13 años de la ‘dress code rule’ en la NBA

Nada menos que hace 13 años —el 17 de octubre de 2005— la NBA estrenó el código de vestimenta que todavía impera en la actualidad; el reconocido en inglés como «NBA dress code».

David Stern, comisionado de la Liga en aquellos momentos, consideró que las estrellas y su envoltorio textil tenían que estar a la altura de en lo que la competición seguía convirtiéndose. Una máquina de ganar adeptos, aficionados y patrocinadores en todo el mundo gracias a cada vez más talento, estrellas y un marketing siempre varios lustros por delante de cualquier competición conocida.

Se legisló que las estrellas tenían que guardar las formas y respetar los cánones de formalidad. Y se cortó por lo sano. Hasta entonces, hasta ese año 2005, no era extraño ver pasearse por las canchas y módulos oficiales de la NBA a los jugadores con la más descarada indumentaria del mundo hip-hop o con elecciones tan estrafalarias que las actuales de Russell Westbrook u otros jugadores parecerían válidas para una reunión de trabajo.

Recordemos cómo aparecía por los banquillos en aquellos años el genio Allen Iverson, uno de los grandes impulsores de la cultura gansta y hip-hop dentro de la propia liga. Para alguien no familiarizado con la competición, pensar que aquel escolta de 1,83 metros que vestía como un cantautor de una casa okupa en Baltimore —pero con ropa más cara— era una estrella de la NBA resultaba casi impensable.

Unos querían aparentar que eran los más malos del barrio —realmente lo eran— y otros simplemente vestían como vivían, sencillos y sin arabescos. Véase si no la instantánea de Tim Duncan recogiendo su premio de MVP en 2002 en, prácticamente, unas chanclas de playa y pantalones piratas. Ni tanto ni tan calvo, que pensaría David Stern.

Hip-hop y baloncesto, una historia de amor

Lo cierto es que la asociación del baloncesto en Estados Unidos con la cultura hip-hop no era una simbiosis nueva, pero sí estaba alcanzando sus volúmenes más elevados. Desde prácticamente 1984, con el éxito del pionero en música rap, Kurtis Blow, que hizo una canción en la que citaba a Julius Erving y Moses Malone, la NBA y el hip-hop hicieron comunión para estrechar más y más lazos conforme pasaba el tiempo.

No solo en lo referente a la música el hip-hop corría por las venas de la NBA, sino que a nivel cultural la liga también supuraba ritmos por todas partes. Esa ambición por ser el mejor y por infundir respeto allá donde fueses eran una herencia intrínseca de la cultura del rap y del hip-hop. Los años 80 y los 90 no hicieron sino estrechar la distancia que había entre ambos conceptos, se acercaron mucho, casi para tocarse; hasta que en los primeros años de la década del 2000 eran conceptos prácticamente indisolubles. No se entendían el baloncesto y la NBA sin altas dosis de cultura nigga, gangsta y hip-hop.

Los jugadores que en aquel momento triunfaban habían sido niños que absorbían la cultura hip-hop por todas partes: habían vivido en los mismo barrios que las estrellas de la música y en las mismas condiciones socioculturales: desde muy pequeños querían ser jugadores de baloncesto profesional o estrellas del rap. Y pasaban una infancia y adolescencia enteras persiguiendo ambos sueños. Muchos hasta terminando sacando sus propios discos de rap al mismo tiempo que eran jugadores de éxito en la NBA.

El rap era parte de la cultura de los jugadores desde muy jóvenes y por tanto estaba muy presente también en sus vestimentas cuando eran profesionales del deporte.

Los grandes detractores

Hasta que David Stern, el antiguo mandamás, dijo basta, introdujo el nuevo canon y desde entonces todo jugador con contrato suscrito a la NBA debía ceñirse a unas normas de vestimenta en cualquier acto oficial de la competición. El objetivo del comisionado no fue otro que disgregar un concepto del otro: el baloncesto por un lado y el rap por el otro, no tenían que seguir significando lo mismo. No debían hacerlo porque, a juicio de Stern, mucha reputación y millones en patrocinadores estaban en juego.

Al principio, el colectivo de jugadores rechazó con vehemencia la nueva norma. Uno de los más críticos fue la ilustre cabeza pensante de Stephen Jackson, que dijo que la NBA (Stern, para entendernos) temía parecer demasiado hip-hop, y que por eso limitaba la manera de vestirse y de pensar de sus estrellas. Otro premio Nobel como era Iverson se volvió cara visible de la rebelión ante la dress code rule pero nada pudo hacer tampoco para remediar lo que el comisionado pretendía: hacer la NBA más presentable, más formal, más elegante y con ello expandirla a más marcas todavía.

Lo que ocurrió a nivel de moda en los años siguientes es el fenómeno que vivimos en la actualidad. Muchas estrellas de la liga cogieron el nuevo código y lo estiraron hasta el punto de convertir sus estilos en moda —dentro del canon del dress code— que precisamente después estrellas de la música han emulado. Algunos grandes raperos también se han domesticado e imitan ahora en su forma de vestir a los jugadores de más éxito en la NBA. Exactamente el viaje de vuelta del proceso que vio su culmen en el año 2005, cuando David Stern impuso el fin de las prendas de talla interminable, la bisutería más arrogante y la connivencia eterna entre rap y baloncesto.


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