Hola Nuggets; adiós Clippers

Unos entraban jugándose la vida, los otros las últimas briznas de esperanza.

Terminado el duelo los Denver Nuggets continúan absolutamente vivos (131-115), dependiendo exclusivamente de sí mismos para jugar la postemporada porque, a pesar de ser aún novenos, de los dos partidos que les restan uno es frente a los Timberwolves con quienes, tras el triunfo de hoy, empatan en el casillero 45-35 ¡Qué última jornada nos espera!

Cerrado por vacaciones

Las gradas del Staples Center parecían inclinarse más por el epitafio que por seguir tensando la cuerda de la fe en su larga agonía. Era su último cartucho, y ya no será necesario volver a abrir el tambor.

Los Clippers son, oficialmente, equipo de lotería del Draft. Y su único consuelo se mide en un porcentaje casi ridículo. El 0,6% de posibilidades que tendrán, por terminar como el 13º peor equipo, de llevarse el número 1 del Draft. Ni Clippers ni Lakers trabajarán en abril-mayo. Un escenario yermo y de parquet desolado que no se vivía en Hollywood desde hacía una docena de años, cuando en el curso 2004/05 ninguno de los dos hermanos —amor cainita— alcanzó tampoco la postemporada.

No obstante, ya que no contagiados por el fervor de la afición, los de Doc Rivers sí salieron con la intención de no ponerles las cosas sencillas a su rival. Unos primeros minutos en las que las canastas entraban fáciles pero en los que también se sentía el respeto entre ambos conjuntos, con posesiones largas, trabajadas, sin apenas riesgos; y las defensas de ambos asfixiando desde el salto inicial.

Jokic y Cía.

Sin ser un choque a tumba abierta, los Nuggets empezaban pronto a despegarse tímidamente en el marcador, merced a una circulación más fluida y unos triples que les apetecía entrar, mientras que los locales apostaban por un estilo precámbrico, poco elaborado, con Austin Rivers y Lou Williams buscando constantemente las internadas y forzados, casi siempre a abrir el pase. No había hueco para los finger roll; la pintura de Mike Malone era un bloque sólido y sin grietas.

Todos los titulares de Denver superaron la decena de puntos, pero hubo dos que brillaron por encima del resto. Will Barton se pasó la noche confundiendo el aro rival con un cráter de dimensiones monstruosas, y no paro de poner bandejas de corta y larga distancia. 31 puntos para el escolta —hoy titular— con una hoja genial de 11/15 en tiros.

El otro fue Nikola Jokic, sublime de nuevo, y triple-doble para variar (nueve este año). Que a nadie engañen los 16 puntos y 17 rebotes de DeAndre Jordan; el serbio se comió el norteamericano. 23 puntos, 11 rebotes, 11 asistencias, 2 robos y un tapón; poco más que añadir, excepto reafirmarnos, una vez más, en que éste es el eje entorno al que gira todo el engranaje nugget.

Sólido partido también del resto de lo rotación, con un Murray descarado y agresivo en ataque (19+7), un Paul Millsap fresco físicamente y que empieza a recuperar su mejor nivel (15 puntos), y un Wilson Chandler que con sus 13 tantos y 7 capturas completó un quinteto digno de playoffs.

Los 11 tantos de Mason Plumlee desde al banquillo, rápido en el corte y aprovechando los espacios con varios mates, añadidos a los 10 de Devin Harris, fueron la ayuda necesaria para mantener a los Clippers a raya siempre que entraban en juego las rotaciones.

Siete años después

Los Clippers aguantaron bajo la tormenta hasta el final del tercer cuarto, destacando la sempiterna figura de Lou Williams con 24 puntos, y los interesantes partidos tanto de Montrezl Harrell (14 puntos) como Tyronn Wallace, dos jugadores a los que se les presume una buena evolución y  que pueden dar que hablar en el futuro.

Estuvieron los Clippers bailando continuamente sobre la psicológica barrera de los diez puntos, pero tres triples en los cuatro primeros minutos del último periodo colocaban el marcador 114-97, y los anfitriones ya se vieron incapaces de remar.

La bajada de brazos fue irremisible, y por primera vez en siete años los californianos tienen que aceptar una realidad dura: no habrá playoffs.

Una feria que se ha disfrutado de manera ininterrumpida en el Staples desde que Blake Griffin ganara el ROY en 2011, y a partir del curso siguiente él, Chris Paul y DeAndre tomaran el mando de la franquicia y conformaran ese gran Big Three del que hoy solo queda la menos capaz de las piezas.

No habrá prisioneros

Los Nuggets, por su parte, encadenan su quinto triunfo y dejan claro que no están dispuestos a renunciar a aquello con lo que han flirteado toda la temporada.

En dos días reciben a unos Blazers ya clasificados pero que por culpa de Utah todavía no tienen blindada la tercera plaza, por lo que con toda seguridad saldrán a morder. ¿Podía ser de otro modo? Bienvenidos a la carnicería del Oeste.


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