En esta loca competición en la que los equipos a menudo juegan dos noches seguidas, este artículo llega tarde. Tarde porque entre las palabras que sirven de pie de entrada al texto y la redacción del susodicho hay unas 36 horas y una derrota que les restan el interés que otorga la rampante actualidad. Pero no la vigencia.
Los Oklahoma City Thunder de Shai Gilgeous-Alexander ya están aquí. Siendo la tercera plantilla más joven de toda la NBA, el equipo está más que asentado en la parte noble del Oeste. Segundos en una conferencia que vuelve a no perdonar un tropezón como tradicionalmente se la ha conocido. Registrando datos de top cinco en ataque y defensa, ese santo grial que delimita a los aspirantes.
No hay ocasión en la que se hable de ellos sin aludir a lo increíble de su fulgurante evolución. A lo absurdo de que Chet Holmgren haya hecho encajar las piezas de esta forma, al ojo clínico de Sam Presti para elegir complementos como Isaiah Joe o Cason Wallace, a la injusta eficiencia de un sophomore como Jalen Williams que ha absorbido responsabilidades al mismo ritmo que recursos individuales y a Shai. Siempre a Shai. Y nunca o casi nunca a Mark Daigneault.
No dejar nada al azar
El técnico, también uno de los más jóvenes de la liga, es de la cuerda de entrenadores intervencionistas que hoy representan Erik Spoelstra, Mike Brown o Will Hardy. Aquellos que prueban escapatorias hasta agotar los recursos que tiene en plantilla. Por eso estos Thunder están lejos de ser un conjunto de rotación cerrada y esquemas rígidos. La presión exterior en defensa y atacar el aro en ataque no se negocian pero, a partir de ahí, ancha es Castilla.
Ahora bien, como todo conjunto que no sean los Boston Celtics cuando están sanos al cien por cien, Oklahoma tiene sus limitaciones. Y la más evidente es su falta de centímetros y kilos. Holmgren es un magnífico corrector de la pintura, uno de los taponadores e intimidadores más hábiles de la competición. Pero es fácil moverle, y perfiles interiores como Anthony Davis o Nikola Jokic suprimen su principal característica defensiva.
A Daigneault esto no le preocupa porque, quien más quien menos, absolutamente toda la liga sufre ante perfiles como Joker y La Ceja. Sin embargo, ¿qué sucede si el que te genera una ventaja constante en un apartado del juego concreto es Jusuf Nurkic?
Noche histórica, ¿para qué?
El pasado domingo el bosnio dejó una actuación en el rebote digna de otros tiempos. Las 31 capturas que recolectó ante los Thunder suponen el récord histórico de los Suns y de la actual temporada. Para lograr los 13 rebotes ofensivos, Nurkic superó el 35% de oportunidades de rebote disponible, superando la media de los Knicks como líder de la liga (33%). Durante muchas décadas el baloncesto se articuló para que una actuación así supusiese poco menos que amarrar la victoria para los suyos. Pero el domingo esto no le sirvió a Phoenix para sumar el triunfo o dejar una cifra histórica de puntos en segunda oportunidad (18). De hecho, ni siquiera ganaron la batalla en la pintura, donde fueron superados por 54-44.
Y Daigneault recogió lo sembrado:
Hay muchas noches en las que perdemos la batalla del rebote. Y mientras la recompensa siga superando al coste, seguiremos aceptándolo. No vamos a ser un equipo perfecto. […] Hay más cosas dentro de un partido que el rebote. Si tratamos de solucionar cada problema, entonces estaremos tratando de perseguir nuestra propia sombra
Mark Daigneault, entrenador de los Oklahoma City Thunder
Los Thunder son el segundo equipo que mayor porcentaje de capturas permite en su propio aro y también el segundo que más puntos recibe en segundas oportunidades. Haciendo gala de su habitual y mencionado intervencionismo, Daigneault podría haber tirado de los nuevos apaños que le ha hecho la gerencia e introducir de una tacada o en tandas a Jaylin Williams, Bismack Biyombo y Mike Muscala. En su lugar, prefirió seguir con los suyo y, casualidades de la vida, fueron las carencias de los Suns en la dirección de juego y el cuidado del balón los que acabaron decantando el partido para Shai y los suyos.
A menudo el análisis castiga demasiado las máculas de un equipo sin tener en cuenta el verdadero poso que tienen en el devenir del mismo. Los Thunder están a una derrota dura en playoffs a causa de su agujero en el rebote de oír que la configuración de su plantilla es insostenible. Y, oyendo a Daigneault, cuesta creer que eso le haga perder la perspectiva. No controlar algo no tiene por qué implicar el caos.
(Fotografía de portada de Michael Reaves/Getty Images)