¿A rolex o a setas?

«¿Qué estamos, a rolex o a setas?» Como en el chiste, entré en Basketball-Reference por Grayson Allen y salí con ganas de escribir sobre Luguentz ...

Foto del autor

Por Enrique Bajo

Publicado el

«¿Qué estamos, a rolex o a setas?»

Como en el chiste, entré en Basketball-Reference por Grayson Allen y salí con ganas de escribir sobre Luguentz Dort. Por respeto os hablaré de ambos, pero centrándome especialmente en el escolta de los Oklahoma City Thunder, ‘el rolex con disfraz de seta’.

La cosa arrancó con los 29 puntos y el 9 de 14 en triples que Allen clavó a los Kings hace cuatro días; aunque la noticia no estaba en ese carro de tiro bárbaro, ya que noches aisladas on fire las puede tener cualquiera en la NBA.

Lo primero interesante es que tal burrada (porque 9 de 14 es una burrada, incluso para los Splash) venía de hacerla sólo once días antes, cuando clavó otro 9 de 14 ante los Miami Heat para marcharse hasta los 31 puntos anotados. Pero es que las otras dos ocasiones en las que Allen se ha atrevido (o le han dejado) irse por encima de los diez triples intentados, el shooting guard ha hecho un 8 de 13 y un 8 de 17… por lo que en este punto y a tenor de su 48% de acierto (líder de la NBA) en 5,8 intentos por partido, la única incógnita que nos queda es por qué Frank Vogel no busca la fórmula para que lance todavía más.

En todo caso, Allen, que además de sucio y mamporrero llegó a la NBA con fama de gran tirador (38% en sus cuatro años en Duke), tras un desvirgue tibio como rookie, no ha hecho sino volver a la vereda original. Allen es un gran tirador y un contrastado defensor (en seis de las siete lineups de los Suns con mejor rating defensivo, aparece él) que, ojo, también está empezando a destacar como distribuidor (casi 3 asistencias por partido) con un aceptable volumen de pérdidas (1,5).

Como expiring de 8,5 millones en salario, su inclusión en el traspaso a tres bandas que acabó con Lillard en Milwaukee y Ayton en Portland, su fichaje, de mantener este nivel, puede empezar a considerarse como de los mejores de la pasada agencia libre.

¿A rolex o a setas?

Visto Allen y antes de pasar a Dort, un dato: el triple goza de una salud estupenda en la presente campaña. Aún quedan la mitad del curso regular por delante, y los promedios podrían tanto mejorar como empeorar. Pero pinta bien.

En la última década, sólo la 2020-21 se cerró con mejor bagaje que la temporada actual, la cual no ha dicho aún su última palabra y tiene a varios de sus francotiradores al acecho de ese 38% (Tatum, Niang, LaMelo, Middleton, K.Murray, Portis, T.Harris…)

AÑONº jugadores >40% en triples>38%
2023-24*46*86*
2022-233668
2021-222559
2020-215095
2019-202863
2018-192238
2017-183157
2016-172645
2015-162040
2014-151428

No es sólo que se lancen más triples que nunca, es que estos suponen ya el 40% de todo lo que vuela camino del aro en un partido. El salto por décadas, como vemos en esta captura de StatMuse, es tan abismal que abruma. Casi hablamos de un deporte distinto. De un idioma distinto. Los entrenadores de principios de los 80, de ponerlos hoy a dirigir, se sentirían como si a Erwin Rommel lo escupiesen repentinamente en la Medina de Fez sin un plano en el que refugiarse, y le dijésemos que ahora el mapa está en el GPS de su móvil al que accede a través de una huella dactilar.

Afortunadamente, el crecimiento, que venía aumentando a un ritmo desnortado desde el 2013, se ha ralentizado en estos cuatro últimos años, pero aún así su peso es el mayor que jamás hemos visto (35,2 intentos por partido), y la tendencia continúa al alza.

¿A rolex o a setas?

Los ‘3 and D‘ ya no son sólo el arquetipo de moda, sino el inglés y el bachillerato de nuestra época: no se farda de ellos en el CV, sino que se presumen. Un par de inputs que se dan por hecho. No tirar triples en esta NBA es una extraordinaria losa que exige como contrapartida ser élite absoluta en algún otro campo, otra virtud cuantificable para justificar tus minutos en pista. Y esto nos lleva, indefectiblemente, a Luguentz Dort.

La seta Dort

La seta Dort echó su nombre al cáliz tras pasar un único año en la universidad de Arizona State. Sus puntos fuertes eran tan evidentes como los débiles, y tanto él como sus representantes debieron creer que ser catalogado como ‘uno de los jugadores más fuertes del Draft 2019’ bastaría para salir escogido. Los mock, de hecho, eran un baile constante en cuanto a sus posibilidades. El mejor escenario lo ubicaba a la cola de la primera ronda, mientras que el peor lo dejaba directamente en la calle, sin contrato al que aferrarse.

Y fue lo segundo. Los peores augurios se confirmaron, pero no tuvo tiempo ni para llorar. Antes de que cortaran la conexión con el Barclays Center, su teléfono ya había sonado. Al otro lado estaba Sam Presti con un contrato dual bajo el brazo. Dort no atendió ninguna otra llamada de trabajo aquella noche. «No dudé por un instante, y al día siguiente estaba allí, en Oklahoma».

Como exigía su condición, Dort tuvo bastante presencia en el filial de los City Blue, y en sus trece partidos allí promedió 19,5 puntos y un 33,3% desde el púlpito de la verdad: la curva de 7,25.

Y un 33,3%, siendo flojo (2% por debajo de la media), no es terrible. Y es que Dort nunca estuvo considerado como un triplista terrible. Eran otros adjetivos los que, atendiendo a los diferentes informes de los scoutings, le acompañaban: tosco, ineficiente, lento, dudoso, raro, inconsistente, volátil… En definitiva, un tirador impredecible en el que incluso el arco de su tiro cambiaba según soplase el viento aquella mañana.

¿A rolex o a setas?
Fuentes: HoopsHype, NBADraft.net, NBA Scouting Live, DraftExpress

Sin embargo, los Thunder tenían claro qué perfil de escolta habían fichado, y no iban a permitir que un dedo les tapase el sol. Dort era una fuerza de la naturaleza que no necesitó adaptación alguna para distinguirse, de inmediato, entre los mejores y más agresivos defensores 1vs1 del planeta NBA, siendo un mismatch constante con casi cualquier driblador que se atreviese a encararlo. Pronto pasó a ser un habitual en las convocatorias del primer equipo, incluso encandenando varias titularidades.

Para el final del ejercicio regular (año COVID, año Chris Paul) todos ya estaban enamorados de su energía, su pasión, y en junio los Thunder cambiaron su two-way contract por uno estándar de 4 años y 5,4 millones de dólares, con vistas a contar con él en playoffs.

Pero esa gesto audaz arrastró un coste de oportunidad. Los rivales no tardaron en detectar lo endeble de su tiro de tres, el cual estaba peor que nunca, y la pizarra de los Houston Rockets, su rival en primera ronda, fue a la yugular. Aislarle en el perímetro con balón y flotarle mientras cubrían el close out y las líneas de pase, se convirtió en tendencia, y Dort les dio la razón acumulando un 7 de 38 desde la curva (18%).

Hasta el Game 7. Los Thunder perdieron la serie, pero Dort, aquel día, ganó.

El canadiense firmó el mejor partido de su corta carrera, con 30 puntos y un 6 de 12 en triples. Incluso fallar el que habría sido el tiro ganador (espectacular Harden) no empañó un regusto que no sería flor de un día. Aquella eliminación iba a suponer un reinicio total, dando lugar a nueva y desconocida versión del escolta hasta entonces. La seta, con aquel gran primer destello, había iniciado su transformación.

El Rolex Dort

En la montaña rusa que había sido su primer año en la Liga, Luguentz Dort reincidió en todo aquello que le empujó a ser objeto de olvido en el Draft. Acabó el curso por debajo del 40% en tiros de campo y del 30% en triples, y parecía destinado al rol de especialista defensivo, a lo Tony Allen, con todo lo que ello conlleva.

Hasta aquel precioso Game 7 de eliminación.

Si en algo se asemejan Miami Heat y OKC es con su enfoque respecto de los jóvenes. El camino de la paciencia, el tesón, el sudor oscuro a pabellón cerrado y un cuerpo técnico entregado a la causa, es el único camino posible. Sam Presti, ‘el acumulador de rondas’, no da puntada sin hilo.

Si en su primer año Dort lanzó 2,8 triples por partido en regular season, como sophomore, subió hasta 6,3. Y en su tercer año a los 7,7. En Oklahoma siempre lo tuvieron claro: un defensor perimetral del calibre de Dort que llegó a la liga como freshman, tenía margen de sobra para curtirse en sus flaquezas y convertirse en una sólida realidad en ambos lados del rectángulo. Por oportunidades, desde luego, no iba a ser.

Los porcentajes, sin tirar cohetes, mejoraron lo suficiente para dejar de ser objeto de floating, manteniendo los espacios abiertos y el defensor pendiente de tapar el tiro liberado. Hasta este año, donde el compromiso normal en el punteo se ha quedado corto. Dort, quien lo diría, requiere a día de hoy la máxima atención para evitar que su ‘impredecible’ tiro de tres… termine en chof.

¿A rolex o a setas?

En la 2023-24, Dort es pura dinamita en la larga distancia: segundo en sus Thunder en triples convertidos (79) y segundo también en porcentaje de acierto (42,5%).

Cómo se puede observar, su número de lanzamientos se ha reducido respecto de los años anteriores; y es que justo ahí, en eso precisamente, reside gran parte de su éxito: una mejora increíble en la selección de tiro. No fuerza, no se apresura, no se crece en exceso cuando los tiros le entran y la racha se convierte en fuente de deseo (ocho es su tope de intentos en los 39 partidos que llevamos de RS). Dort tira cuando tiene que tirar. Punto y final.

Y todo ello, sin haber abandonado su valor más genuino. Su fiereza, su constancia, sus cortes, sus ayudas, su insoportable tenacidad. El guardaespalda ideal para Giddey y Shai Gilgeous-Alexander. Como lo define Joe Mussatto enThe Oklahoman «still a rock on defense, but no longer ignored on offense». 

O en otras palabras. A Rolex y a setas.

(Fotografía de portada de Michael Reaves/Getty Images)

TE PUEDE INTERESAR