acepta el papel de revulsivo como hacía meses antes en los Pelicans.
Revulsivo económico
Las partes se han entendido y, por lo que adelanta Keith Pompey del The Inquirer, Smith habría aceptado jugar tres temporadas con la casaca azul de Detroit a cambio de 18 millones de dólares. Será su décimo equipo NBA —se dice pronto— en sólo seis temporadas.
En los Sixers viene de cobrar unos ridículos 1,1 millones. Sus números son de 12,6 puntos, 6,5 asistencias, 4 rebotes y 1,1 robos en 29 minutos; por lo que, habiendo Timofey Mozgov —por poner un único ejemplo— logrado hacer firmar en LA un acuerdo de 4 años y 64 millones, es curioso cuanto menos que el menudo playmaker no haya apurado un poco más sus opciones y se conforme tan pronto por esta cantidad.
Queda claro lo que ganan los Pistons con su fichaje: velocidad, un puñal frente a defensas cerradas, buen pasador y capaz de anotar cuando se necesita. Su defensa mejor no presumir de ella; pero por seis kilos al año, poco más se podía pedir.