Bajo el radar: 5 jugadores que están brillando sin absorber focos

La NBA está bien poblada de estrellas. Cada franquicia tiene la suya y en muchas hay de hecho varias que reclaman atención. El star system es llamativo y profundo. Sin embargo los meses de competición se encargan de demostrar que más allá de esos focos y nombres principales, de aquellos tipos que absorben el liderazgo, hay muchos otros jugadores sin los cuales el buen hacer de sus equipos no podría entenderse de la misma forma.

De esa lista de hombres, a menudo bajo el radar, pueden señalarse muchos casos de labores sensacionales, noche tras noche, que no obtienen tanto reconocimiento. Que a menudo obtienen muy poco. De entre toda esa baraja, en este caso me gustaría señalar cinco nombres. Cinco casos que representan, de un modo u otro, triunfos personales y de sus franquicias durante esta temporada NBA.

Casos de secundarios de éxito que exponen que también un rol menor puede llegar a ser todo un tesoro.

Fred VanVleet (Toronto Raptors)

Los Raptors son una de las grandes historias de esta temporada. Tienen su ataque en el Top-3, sólo tras dos monstruos de calibre histórico como Rockets y Warriors, su defensa en el Top-6 y su banquillo está siendo el quinteto más dominante del curso (20,2 puntos le sacan a sus rivales por 100 posesiones). Uno de los componentes de ese banquillo está rindiendo de forma especialmente brillante.

Porque los datos de Toronto con Fred VanVleet en cancha son incluso mejores. Con él sobre el rectángulo, el conjunto de Casey está atacando al nivel de los Rockets (es decir, del ataque más productivo de la historia de la Liga) y defendiendo mejor que los Celtics (es decir, mejorando el dato de la defensa más poderosa esta campaña). Con VanVleet en pista, los Raptors están siendo una máquina de jugar.

Si se atiende a sus números simples individuales, a sus puntos, asistencias o rebotes, no lo explican. Pero deja de ser casualidad que el equipo funcione como un reloj con él como base… cuando siempre sucede así. Van Vleet tiene el mejor net rating de los Raptors este curso y la segunda unidad que él lidera, a través de su control de ritmo, fantástica toma de decisiones y capacidad de desequilibrio exterior, marca diferencias.

Reparte 3.2 asistencias por cada balón que pierde, está por encima del 40% en triples y siempre encuentra la mejor opción en pista. Ve rápido e interpreta fácil lo que sucede alrededor. Porque no es que VanVleet anote o asista de forma masiva, pero el equipo fluye mucho más cuando él adquiere peso en el juego. Y sucede especialmente en transición, donde produce 1.22 puntos por posesión, marca cercana a la de DeRozan (élite de la Liga en ese apartado), con un volumen de pérdidas asombrosamente bajo (por debajo del 8%, casi la mitad que el de, por ejemplo, Chris Paul).

Una muestra. Con buen espacio, lee la acción, penetra, absorbe atención en forma de ayuda y da el pase en buen timing:

VanVleet está protagonizando una campaña excepcional desde un rol en principio secundario. Y de hecho su caso demuestra a la perfección como un papel menor puede llegar a convertirse en un pilar para el éxito colectivo. Su capacidad de involucrar y hacer funcionar al resto, superando incluso su falta de tamaño en el costado defensivo, está siendo soberbia. Y su ejemplo, aún bajo el radar por su falta de brillo individual, una de las claves de la consistencia de los Raptors.

Terry Rozier (Boston Celtics)

El pasado mes de marzo Kyrie Irving se perdió diez partidos con los Celtics. A su baja habría que sumar la de Gordon Hayward, que si bien es conocida no deja por ello de notarse. De esos diez encuentros Boston venció ocho, incluyendo triunfos ante Oklahoma, en Portland, en Utah o ante Toronto. Además de reivindicar (de nuevo) la gestión de Brad Stevens, arquitecto de la supervivencia y el éxito, en esta ocasión conviene detenerse en algo más.

Conviene porque Terry Rozier ha estado acostumbrado a roles secundarios, vinculados a la segunda unidad y al incremento de energía y alerta defensiva. Y a desempeñarlos bien. Pero con la ausencia de Irving, su rol ha pasado a ser bien distinto y en tramos de tiempo bastante mayores. Uno de los escenarios más difíciles en el baloncesto reside en ser capaz de producir mucho en muy poco tiempo. Otro más complejo aún es ser capaz de producir mucho… en mucho más tiempo.

Rozier, con genética de perro de presa, ha mantenido ese espíritu defensivo, esas piernas rápidas y manos que amenazan toda línea de pase… a la vez elevando considerablemente sus prestaciones en ataque. Sin ser un director, ha generado desequilibrios desde el juego de aclarado, faceta en la que se rebasa el punto por posesión este curso (1,01). Por contextualizar el dato, y aunque en volúmenes más elevados de forma sostenida, Irving anota 1,04, Durant 1,03 y DeRozan 0,99. Es decir, es un dato de élite.

Esa capacidad de desbordar tiene doble valor si se considera que su acierto desde el triple es sólido tanto tras recepción (42%) como tras bote (36%). Porque expone la posibilidad de que Rozier, a pesar de tener que mejorar tanto en su gestión del pick&roll como en su toma de decisiones, pueda ser un factor anotador de forma más consistente en estos Celtics.

Si Rozier adquiere consistencia en el tiro de tres tras bote…

Lo visto ante Toronto y (especialmente) Sacramento, con solvencia en la anotación en el juego a media pista, ha de sumarse a su poder para capturar el rebote defensivo y lanzar por sí mismo la transición, una situación valiosa en guards que tiende a provocar canastas fáciles y situaciones ventajosas. Y de ese modo su aporte, más allá de lo que muestra, sugiere algo mucho más interesante: lo que puede llegar a mostrar.

Joe Ingles (Utah Jazz)

Comparte equipo con el quizás el gran favorito a Defensor del Año y, además, con uno de los grandes candidatos a Novato del Año. Hay por tanto pocos focos para él, no diferencial atrás, donde domina Rudy Gobert, ni especialmente visual en ataque, donde Donovan Mitchell causa sensación. Sin embargo difícilmente podría entenderse a estos Jazz sin la figura de Joe Ingles.

Defensivamente es su inteligencia y versatilidad (capaz de afrontar muchas marcas diferentes y cambiar de asignaciones tras bloqueos) lo relevante, ayudando a contribuir a la telaraña del sistema de Snyder, pero es en el otro costado donde su peso se incrementa de verdad.

Ofensivamente su papel es muy valioso porque ejerce como generador secundario cuando su equipo así lo requiere. Siendo el principal canalizador de juego Ricky Rubio, con Donovan Mitchell asumiendo igualmente mucho peso creativo, Utah sirve una estructura en la que la capacidad de tomar buenas decisiones de Ingles le dispone como enlace de los sistemas, es decir como el hombre destinado a agrandar desequilibrios y acabar dando buenas situaciones a sus compañeros.

Ingles no produce ventajas desde el bote, en buena medida porque no es lo suficientemente atlético para desbordar siempre en uno contra uno, pero sí es muy inteligente para entender cuándo ha de cortar y crear espacio fuera o cuándo ha de soltar rápido el balón y a qué compañero. Que reparta 4.6 asistencias por encuentro no es casualidad, que lo haga con un ratio de 2,38 pases de canasta por cada balón que pierde (el mejor de entre los jugadores creativos de Utah), tampoco. Inglés es un excelente continuador de ventajas.

Su importancia no queda ahí. Acredita un 44% de acierto en triples (tercera mejor marca de la Liga, igualado con Klay Thompson), metiendo 2,5 por partido (en el top 20 NBA en tiros de tres anotados). Y de hecho sube el dato en dos situaciones clave: mete casi un 46% de sus triples en catch&shoot y más de un 47% desde las esquinas, donde resulta mortal por su acierto y el espacio con el que oxigena al ataque. Ingles es una de las gemas ocultas del éxito de los Jazz.

Intuitivo sin balón y uno de los jugadores más letales de la Liga desde la esquina:

Dario Saric (Philadelphia 76ers)

El resurgir de Philadelphia lo abandera un binomio que, incluso recién aterrizado, ya desprende aroma a grandeza. Lo forman Joel Embiid y Ben Simmons, dos muestras de vanguardia que lanzan a los Sixers al éxito de forma casi inevitable. Pero no están solos. Y de hecho la progresión de Dario Saric está siendo muy importante para fortalecer al colectivo y, de paso, construir victorias.

La salud de Embiid y la aparición de Simmons cambiaban por completo lo vivido el pasado año, donde el croata tuvo mando real en el ataque, incluso a la hora de generar. Pero durante el actual se enfrentaba a un escenario más complejo, con un dilema posicional de fondo que le obligaba a un salto cualitativo en dos áreas clave: el tiro exterior y la defensa. Un reto a decir verdad esencial para descifrar su papel real en el proyecto, a la sombra de los dos prodigios.

Con Simmons absorbiendo el balón y Embiid aglutinando peso en la ejecución, Saric debía aceptar funciones de secundario. No sólo lo ha hecho, sino que lo ha logrado con brillantez y dando cohesión a su equipo con su polivalencia. Donde más se nota esa ayuda, es en su aporte exterior.

Saric está siendo muy efectivo desde el triple (2,1 anotados por duelo, con 40% de acierto; teniendo el pasado año 1,3 y un 31% respectivamente), lo que le abre de par en par la ventana de los minutos, como amenaza exterior que ayuda a Simmons (y a la vez es proyectada por él). El croata ha pasado a lanzar más de la mitad de sus tiros de campo en situaciones de catch&shoot. A ejercer, en otras palabras, como arma automática. El 45% de esos tiros son de tres y llegan sin botar. Sin embargo, no ha perdido su habilidad para moverse y buscar el buen timing para finalizar cerca del aro. Con los ojos de Simmons pendientes de todo, suele tener éxito.

Simmons para el corte de Saric, un clásico en los partidos de los Sixers:

El otro gran reto era defensivo, ya que el modelo de los Sixers se edifica a partir de una completa versatilidad atrás, que arroja a pista una gran cantidad de jugadores intercambiables y que pueden alternar funciones, sobre todo para dificultar el mismatch con el rival. Ahí Saric debía responder a dos cuestiones: por un lado ser capaz de aguantar defensas perimetrales (algo no sencillo sabiendo su tamaño, 2.08, y corpulencia); por el otro mejorar sus prestaciones defensivas cerca del aro.

Está cumpliendo ambas. Saric rebaja los porcentajes del rival desde el triple un 1,2% con respecto a la media NBA y a menos de dos metros los reduce más de un 5%. Dos datos que muestran su implicación atrás, en un rol oscuro y exigido, para completar lo que ofrece en ataque. Porque a pesar de la necesidad que existe de que su tiro sea fiable, especialmente para poder coexistir con Simmons, Saric sigue siendo un jugador capaz de crear por sí mismo. Tanto desde el pase como poniendo el balón en el suelo.

Al-Farouq Aminu (Portland Trail Blazers)

La defensa de los Blazers está siendo una de las diez mejores de la NBA esta temporada. Lo defienden los datos, arropados por la progresión de Damian Lillard y CJ McCollum en ese aspecto. Hace no tanto ambos eran dos focos de conflicto atrás… y ahora dos jugadores que suman a la propuesta de Terry Stotts.

No obstante ese salto defensivo se fundamenta especialmente en la influencia de Nurkic en la zona, como uno de los protectores de aro más eficientes esta campaña… y la de Al-Farouq Aminu en absolutamente todo. Porque si Nurkic está en el top 10 NBA bajando porcentajes rivales cerca de canasta… Aminu no anda muy lejos. De hecho entre todos los jugadores que no suelen ser empleados como cinco, únicamente LeBron James está mejorando las cifras de Aminu en ese apartado.

Lo suyo va más allá. El alero de los Blazers está siendo, directamente, uno de los mejores y más versátiles defensores esta temporada. Esencial en la estructura de Portland por su capacidad de reducir múltiples posiciones y perfiles muy diferentes (ya sean más grandes o pequeños, más interiores o perimetrales), inteligencia en las ayudas y sacrificio a tiempo completo. Con 2,06 de altura, una envergadura superior a 2,20 y una velocidad lateral excelente, es una auténtica pesadilla atrás. Y un comodín para la estructura de Stotts.

Y sin embargo su impacto no se reduce a eso. Aminu está metiendo 1,9 triples por partido con un 38% de acierto, ambas mejores marcas de su carrera y el paso clave para su permanencia en pista. El motivo es muy sencillo, sin amenaza exterior ni gran poder atacando el aro por su parte, unido al uso de formatos de tamaño y orientados al interior, los rivales podían ajustar mucho más fácilmente para defender al backcourt de los Blazers. Con el nigeriano metiendo un 47% de sus triples desde las esquinas, la situación ha cambiado.

Flotar a Aminu antes era una solución. Ahora no es tan buena idea:

Sólo Lillard y McCollum están más tiempo en pista que él y si bien sus números simples están lejos de impresionar, su valor es incalculable para el colectivo. Únicamente Lillard tiene mayor influencia en el net rating de los Blazers, con Aminu destacando en todo aquella faceta oscura que permita después el mejor lucimiento del resto. Con su progreso en el tiro, y aunque siga bajo el radar, ya incluso está pudiendo lucir él.


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