31 años de la «mano mala» de Bird

Una de las razones más traicioneras y equívocas por las que algunos suelen sacar, omitir u olvidarse de Larry Bird como el mejor alero de la historia, es que hacía el baloncesto asombrosamente fácil. De tanto que le salía, que un día la máxima estrella de los Celtics decidió subirse a sí mismo el grado de dificultad. Emplearía más que nunca la mano mala.

La mano bala, que sería nuestra buena, y en su caso es solo la menos excepcional. El año ’86 celebraba su San Valentín cuando un Bird semizurdo anotaba 47 puntos, atrapaba 14 rebotes y repartía 11 asistencias ante Portland Trail Blazers. No era suficiente proeza la de aquel invento del cambio de mano que en la prórroga, a falta de tres segundos, el propio Larry anotaba la canasta ganadora del partido, 120-119.

Función programada y triunfal

De sus 21 tiros de campo que acariciaron la red por dentro, 10 fueron escupidos por su mano no habitual. Un total de 22 puntos resultaron obra de su mano izquierda. Y todo ello con previo aviso a navegantes. Había advertido previamente a medios y compañeros de equipo que pondría en práctica en el siguiente partido tan genial demostración de arrogancia—porque humilde desde luego no fue—.

La arrogancia se convirtió en historia y leyenda de la NBA cuando Bird cumplió con creces su palabra. Todo lo que no fueron tiros en suspensión de media y larga distancia, nacieron en su zurda. Y viéndolo en este vídeo, efectivamente, parece una vez más que no puede haber cosa más fácil.


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